NARRA ZULEMAHabía entrado una nueva reclusa, no sabía su nombre ni me importaba, pero sí podría decir que estaba en grandes problemas. La Goya se la había agarrado en contra de ella, quien sabe por qué motivo. Mi yo interno me hacía sentir lástima por aquella chavala, no pasaba día en el que no le hicieran algo, pero eso no me llamaría a hacer algo al respecto. Aquí me encontraba sola, valiéndome por mí misma y haciendo justicia para mí sola, me importaba una mierda lo que pasara con las demás reclusas. Al fin y a cabo todas sabían que con quien no debían de meterse era conmigo.
- Zulema, Zulema.- venía topito.
- ¿Qué cojines quieres, topo?.- bajé mi libro para prestarle atención. Se podría decir que esta tía era lo más cercano a alguna amistad que pudiera tener en Cruz del Sur, en dos meses había sido la única persona con la que ocasionalmente mantenía alguna conversación... Y eso, sí es que se me apetecía o amanecía de buenas, algo difícil en este agujero.
- La Goya.
- ¿Ahora qué pasa con la gorda?
- Topiiito.- la persona de quien hablábamos se hacía presente dentro de la celda llamando a mi compañera.- ¿Qué haces aquí? Te hacía allá afuera.
- Yo... Quería descansar un rato.
- Venga, tía, vayamos afuera que interrumpimos a la reina Mora en su descanso.
- Pero...
- Ve, váyanse y no me jodan más al menos por el resto del día.
Continué leyendo un libro de psicología que me habían prestado en la biblioteca. No pensé encontrar nada de calidad en este lugar, pero me equivoqué, ya había encontrado buenas lecturas como esta y a cambio había dejado las mías. No me hacía ningún favor que las demás vean aquel favoritismo que había tenido al llevar conmigo algunas cosas gracias a mi abogado.
Al recordar a este tío me acordé de las últimas conversaciones que tuvimos. Le habían corrido con el chisme de mi situación al interior de la cárcel, no sabía quién cojones podría haber sido, pero me preocupaba que esto llegara a oídos de la rubia. Yo solo me había hecho la desentendida, sin responder nada más al respecto, pero pensaba seriamente en tranquilizarlo de alguna forma en su próxima visita. Sea que la rubia ya lo supiera o aún no, pues Macarena seguía insistiendo con sus visitas a Cruz del Sur. Por mi parte mi palabra seguía intacta al no recibirla, tenía mucha fe puesta a esa prueba de los videos que me contaba el abogado, sabía que de tenerlas ayudaría mínimamente a que pagase alguna fianza, la que fuese, y mi condena la termine cumpliendo fuera del penal.
Ya me había desconcentrado lo suficiente como para retomar la lectura, por lo que cerré el libro no sin antes hacerle un pequeño dobladillo a la página en donde me había quedado, y bajé del catre para ir al baño.
De camino notaba demasiada tranquilidad por los pasillos, las pocas reclusas que veía a mi alcance estaban jugando a las cartas sin pelearse como usualmente pasaba. Algo debía estar ocurriendo, pero sin interesarme más en ello, llegué a mi destino. Estaba completamente vacío, ingresé al último de todos, pues siempre intentaba tener la mayor privacidad posible, a pesar de haberles demostrado quien era la que mandaba en Cruz del Sur, por ahí podría haber alguna gilipollas que se cometiera el error al pasarse de listilla conmigo.
Jalé la cadena del inodoro saliendo de mi cubículo con total tranquilidad, pues todo seguía igual, solo que ahora ya se escuchaban más voces desde lejos. Estas hijas de puta seguro se habían largado a pelear al patio o a alguna otra parte para que los funcionarios no las encontraran. Aislamiento no era más lindo que la celdas por el hecho de tener un espacio únicamente para ti sola, era la peor mierda, y eso yo ya lo sabía.
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Bajo hipnosis (Zurena AU)
FanfictionAmbas se sienten dominadas por la otra, tan solo un cruce de miradas es suficiente para que Macarena haga lo que Zulema le pida y para que Zulema pierda toda esa autoridad que dice tener, mostrándose así lo más trasparente y sin filtros ante la rubi...