52- Harry Potter

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ADVERTENCIA: CONTIENE REFERENCIAS SEXUALES.

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En el armario

BLAIR

Miro hacia el techo del gran comedor a medida que este se llena con lechuzas y búhos que traen el correo a los alumnos, interrumpiendo el desayuno. Algunos reciben cartas, otros algún ejemplar de "El Profeta", otros paquetes de diferentes tamaños. Mi búho real no se ve por ningún lado, como presentía. Las cosas han cambiado y no para bien. Los tiempos en los que mamá nos enviaba dulces y golosinas a Draco y a mí se han acabado.

Así que vuelvo a concentrarme en mi desayuno, ignorando el ruido a mi alrededor. Pongo una tostada con mermelada sobre el plato de Draco, junto a un vaso con zumo de naranja. Espero que coma algo, aunque sea un poco, pero él apenas mira la comida y aparta el plato concentrando su mirada perdida en la mesa.

—Draco, tienes que comer aunque sea un poco. Al menos tómate el jugo.

—No tengo hambre —su piel tan pálida llega a tener un tinte amarillo. Está tan delgado, y mi corazón se rompe cada vez que recuerdo el por qué. Es esa Marca, esa tarea imposible con la que carga. Si tan sólo pudiese ayudarle...

—¿Cómo serán las clases de Slughorn? —pregunta Pansy mirando nuestro horario.

—Algo me dice que nos va a sonreír más que Snape, al menos —murmura Theo jugando con unas cucharas.

—Tengo que irme, los veo en clases —Draco se levanta sin mirar a nadie y sale del comedor a paso rápido.

—¿Qué le pasa a tu hermano? —pregunta Theo—. Desde el primer día está... sensible. Más de lo normal.

—No sé —miento.

Luego del desayuno, mis amigos y yo nos vamos a clases de pociones. Pansy me enseña la página de una revista de modas; quiere comprarse un vestido, pero antes quiere mi opinión. De verdad intento ponerle atención, pero mis pensamientos están con Draco, con la marca en su brazo que comenzó siendo un honor, pero que con el correr de las semanas se ha transformado en una verdadera maldición. 

No es justo.

¿Por qué tiene que pasarle algo así?

Nuestro padre cometió un error, por si fuera poco está en Azkaban lejos de nosotros, y como si eso no fuese suficiente castigo, Draco tiene que matar a...

Merlín, ni siquiera puedo pensarlo sin que me den ganas de vomitar.

—Draquito bebé siempre puntual, el primero en llegar para caerle bien al profesor —ríe Theo, chocándole el hombro de forma amistosa a Draco cuando llegamos al pasillo del aula.

—Cállate.

Al entrar a la mazmorra que solía ser de Snape, Pansy, los chicos y yo nos acomodamos en una de las mesas junto a la ventana y un aroma raro me invade. Es una mezcla de cerveza de mantequilla, hierba como la del campo de quidditch y... lluvia.

Agh. La lluvia me recuerda tanto al imbécil de Potter. Si él no me hubiese chocado con su estúpida escoba en tercer año, habría podido anotar el punto que necesitábamos para ganar la copa. Según él, la lluvia empañó sus lentes y no me vio.

Todo culpa de Potter, como siempre.

Pero ni aún el amargo recuerdo de esa derrota arruina la alegría que me produce la clase de pociones. Siempre he sido buena en esta asignatura, la mejor. Con pociones los magos podemos hacer todo, desde curar la mayoría de las enfermedades hasta provocar la muerte. Es uno de los estudios más importantes en la magia, y espero que el profesor Slughorn sea tan bueno como Snape.

One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora