One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1

02- Draco Malfoy

Cruciatus, parte 1

Draco y sus padres huyeron cuando Harry Potter volvió a la vida y la batalla se reanudó.

Ann -melliza de Harry-, vió a Draco irse una vez más, pero no había tiempo de alcanzarlo; la batalla continuaba y ella lucharía hasta el final.

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Cuando la guerra terminó, los Malfoy se salvaron de ir a Azkaban gracias al testimonio de Harry.

Draco se sorprendió al no ver a Ann en el juicio, pero aún así se acercó a hablar con Harry, pues tenían una conversación pendiente.

—Potter... sé que ya sabes sobre la relación que hay entre tu hermana y yo, pero quiero decirte que lo nuestro es en serio, lo aceptes o no, estaremos juntos— dijo Draco, que esperaba ver odio o molestia en la cara de Harry, pero sólo vió tristeza, y de pronto, temió lo peor—. Ann... ¿ella está bien?— preguntó el rubio con un hilo de voz, pues no sabía nada de Ann ni de nadie desde que había huído de la batalla, hacía ya dos semanas.

—No, Malfoy. Ann no está bien— respondió Harry.

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Media hora después, Harry y Draco entraron a una habitación en San Mungo. Allí estaba Ann, sentada en una camilla balanceando lentamente sus piernas con la mirada perdida en el suelo, vestida con una bata blanca y su cabello pelirrojo suelto. Hermione estaba junto a ella, acompañándola.

En la segunda parte de la batalla, Ann había sido víctima de la maldición cruciatus por parte de Antonin Dolohov repetidas veces, lo que la llevó a perder el conocimiento y despertar sin memoria alguna sobre quién era ella o la gente a su alrededor.

Ann miró a los recién llegados con indiferencia y luego volvió a posar su vista en el suelo.

—¿Ann...?— Draco se acercó con el corazón en la mano, la chica ni siquiera volvió a mirarlo—. Ann, soy yo, Draco... ¿me recuerdas?

No hubo respuesta.

Draco miró a Harry, que se dejó caer en el sillón que había frente a la camilla con los ojos llenos de lágrimas.

—No habla— explicó Hermione con voz queda—. Lo único que hace es quedarse sentada ahí, balanceando las piernas.

Draco sintió que la culpa lo consumía. Debió quedarse en el castillo y luchar junto a Ann, pero arrancó cuando tuvo la oportunidad; arrancó como un cobarde y ahí estaban las consecuencias: la chica que amaba nunca volvería a ser la misma.