17.4- George Weasley - FINAL

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En un lugar desconocido, perdido más allá del tiempo y la memoria...

Abby abrió los ojos y lo primero que vió fué un techo blanco y abovedado, como si estuviese dentro de una inmensa catedral. El aire era fresco pero no frío, y nada más que el silencio lo atravesaba. 

—Ya era hora de que abrieras esos ojitos soñadores —exclamó una risueña voz a los pies de la cama en la que se encontraba tendida—, vamos, vamos, tienes una decisión que tomar.

Abby abrió la boca más que sorprendida, y se enderezó en la cama con lentitud, sin poder creer lo que veía.

—¿Qué? Estoy seguro de que sigo igual de guapo, no sé por qué me miras así, Abbichuela.

—¡Fred! —exclamó ella poniéndose de pie y corriendo para abrazar al pelirrojo—. ¿Eres...? ¿En serio eres... tú?

—¡Claro! Estoy más panzón, ¿verdad? Es que Lily, la mamá de Harry, hace unos panqueques estupendos, deberías probarlos.

—¿Dónde estamos? —Abby miró a su alrededor, encontrándose en una espaciosa habitación circular en la que el único mueble presente era la cama de la que ella acababa de levantarse.

—Uh... —Fred movió la cabeza con indecisión—, digamos que es una especie de aeropuerto.

—¿Un aeropuerto?

—Sí. Desde aquí salen dos vuelos: uno hacia el lugar en el que estoy yo, y otro para volver al lugar del que tu vienes.

En ese momento, Abby recordó a su bebé y se tocó la panza, pero en su lugar encontró su abdómen plano.

—Tranquila, la pequeña Dorothy está bien. De hecho, nació con sobrepeso para ser prematura. Ella está perfectita y bonita, como su tío, o sea, yo —explicó Fred con esa sonrisa picarona que ni la muerte había podido arrebatarle—. Y... si no me equivoco, en éste momento acaba de dormirse. Las enfermeras le dieron de comer.

—Pero... yo... ¿Estoy muerta?

—No. Pero tampoco estás viva. Eres de las pocas afortunadas a las que se les da la oportunidad de elegir. Así que lo repito: puedes volver con George y los niños, o acompañarme. Si me acompañas, podrás seguir viéndolos pero no interferirás en sus vidas. Tampoco sufrirás con las decisiones que tomen.

—George... él... jamás superó tu muerte, Fred. Mi amor no fué suficiente.

La sonrisa del pelirrojo se borró.

—Lo sé. Y créeme que ganas de golpearlo no me faltaban cada vez que te engañaba con mi ex novia. ¿Quién diría que Angelina era tan perra? Qué suerte que no me casé con ella.

Abby rió por unos segundos, pero luego volvió a concentrarse. Tenía una decisión que tomar.

—Si yo no vuelvo... ¿ellos estarán bien?

—Será duro al principio, pero George se comportará diferente ésta vez —respondió Fred—. Él sabe que será el único soporte que tendrán sus hijos y se dedicará por completo a ellos. Me temo que tu muerte será el detonante para que él pueda seguir adelante.

—¿Y si vuelvo? ¿Superará al fin tu muerte?

—Sí. Mi muerte la superó ésta noche con el nacimiento de Dorothy, la superó la noche que te fuiste de casa dejando esa carta, la superó cuando nació Freddie, cuando tú y él se casaron y cuando se fueron a vivir juntos. Él nunca dejó de hacer un patronus, Abby. Simplemente te lo ocultó porque no quería sentirse feliz. Es más, con el nacimiento de Dorothy, su patronus cambió de un chimpancé a una mariposa. George, el pequeño Freddie y la pequeña Dorothy lograrán ser felices.

Abby sonrió. Gracias a las palabras de Fred, estaba clara en su decidión y ya sabía qué elegiría.

—Tú decides —sonrió Fred saliendo por una pequeña puerta a su izquierda.

Abby tal vez terminaría aquella tarde cenando en casa de Lily Potter junto a Fred y al resto de los merodeadores, bajo un cielo estrellado y libre de preocupaciones, o despertando en una habitación de San Mungo para recibir a la pequeña Dorothy en sus brazos y besar a George y al pequeño Freddie.

Así que cerró los ojos, tomando al fin la decisión que la sacaría de aquel pequeño limbo y la llevaría a su destino.

FIN

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EXPLICACIÓN:

Este es el primer final abierto que escribo, y me gustó bastante el resultado. 

¿Por qué lo hice? 

Porque sé que algunos de ustedes no quedaron conformes con el final anterior, pues aunque no dice explícitamente que Abby murió, sí murió. 

Así que ahora no está muerta, we. Está en un lugar donde tiene la posibilidad de salir si ustedes lo quieren. 

Y lo dejo a su imaginación, lo que significa que no escribiré una nueva parte. 

Puede que a alguno de ustedes les guste, a otros no. Pero así es la vida, si te da la espalda, tócale el poto. 

Ok, ok, mejor me voy. 

¡Nos leemos!

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