17- George Weasley

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"La carta"

Abby se encontraba sentada en el salón de su casa, frente a la chimenea. Su pequeño hijo Fred, de cinco años de edad y tan pelirrojo como su padre, dormía agotado sobre sus piernas luego de toda una tarde jugando cuando George, su esposo, bajó las escaleras. Ella se sorprendió al verlo arreglado con su mejor traje.

—¿A dónde vas? —George se sobresaltó al escucharla.

—Creí que te sentías mareada y que estabas tomando una siesta —comentó él despreocupadamente.

—No, ya estoy bien —respondió Abby.

—Aah... —el pelirrojo caminó hacia la puerta.

—¿A dónde vas? —repitió ella.

—Cenaré con Lee, olvidé avisarte.

—¿Hoy domingo?

—¿Tiene algo de malo? —replicó George.

—Bueno... todos los domingos cenamos los tres juntos.

—Cenamos todos los días juntos, Abby. Un domingo no es gran cosa. No me esperes despierta —dijo George, y finalmente se marchó.

A varios años del término de la guerra y la muerte de Fred, George y Abby habían formado su familia, pero ella sabía que George seguía muy tocado por la muerte de su gemelo, y no lo culpaba. No podía culparlo. Fred era su mitad, y lo había perdido de un momento a otro, sin siquiera alcanzar a despedirse.

Las cosas entre ellos no iban muy bien desde hacía unos meses, pero Abby, consciente de que a veces los matrimonios pasaban por momentos difíciles, confiaba en que todo se solucionaría. Quizás era bueno que George volviese a salir con sus amigos y se distrajera.

—Mamá, ¿iremos a ver a papá? —preguntó el pequeño Fred mientras Abby le ponía un chaleco.
—Sí, Freddie. Vamos a visitarlo a la tienda y a darle una sorpresa.

La tienda de Sortilegios Weasley había permanecido cerrada todo un año después de la Batalla de Hogwarts. Sin embargo, George había decidido abrirla para honrar la memoria de su gemelo. Abby le ayudó siempre, hasta que nació Fred II y Ron tomó su puesto. Ahora ambos hermanos dirigían el imperio de las bromas, que crecía más y más con nuevas sucursales en distintas partes del mundo.

Abby y el pequeño Freddie entraron a la tienda aquella tarde de jueves, y pese a que casi oscurecía y el clima amenazaba con nevar, Sortilegios Weasley seguía lleno de gente. Los estantes multicolores con cientos de bromas de todo tipo llamaron de inmediato la atención de Freddie, que, fascinado como siempre que iba, tiró la mano de su madre hasta llevarla a la vitrina más cercana.

—No, Fred, estás muy pequeño para jugar con eso —dijo Abby alejándolo del turrón sangranarices que Fred quería tomar-. Busquemos a tu papá... ¡Mira, allá está el tío Ron!

—¡Tío Ron! ¡Tío Ron! —exclamó Freddie corriendo hacia su padrino, que lo recibió con una sonrisa.

—Encárgate de la caja, Sussy, por favor —le pidió Ron a una de las empleadas—. ¡Qué sorpresa, Freddie! ¿Qué hacen aquí? —preguntó dándole un abrazo a Abby.

—Vinimos a ver a George —contestó Abby—, ¿dónde está?

—Hum... dijo que iría atrás por otra caja de turrón sangranarices, creo —respondió Ron—. ¿Quieres ver las nuevas plumas mágicas, Freddie?

—¡Sí!

—Pero si el estante de la entrada está lleno... —murmuró Abby con extrañeza. Vió a Ron alejarse con Fred, así que caminó hacia la trastienda para buscar a su esposo.

One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora