29.3- James Sirius Potter

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El último día de vacaciones antes de volver a Hogwarts, Georgie decidió ir a la tienda de Sortilegios Weasley a visitar a su padrino y ayudarle en algunos asuntos referentes a bromas.

—Tu madre dice que ni para estudiar te concentras tanto como para ayudarme con artículos mágicos, Geo. ¿Es verdad? —preguntó Fred observando a su ahijada trabajar en un nuevo prototipo de plumas mágicas recargadas con tinta invisible.

—Sí, padrino, es verdad. Pero también tengo muy buenas notas.

Fred sonrió y le acarició la mejilla con cariño. Georgie era especial para él, incluso más que Remus; no sólo porque había sido nombrada en honor a George, sino porque de todos sus sobrinos e hijos, ella era la única que se interesaba en ayudarle a crear nuevos e ingeniosos artículos mágicos de bromas. Los demás se interesaban cuando ya estaban hechos y listos para ser usados.

—¿Qué piensas hacer cuando te gradúes de Hogwarts? —preguntó Fred.

—Aún no lo decido. Remus quiere ser jugador profesional de quidditch y papá lo apoya, pero yo no sé qué hacer exactamente. 

—¿Y Scorpius?

—Ese cerebrito quiere ser profesor de historia de la magia, ¿puedes creerlo? Le encanta leer, se pasa horas encerrado en su habitación con la nariz metida en los libros y no se cansa. Mamá le compra y le compra libros, incluso está pensando en adaptar una nueva habitación como segunda biblioteca porque la de papá está colapsada.

Fred rió y levantó la cabeza cuando uno de los trabajadores que atendían el local corrió la cortina y entró en la trastienda.

—Necesito otra caja de turrón sangranarices, señor Weasley.

—La llevaré de inmediato —el pelirrojo que ya tenía varias canas en su cabeza, se levantó y se dirigió a la salida con una de las cajas—. ¿Te importaría quedarte sola unos minutos, Geo? Iré a comprar helados.

Georgie sonrió encantada.

—Mi favorito es el de chocolate con almendras y salsa de...

—Frambuesas. Lo sé, tranquila.

Georgie continuó trabajando sola por varios minutos más, y soltó una maldición cuando se le reventó una ampolla de tinta en las manos. El líquido viscoso mojó todo el escritorio, pero afortunadamente era tinta invisible y sólo parecía agua.

—Esto me pasa por andar distraída pensando en tí, James... Estúpido Potter.

Se levantó en busca de una servilleta o papel higiénico, y al no encontrar nada se dirigió a la parte frontal de la tienda.

En ese momento, vio a Melody Walker-Chang entrar a la tienda por la puerta frontal, y su curiosidad por verla allí fue mucho más grande que la necesidad de limpiarse las manos.

Georgie se agachó tras un estante y comenzó a gatear pasando por detrás de la caja registradora intentando llegar a donde se encontraba Melody.

—Georgie, ¿qué haces en el suelo?

—Tú no me has visto, tío Ron.

—Adolescentes —murmuró Ron volviendo a atender la caja.

—Te alcanzo de inmediato, mamá —dijo Melody separándose de su madre y acercándose a un estante que contenía una fuente rosa muy llamativa de la que parecía salir una especie de bruma—. Qué lindas. ¿Qué precio tienen estas botellitas?

—Quince galeones —respondió una de las chicas que atendían.

—Creo que llevaré una por simple curiosidad.

One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora