One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1

04- Nymphadora Tonks

Una indeseada compañera

Tuchi llegó al ministerio a una hora puntual, como siempre; encontró rápidamente el aula en que comenzarían sus clases de auror y se sentó junto a los otros alumnos que allí había. De inmediato acomodó sobre su mesa el tintero, la pluma y una hoja de pergamino, dispuesta a tomar apuntes; todo en perfecto orden, como debía ser.

El profesor entró a la sala y a Tuchi se le cayó la pluma al suelo cuando lo vió: era alto y robusto, llevaba un gran abrigo de piel, tenía una pata de palo y le faltaba un pedazo de nariz, pero eso no fué lo que la impresionó en realidad, sino el hecho de que tenía un ojo pequeño, oscuro y brillante, pero el otro era grande, redondo y de un azul vivo y eléctrico, que se movía sin cesar y sin parpadear, de forma siniestra.

—Mi nombre es Alastor Moody —habló el profesor mientras Tuchi recogía su pluma—. Seré su tutor en...

No alcanzó a terminar, ya que la puerta se abrió con estrépito y una chica de cabello morado cayó de bruces hacia adentro. Tonks.

—¡Auch! ¿Llego tarde? ¡Llegué tarde, cuánto lo siento! —se lamentó Tonks poniéndose de pie y recogiendo sus cosas con velocidad—. Lo siento, profesor, pero la red flu estaba colapsada, y... ¡Por la tanga de Merlín! ¡Pero si usted es Ojoloco Moody!

—Sí, gracias por la información— gruñó Moody—. Ahora siéntate y cállate. Y que no se repita.

—¡Sí, claro que sí! —Tonks buscó con la mirada un asiento vacío y Tuchi cruzó los dedos bajo la mesa para que se sentara lejos, pero... no. Tonks se dirigió al asiento que había junto a Tuchi, que maldijo en voz baja.

La metamorfomaga se sentó, pasando a llevar la mesa y derramando el tintero sobre el pergamino de Tuchi.

—¡Lo siento, lo siento, Tuchi! Soy muy torpe, ya lo sabes... —Tonks pasó la manga de su túnica sobre la hoja manchada, dejándola peor, mientras Tuchi rodaba los ojos; no esperaba encontrarse al ser más torpe del mundo fuera de Hogwarts, y sin embargo allí estaba, junto a ella.

—Sí, lo sé. Ya, déjalo —masculló Tuchi—. Yo lo limpio.

La clase transcurría en silencio mientras Moody hablaba sobre qué temas verían en el curso. Tuchi casi había olvidado que Tonks estaba a su lado, hasta que Moody dijo:

—Las clases de Sigilo y Rastreo no sólo serán teóricas, sino también prácticas, y trabajarán en parejas con el compañero que tengan a su lado.

—¡Seremos un equipo, Tuchi! —chilló Tonks con emoción, mientras Tuchi cerraba los ojos.

•

Las semanas pasaban.

Una tarde, Tuchi y Tonks se aparecieron frente a una casa abandonada.

—¿Ésta es la dirección? —preguntó Tuchi.

—Sí —confirmó Tonks sacando de su bolsillo el papel que Ojoloco les había dado, pero había un fuerte viento y el papel voló de su mano sin que pudiera recuperarlo—. ¡Ups! Pero no te preocupes, Tuchi, estoy segura de que ésta es la casa.

—Genial. Bien, entremos. Recuerda que debemos actuar con sigilo, pues de eso se trata la clase. En el interior habrán distintas pruebas esperándonos. Actúa con cautela y por lo que más quieras, Tonks, ¡no me salves el trasero! —exclamó Tuchi, pero cuando le dió la espalda a la metamorfomaga, sonrió fugazmente; poco a poco comenzaba a acostumbrarse a la torpeza de su indeseada compañera.

—¡Bien, vamos! —respondió Tonks con una sonrisa emocionada.

Abrieron la puerta de la abandonada casa y entraron con cuidado, pero Tonks tropezó con el tapete y cayó de bruces, arrastrando también a Tuchi.

—¡Maldita sea, Tonks! ¡Quítate, tienes la cara en mi trasero!

—¡Lo siento!

Se pusieron de pie, pero el ruido que habían hecho pareció desatar la primera trampa, ya que el suelo se abrió a sus pies y cayeron unos cuantos metros hasta aterrizar en...

—¡Estiércol de dragón! —exclamó Tonks—. ¡Sabía que algo así nos esperaba! —Tonks estaba lista para oír uno de los típicos sermones de Tuchi a los que ya casi se había acostumbrado, pero Tuchi comenzó a reír desequilibradamente, apretándose el vientre con ambas manos.

—¡Ay, Tonks! ¡No sé si golpearte o besarte por momentos así! —exclamó acercándose y acariciando la mejilla de Tonks con suavidad—. Gracias por ser tan única y desordenarme la existencia.