44.3- Draco Malfoy

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Draco se movía de un lado a otro en la cama. Ya era de madrugada y él seguía sin poder conciliar el sueño. Y no era el hecho de que Rachel acababa de llamarlo por su nombre por primera vez en mucho tiempo lo que lo mantenía despierto, sino lo mucho que ambos se habían acercado en tan sólo una tarde.

El recuerdo de lo que vivieron en el lago continuaba nítido en su mente, no quería olvidar detalles, y repasaba una y otra vez lo sucedido. Sonreía al recordar el cuerpo de la pelirroja tan cercano al suyo, la manera en que sus brazos rodearon su cintura y la forma en que los labios de Rachel temblaban por el frío, lo mucho que deseó besarla en medio del agua.

Estuvo a punto de hacerlo.

Pero no era el momento.

Si lo hubiese hecho, Rachel habría huido aterrada, y eso era lo que él menos quería. Quería, necesitaba ganarse su confianza, acercarse a ella y probarle que había cambiado, no era el mismo tonto de antes.

Necesitaba que Rachel lo conociera antes de hacerlo...

Antes de devolverle sus recuerdos.

Rachel miró con el ceño fruncido el líquido de su caldero, y luego de quince segundos, este se volvió completamente negro y maloliente, contrario a la brillante poción de Hermione de un color dorado y olor a vainilla.

Soltó un gemido frustrado y afirmó la frente en el mesón, derrotada.

—Me rindo.

—Hazlo de nuevo, te ayudamos —dijo Ginny, cuya poción tampoco era perfecta, pero sí decente.

—Necesito el libro del príncipe mestizo... —murmuró Rachel, y Hermione le dedicó una mirada asesina—, para destruirlo, como debió hacer Harry desde el principio, obvio.

Rachel limpió su caldero con un movimiento flojo de varita y caminó hacia el estante al final de la sala para obtener nuevos materiales. Recolectó los mejores huevos de doxi que quedaban, además de un montón de semillas de vainilla. Si no lograba hacer bien la poción, al menos la dejaría con buen olor.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Draco parándose junto a ella.

—No, ¿por qué? —respondió Rachel evitando sonar sorprendida. ¿Draco Malfoy ofreciéndole ayuda? Era raro. Muy raro.

—Te vi un poco complicada con tu poción.

—Esta asignatura no es lo mío, eso es todo.

Rachel volvió a su puesto. Había pasado poco más de una semana de aquella tarde en el lago, y la pelirroja no había dejado de pensar en eso, en lo extrañamente bien que se había sentido junto al rubio.

La clase terminó y Rachel, aun con la ayuda de sus amigas, no alcanzó a terminar la poción. Y como esperaba, el profesor Slughorn le pidió que se quedara cuando casi todos se habían marchado.

—Te guardaré un puesto en Runas Antiguas —le dijo Hermione dedicándole una mirada condescendiente.

—Gracias.

Rachel recogió sus cosas y se detuvo frente al profesor.

—Señorita Weasley, el primer parcial es en unas semanas.

—Lo sé.

—Y no la veo muy... preparada.

—Me estoy esforzando, profesor.

—Le aconsejo que busque a alguien que le de tutorías, sería una lástima que reprobara la asignatura en su último año. Sé que usted y sus amigos tuvieron un año difícil, pero...

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