One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1

29.4- James Sirius Potter

Georgie intuía que James estaba bajo los efectos de alguna poción de amor, pero aún así le dolió verlo besando a Melody con tantas ganas.

Se refugió en la pared tras una estatua, cerró los ojos y suspiró para tranquilizarse.

—Demonios, Georgie, eres una Malfoy, una Davis, una Lupin y una Gaunt. ¡Concéntrate! Tiene que haber una explicación...

Asomó la cabeza entre los brazos de la estatua y vio a James sonriendo como un bobo, con los ojos entrecerrados y la tes tan pálida que toda la sangre parecía haber abandonado su cuerpo.

—Espérame aquí, ¿sí? —susurró Melody acariciándole el pecho—. Debo ir a mi habitación a decirle a mis amigas que no se preocupen por mí. Volveré a buscarte y nos iremos a otro lugar más... tranquilo.

—Como quieras...

Melody se alejó en la dirección contraria a la que Georgie se escondía, y la castaña sólo salió de allí cuando los pasos de la Ravenclaw ya no se escuchaban.

—¿James?

—Oh, hola, Georgie... ¿Viste eso? Ella es... asombrosa...

James miraba la pared frente a él con una expresión bobalicona, y la baba casi se le salía de la boca. Georgie se acercó un poco más y le vio las pupilas dilatadas, comprobando sus sospechas.

—James, Melody te dio poción de amor. Lo que dices sentir no es real.

—¿Cómo dices, Georgie? No te escuché. Estaba imaginando mi futuro con Melody.

La castaña rodó los ojos y comenzó a mirar a su alrededor hasta que vio la envoltura de un pequeño chocolate en el suelo.

—Ella te dio ese dulce, ¿verdad? De seguro ahí puso la poción. Mira, debo ir a buscar algo pero necesito que...

—No puedo. Me encantaría ayudarte porque eres una buena amiga, pero mi deber es esperar a Melody, el amor de mi vida...

James sonrió aún más y se deslizó hasta el suelo, tarareando el nombre de la chica que creía amar.

—Maldición. Esa chica me las va a pagar.

Georgie entendió que sacar de allí a James en contra de su voluntad sería muy difícil porque corría el riesgo de que el chico reaccionara violentamente. Así que decidió usar el falso enamoramiento de James para llevar a cabo su propósito.

—¿Sabes qué sería muy romántico de tu parte, James? Que llevaras a Melody al baño de prefectos. A ella le encantaría.

—¿Tú crees?

—Estoy muy segura. Sabes que sólo quiero lo mejor para tí. ¿La llevarás?

—Claro... si tú lo dices... Sí, la llevaré.

—Bien.

Georgie se alejó dejando a James sentado en el suelo, y corrió a su habitación esperando no encontrarse a ningún profesor en el pasillo, y tampoco a sus padres que seguramente seguían en la enfermería con el alaraco de Remus.

—Geo, ¿qué haces...? —murmuró una adormilada Britt Zabini desde su cama al escuchar a Georgie revolver las cosas en su baúl.

—Algo importante, Britt. Mañana te cuento.

—Ok —susurró la morena, y siguió durmiendo.

Georgie encontró el pequeño frasquito con el antídoto que ella y Fred habían preparado, se lo guardó en el bolsillo de la túnica y luego salió disparada de su habitación.