18.2- Draco Malfoy

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En cuanto el Expreso de Hogwarts se marchó, Draco se apareció afuera de la casa de sus padres, la antigua Mansión Malfoy.

—Creí que iríamos a casa —dijo Astoria mirándolo con el ceño fruncido.

—Vete si quieres —masculló Draco entrando rápidamente en la mansión con la mandíbula apretada.

Lucius y Narcisa estaban en el salón, a punto de levantarse a almorzar, cuando vieron a Draco entrando.

—¿Ya fueron a dejar a Scorpius? —le preguntó Narcisa—. Draco, ¿sucede algo malo...?

—Tú dímelo, madre. Acabo de encontrarme en la estación con Hannah Peverell —Narcisa palideció y Lucius quitó la vista de su periódico—, ¿y qué creen? Tiene una hija. ¡Una hija!

—¿Por qué te extraña tanto? —murmuró Lucius con expresión despreocupada—. Seguramente se casó y siguió con su vida, como siempre debió ser...

—¡No! —exclamó Draco sintiendo el calor de la rabia en sus mejillas—. ¡La niña es rubia, como Scorpius, como yo, como ustedes!

—¿Qué estás insinuando? —exclamó Lucius—, ¿acaso piensas que April es tu hija?

Narcisa cerró los ojos. 

—Nunca mencioné su nombre, padre.

—¿Ah, no?

—Maldición. ¡Ustedes jodidamente lo sabían! Lo sabían, ¿no es así? —ninguno contestó—. ¡Maldita sea, siempre supieron que Hannah tuvo una hija mía! —Draco pateó la mesita de centro y la dió vuelta. 

Narcisa ahogó un grito y Lucius se puso de pie. Astoria miraba todo desde más atrás, sin intervenir.

—¡Cálmate, Draco, ya no tienes veinte años!

—¡No, padre, y aún así ustedes siguen cagándome la vida como quieren! ¿Y saben qué es lo peor? Que ni siquiera es culpa de ustedes... Es culpa mía, por dejarlos pisotearme y moldear mi vida a su manera... —Narcisa lloraba escuchando la verdad saliendo de los labios de su hijo, pero Draco no se inmutó—. Pero ésto... No puedo creerlo. ¡Tú, padre, que hiciste todo por mantener a tu familia viva en la segunda guerra...!

—¡No te confundas, esa mocosa no es mi familia!

—¿Ah, no? Pues aunque se haya criado lejos de mí, es mi hija, tanto como Scorpius. ¡Es tu nieta, te guste o no!

—¡Esa bastarda nunca será mi nieta!

—Entonces yo ya no soy tu hijo —murmuró el rubio marchándose.

—¡Draco! —gimoteó Narcisa siguiéndolo—. ¡Draco, por favor espera...!

Le tomó el brazo, pero Draco se soltó de un tirón.

—¡¿Cómo pudiste?! —le espetó con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Primero me obligan a casarme con Astoria y luego me ocultan una hija! ¡El fruto del amor que hay entre Hannah y yo!

—Creímos... creímos que era lo... lo mejor, hijo... Astoria, díselo por favor, dile...

—¡¿Tú también lo sabías?! 

—Me enteré hace algunos años —dijo Astoria sin levantar la voz—. Ví a Hannah en el callejón Diagon con April, y supe de inmediato que la niña era tu hija. Guardé silencio por Scorpius, Draco. No podía arriesgarme a que lo abandonaras. Hannah nunca se casó, así que estaba segura de que correrías a sus brazos en cuanto te enteraras.

Draco ya ni siquiera podía hablar. No daba créditos a lo que escuchaba. Su propia familia le había ocultado algo tan importante como la existencia de una hija. Así que con temor a cometer alguna barbarie contra los que lo rodeaban, se machó sin decir una sola palabra más, con una mezcla de incertidumbre, rabia, tristeza y a la vez, esperanza y alegría...

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