44.8- Draco Malfoy

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Capítulo largo. El drama empieza al final pero les aconsejo no saltarse nada. ¡Disfrútenlo!

Pero antes... Gente linda, sé que dije que subiría varios capítulos hoy, pero olvidé que acá en Chile este fin de semana son fiestas patrias y, pues, estoy bastante distraída; aún no reviso los capítulos que tengo escritos. Así que no publicaré tantos como esperaba. Lo haré durante los días; más tarde tendrán una nueva actualización, mañana otra, y así.

¡Gracias por comprender!

———————

La primera clase de DCAO después de las vacaciones, Rachel y Draco decidieron sentarse al final del aula, juntos. Era una clase teórica y bastante tediosa. Todos preferían los días en los que el profesor Brown les enseñaba hechizos que hacían saltar las mesas y sillas.

—Esta clase es demasiado aburrida —murmuró Draco haciendo un pájaro de papel.

—¿Lo dices por la materia o por el profesor? —susurró Rachel con una risita.

—Por ambos —dijo el rubio. Luego apegó más su silla a la de Rachel y le puso una mano en el muslo.

—¿Qué haces? —Draco comenzó a subir su mano, acariciando la piel de Rachel con delicadeza, bajo su falda—. Draco... para... —continuó subiendo hasta hacerle cosquillas, y ella se retorció y rió, llamando la atención del profesor.

—¿Algo interesante que quiera aportar a la clase, señor Malfoy? —preguntó el profesor Brown desde adelante, con expresión severa.

—Yo no, ¿y usted? —replicó el rubio sin dejar de sonreír.

Algunos alumnos, como Hermione, ahogaron un jadeo y miraron al profesor, pero este volvió la mirada a la pizarra sin decir nada.

—Tonto —susurró Rachel—. Te pudo haber castigado.

Draco movió la cabeza y, desatendiendo totalmente la clase, comenzó a jugar con el cabello de Rachel. Ese día se lo había dejado suelto; lo tenía largo y un poco ondulado, y a Draco le encantaba jugar con él, tocarlo y acariciarlo.

Cuando la clase terminó, guardaron sus cosas y se dispusieron a salir del aula.

—Señorita Weasley, ¿puedo hablar un momento con usted? —preguntó el profesor.

Rachel habría preferido decirle que no, pero aún quedaban alumnos y si se negaba, notarían su falta de respeto. Así que se acercó al escritorio con Draco pisándole los talones.

—Me gustaría hablar contigo a solas, Rachel.

Ella miró a Draco, luego al profesor, y luego a su alrededor: ya todos se habían ido.

—Draco es mi novio, él puede quedarse —Rachel no tenía miedo ni nada parecido, la única razón por la que quería que Draco se quedara a su lado era porque no tenía secretos con él. Además, ¿qué podía ser tan importante y privado como para que nadie más pudiese escuchar?

—Bien —el profesor suspiró, acomodándose el cabello rubio—. Rachel, me guaría que volvieses a enseñar en el taller. Antes de... Mira, tu y yo hacíamos un buen equipo. Eres muy buena enseñando y tu ayuda me venía muy bien. 

—No creo que sea lo correcto.

—Por favor. Piénsalo, ¿sí? Si no confías en mí, el señor Malfoy puede acompañarte también en cada una de nuestras reuniones.

—Mi novia sabe cuidarse sola —dijo Draco envolviendo la cintura de Rachel con uno de sus brazos—, aún así, estaría encantado de acompañarla en lo que sea si ella me lo pide. No se sabe la cantidad de idiotas que hay por ahí, ¿no crees, Brown?

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