01- Sirius Black

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Idiota

La boda de James y Lily fué una ceremonia pequeña pero muy linda, a la que asistieron sólo los más cercanos a la pareja. Josefa, como mejor amiga de Lily y hermana melliza de James, era la madrina; Sirius, como mejor amigo de James, era el padrino.

Josefa llevaba un largo vestido color violeta que la hacía verse alta y elegante, resaltando su largo cabello negro azabache y sus ojos color avellana, aunque por alguna razón, sus mejillas estaban muy rojas. ¿La razón? Sirius, que no dejaba de mirarla.

Luego del típico vals de los novios, fué el turno de los padrinos. Josefa avanzó lentamente hacia el centro de la pista de baile, pero se paralizó cuando Sirius pasó junto a ella llevando a Marlene McKinnon de la mano. Ambos comenzaron a bailar muy pegaditos mientras Josefa seguía de pie junto a ellos, a la vista de todos. James avanzó hasta su hermana y comenzó a bailar con ella mirando furioso a Sirius.

—Tienes que disculparlo —susurró James al ver que los ojos de Josefa estaban llenos de lágrimas—, no tiene sus cinco sentidos buenos —Josefa sabía desde el inicio de la ceremonia que Sirius no tenía sus cinco sentidos buenos, pues el olor a alcohol que emanaba hubiese mareado a cualquiera—; creo que nos excedimos con la despedida de soltero anoche, ¡hubieses visto a Lunático! —la chica no contestó—. La verdad es que Canuto ha estado triste desde que terminaron...

—Él terminó conmigo —lo corrigió Josefa.

—Se asustó porque le pediste matrimonio, hermanita. Sabes que Canuto no es un chico al que le gusta el compromiso.

—Pero dijo que me amaba.

—Si te sirve de consuelo, lo golpee por ser tan inmaduro —sonrió James—. Nadie juega con tus sentimientos, ni siquiera mi mejor amigo.

La canción terminó y Fabian Prewett -un apuesto pelirrojo perteneciente a la Orden del Fénix-, se acercó a la pista e invitó a Josefa a bailar, bajo la atenta y celosa mirada de Sirius.

Fabian hizo que Josefa olvidara sus penas por un rato; era gracioso y alegre, justo lo que ella necesitaba.

—Me duelen los pies —dijo la chica luego de la décima canción que bailaban.

—Vamos a beber algo —dijo Fabian, tomándole la cintura con suavidad y guiándola a la mesa más cercana.

—Suéltala —gruñó Sirius cortándoles el paso.

—No le hagas caso, Fabian —dijo Josefa—, vamos...

—¡Dije que la sueltes! —se notaba que Sirius hacía un esfuerzo mayúsculo por mantenerse en pie—. Jo... Josefa, hablemos...

—No quiero hablar contigo.

Ante la negativa de la chica de acompañarlo a un lugar más privado, Sirius se subió a la mesa pese a que Lupin intentó detenerlo. Ahora todos los invitados lo miraban tambalearse, mientras él se aclaraba la garganta y se pasaba una mano por su alborotado cabello negro con absoluta normalidad.

—¿Qué pasa? —preguntó Lily acercándose.

—¡Quiero denunciar que éste pelirrojo le está coqueteando a mi chica! —exclamó Sirius.

—Ya no soy tu chica —masculló Josefa con seriedad—. Ahora bájate y deja de hacer el ridículo, Sirius.

—Muchos están hablando de tí, Jose. Yo sólo quiero explicar que ya no estamos juntos... porque tu...

Canuto —James también se acercó—, no digas nada, hermano, no es necesario.

—...me pediste matrimonio —continuó Sirius—, y yo no acepté- Josefa sentía que se le caía la cara de vergüenza—; normalmente es el hombre quien pide matrimonio, pero tú sabías que yo no quería casarme y aún así... ¡Hey!, ¿a dónde vas? ¡Jose, falta la mejor parte!

La chica se marchó sin poder contener las lágrimas. Agradeció que nadie la siguiera y que sus padres ya estuviesen acostados, tomó sus cosas y salió a la calle; Sirius la alcanzó en el antejardín.

—¡Josefa, espera!

—Aléjate.

—¡Oye! —Sirius le tomó el brazo pero ella se volteó con brusquedad y le dió una cachetada que le dobló la cara; Sirius pareció mejorarse de su borrachera.

—¡¿No fué suficiente humillarme sacando a bailar a otra sino que ahora haces un show para que todos se enteren de que me rechazaste?! —exclamó Josefa—. Habíamos quedado en que lo que pasara entre nosotros no afectaría la boda, ¡prometiste comportarte!

—Pero...

—¡No quiero volver a verte!

Josefa desapareció antes de que Sirius volviese a hablar. Se apareció en una zona residencial muggle, donde vivía con Sirius desde que se graduaron de Hogwarts hasta hacía unas semanas; entró al edificio y saludó al conserje, pero no alcanzó a seguir avanzando...

—¡Josefa!

—Maldita sea... —susurró la chica volteándose—. ¿Qué quieres ahora, Black? —casi soltó una carcajada al ver a Sirius: estaba tan borracho, que no se había aparecido muy bien, y había perdido todos los pelos de su ceja derecha—. Sufriste una despartición.

—He estado peor —dijo Sirius arrodillándose.

—¿Qué haces...?

—No me dejaste terminar hace un rato, así que ahora iré al grano —sacó con dificultad una pequeña cajita negra de su túnica, y la abrió con movimientos torpes, dejando ver un fino y delicado anillo—. Sé que te dije que no quería compromisos con nadie, pero éstos días separados me he dado cuenta de que no puedo vivir sin tí. Mi vida es un caos sin tu ayuda, linda. En éstas tres semanas viviendo solo he quemado siete sartenes, porque se me olvida que estoy cocinando panqueques; tengo que levantarme todas las noches a buscar una frazada extra porque me da frío, y lo peor: cada mañana despierto sin ver tu hermosa sonrisa.

—¿Por qué bailaste con otra?

—Quería darte celos.

—Pues funcionó —Sirius sonrió triunfante.

—Así que, ¿qué dices?, ¿te casas conmigo?

—Idiota —susurró Josefa fregándose los ojos—, ¡me enamoré de un idiota!

—Eso... ¿es un sí o debería temer nuevamente por mi integridad física?

—¡Es un sí! —exclamó la chica agachándose y dándole un beso—. Merlín, apestas, Sirius.

—No me he bañado muy seguido en los últimos días, lo siento —susurró Sirius poniéndole el anillo.

—¿Por qué?

—No es entretenido cuando me baño solo —la miró con picardía y ella se sonrojó.

Se pusieron de pie y cuando pasaron nuevamente junto al conserje, Sirius le dijo:

—No se preocupe si escucha ruidos, vamos a bañarnos y mi prometida es muy traviesa.

—¡Sirius! —exclamó Josefa poniéndose roja—, ¡no seas grosero!

—¡Oh, lo siento!, ¿quiere venir con nosotros, buen hombre?

—¡Sirius!

—Lo siento, cariño, es broma. Sabes que no te comparto con nadie.

—Me enamoré de un idiota —repitió la chica.

—Tú idiota —recalcó Sirius.

Fin

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