24.3- Draco Malfoy

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CAPÍTULO 4

HELENA

Siento los labios de Draco rozando los míos en un movimiento tan conocido y agradable, un toque hipnótico que me hace tardar varios segundos en reaccionar, pero me obligo a apartarme.

—¿Qué haces?

—Helena, yo...

—¡No!

—Espera...

—No puedes venir y besarme después de lo que hiciste... Así no se arreglan las cosas. Dijiste que... que seríamos amigos, y...

—¡No seas ridícula! —se pone de pie con violencia, volteando la silla sobre la que estaba sentado—. ¿Amigos tú y yo? No podemos ser sólo amigos. Nos amamos, una simple amistad no funciona entre nosotros.

Intenta acercarse nuevamente, pero lo esquivo. Draco no está respetando mis decisiones y eso me molesta. 

—Debo irme. Fue mala idea reunirnos.

—¿Hay alguien más? Porque esa es la única razón de que me rechaces.

Odio cuando Draco se comporta así, tratándome como una chica predecible sólo porque cree tener poder sobre mí.

—De hecho... Sí, hay alguien más. Pero si no te devolví el beso es simplemente porque no quise. Y agradecería que respetes mi espacio personal de ahora en adelante porque comienzas a volverte molesto. Adiós.

Salgo de las cocinas con una sensación de molestia creciente. Draco puede ser un verdadero imbécil cuando se lo propone, su actitud nefasta sólo me traerá problemas y eso es lo que menos necesito ahora. 

Demonios, ni siquiera pude terminar mi improvisada cena.

Camino por los desiertos pasillos del castillo hasta un aula vacía en el tercer piso, en la que no encuentro más que una cabellera azabache brillando bajo la luz de la luna. 

Harry se voltea en cuanto escucha mis pasos y me sonríe. Le sonrío de vuelta.

—Tardaste hoy —murmura abrazando mi cintura.

—Lo sé, se me pasó la hora —beso sus labios con suavidad y él me corresponde de inmediato, acariciando mi cintura por sobre la tela de mi túnica.

Él y yo no somos novios. Nuestra relación podría resumirse muy bien a una de amigos con derechos.

—No te vi en la cena y creí que tendrías hambre —indica el escritorio donde hay un plato con un trozo de budín de verduras y papas asadas, además de un vaso con jugo.

—Te mereces el cielo, Harry.

Me siento a degustar la comida y él se sienta a mi lado, sacando algunas papas.

Lo mío con Harry resultó sorpresivo tanto para él como para mí. En años anteriores, nunca fuimos enemigos como él y Draco, pero tampoco fuimos amigos. Todo cambió una tarde a principios de este año escolar. Coincidimos en la torre de astronomía y comenzamos a hablar, olvidando el hecho de que mi ex novio y su mejor amiga tenían algo.

Las tardes charlando se repitieron por varias semanas en las que cierta conexión surgió entre nosotros. Una tarde me besó. Su beso fue torpe y noté su poca experiencia, pero no fue algo que me molestara en lo absoluto. Harry logró sacarme sonrisas en momentos grises y días malos. Es un buen amigo, y nos otorgamos buena compañía. Me basta con eso.

—Por cierto, ¿has hablado con Malfoy?

Trago con dificultad ante su pregunta. Rayos, eso no me lo esperaba.

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