One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1

29.2- James Sirius Potter

—Me gusta tu cabello, abuelo —comentó Georgie mientras peinaba el largo cabello de Lucius Malfoy con sus dedos.

—Lo sé. Llevas diciéndomelo desde pequeña, Georgie, tratándome como tu muñeca personal.

Georgie rió y le besó la mejilla, abrazándolo. Ella, sus hermanos, sus padres, Teddy y sus abuelos paternos estaban celebrando la navidad en la mansión Malfoy. Y mientras la cena se preparaba, todos esperaban sentados en los sillones.

—¿Cómo les ha ido en Hogwarts, Remus? —preguntó Narcisa, y Remus le dedicó una sonrisa traviesa.

—Soy la sensación entre las chicas, abuela.

—Me refiero a tus estudios —rió Narcisa.

—¡Aah! Pues... súper bien, abuela. Geo y yo somos los favoritos de los profesores. Tanto así que no se resisten y se la pasan enviándole cartas a nuestros padres. ¿Verdad, papá?

Draco rodó los ojos.

—Sí, claro, hijo. Nos envían muchas felicitaciones —respondió con ironía—. Y ya que estamos hablando de tu perfecto e intachable comportamiento, ¿podrías explicarnos por qué golpeaste a James hace unas semanas?

—¿Al hijo de Potter? —exclamó Lucius, eufórico—. ¿Lo golpeaste, Remus? —el rubio asintió—. ¡Ese es mi nieto! —chocó los cinco con Remus, recibiendo una mala mirada de Narcisa.

—Golpeé a James porque se lo merecía. No daré más detalles, no sería de caballeros.

—Yo escuché que fue por una chica —susurró Scorpius en el oído de Hope.

—¿Una chica? —se extrañó Hope mirando de inmediato a Georgie, que parecía muy interesada en las puntas de su cabello—. Ya veo.

—Familia, tengo una noticia que darles —dijo Teddy de manera nerviosa—. Le pedí matrimonio a Victoire... ¡y dijo que sí!

Hope y Georgie gritaron de emoción, y en los siguientes minutos todos se dedicaron a felicitar a Teddy por su reciente compromiso.

•

Ya era muy tarde cuando Georgie se fue a su habitación. El primero en acostarse había sido Remus, el pobre había comido demasiado, terminando con un feo dolor de estómago. Luego Scorpius se había quedado dormido en el sillón, y finalmente ella se había despedido de los adultos para subir a descansar.

Georgie cepilló sus dientes y luego se puso pijama. Abrió las tapas de su cama y finalmente se acercó a la ventana para asegurarse de que estuviese bien cerrada, y saltó de susto cuando tocó el vidrio y este se deslizó con velocidad, abriéndose.

—No te asustes, soy yo —la voz de James llegó a sus oídos desde la nada.

—¿James? 

Ella se apartó cuando un cuerpo invisible la empujó de manera suave, y James apareció quitándose la capa de invisibilidad que su padre le había heredado. 

Y Georgie no pudo evitar reír. Allí estaba James, en medio de su habitación con su alborotado cabello negro, sus ojos marrones y su cuerpo esbelto, sonriéndole.

—Hola, Georgie.

El chico afirmó su escoba en la pared y le tendió la capa a Georgie.

—¿Te gusta? Es es genial. Papá acaba de dármela, me dijo que la usara sólo en emergencias y... Bueno, creí conveniente usarla esta noche para venir a verte.

A Georgie no le impresionaba tanto la asombrosa capa, sino el hecho de que James se encontraba en su habitación a esas horas de la noche.

—¿Qué se supone que haces aquí? —exclamó cuando salió de su sorpresa—. ¡Si mi papá se entera nos matará a los dos!