One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1

36.4- Draco Malfoy

*Capítulo editado.

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05

Draco y Scorpius llegaron a Francia una semana después del encuentro en el hotel. Jules, Antoine e Isabella habían llegado una semana antes, y Jules había preparado una buena habitación para que Draco y Scorpius se sintieran cómodos. 

Antoine tenía razón, Draco también tenía derecho a compartir con Isabella y Jules ya lo había aceptado.

Draco se sorprendió del lugar que encontró en Francia. La casa de Antoine estaba situada en lo alto de una pequeña colina; era una mansión espléndida, un poco más pequeña que la mansión Malfoy pero igual de imponente, rodeada de un césped verde, árboles frutales y fuentes de agua. 

—¿Te gusta este lugar, Scorpius? —preguntó Jules cuando los recibió en la entrada. El pequeño rubio miraba a su alrededor con los ojos muy abiertos, en cambio Isabella lo miraba a él con absoluta curiosidad.

—Shí —respondió el pequeño.

—Bienvenido, Draco —Antoine le tendió la mano, y esta vez Draco no tuvo más remedio que estrechársela.

—Entremos para que se acomoden. 

No pasaron ni cinco minutos desde su llegada, y Scorpius ya corría por todo el salón junto Isabella, jugando con una pequeña quaffle de goma.

—Es el primer niño con el que Isabella socializa tan rápido —se extrañó Jules.

—Son hermanos, no debería extrañarte —respondió Draco frotándose los ojos por el cansancio del largo viaje—. Scorpius, hijo, ¿quieres descansar?

—Noo... 

—Por Dios.

—Son niños —rió Antoine—. A esta edad lo que menos hacen es cansarse. Bueno, yo me voy, debo trabajar —tomó su maletín y el saco de su traje, y se despidió de Isabella y luego de Jules con un beso en los labios; Draco miró hacia otro lado haciendo una mueca de desagrado—. Nos vemos en la tarde. Nuevamente bienvenido, Draco, estás en tu casa —le tendió la mano y se marchó a través de la chimenea.

—Vamos —dijo Jules al ver que Draco estaba muy cansado—, te enseñaré tu habitación para que puedas dormir un rato. Yo me ocuparé de Scorpius.

—¿Estás segura?

—Sí. Créeme que tengo suficiente entrenamiento con Isabella, a veces no se queda quieta.

—Scorpius es un niño tranquilo, no da problemas. Es que... no quiero que te sientas incómoda.

—¿Incómoda? ¿Por qué me sentiría incómoda?

—Es que... es el hijo de Astoria —el rubio pronunció esas palabras con mucho cuidado, como si esperara que Jules explotara de pronto, pero increíblemente ella sonrió y movió la cabeza restándole importancia.

—Scorpius es tu hijo también y hermano de mi hija, ¿por qué habría de sentirme incómoda? Un niño no tiene la culpa de lo que ha pasado entre los adultos, Draco. Además, él es demasiado tierno. No seas idiota, sígueme.

Jules fué a dejar a Draco a su habitación y lo ayudó a acomodar sus cosas y las de Scorpius, pues se quedarían por un tiempo prolongado.

—Gracias por permitirme una oportunidad con Isabella, Jules.

—Agradéceselo a Antoine, él me convenció —respondió la castaña, y fingió no escuchar el gruñido que soltó Draco al escuchar el nombre del francés.