53.2- Fred Weasley/Draco Malfoy

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BETH

—¡Levicorpus! —gritó Colin Creevey, logrando al fin levantar a su hermano Dennis en el aire—. ¡Lo hice! —exclamó desconcentrándose y dejándolo caer—. Uy, lo siento, Dennis.

—Bien hecho —susurré pasando junto a ellos—. No lo de dejarlo caer, pero si lo de lograr el hechizo.

—Hemos avanzado mucho, ¿verdad, Beth?

Miré a mi alrededor. La Sala de Menesteres, una sala que sólo aparece en Hogwarts en momentos de necesidad equipada con lo que la gente necesita, estaba llena de alumnos, los mismos que nos habíamos reunido en Cabeza de Puerco hacía unas semanas atrás. Habíamos comenzado como una verdadera chusma sin idea de nada, pero Harry, con paciencia, nos fue enseñando. Ahora, a tan sólo un par de días de navidad, manejábamos los hechizos básicos y pronto estaríamos listos para practicar magia más avanzada.

—Parece que somos buenos alumnos —dije cuando Harry se acercó a nosotros.

—Son los mejores —dijo el azabache, mirando a Cho Chang practicando el mismo hechizo de Colin. 

Me alejé y comencé a practicar mis hechizos junto a Hermione, ignorando la puntada de celos que me recorría cada vez que Melannie soltaba una carcajada en la otra esquina, donde practicaba, reía y tonteaba con Fred.

—Es un poco sosa, si me lo preguntas —murmuró Hermione cuando nos detuvimos a descansar.

—¿Quién?

—Melannie. No se esfuerza en aprender, como si no le interesara. Y Fred se queda atrás por ella, haciéndose el idiota y fallando en todo a propósito para hacerla reír. Me estresan.

—Así lo pasan bien —dije, haciendo levitar unas plumas con mi varita—. Déjalos disfrutar.

Cada vez que Hermione intentaba preguntarme qué había ocurrido entre Fred y yo, cambiaba de tema o respondía con palabras vagas. No quería hablar de él, ni de la discusión que tuvimos en Hogsmeade, ni de las miradas con un toque de melancolía que compartíamos cada vez que nos encontrábamos en algún lugar. Porque eso era lo único que quedaba de nuestra amistad: las miradas. 

Ya no hablábamos más, Fred no se acercaba como antes para sentarse a mi lado en el desayuno, o para mostrarme algún invento nuevo que acababa de crear. Y mentiría si dijera que no lo extrañaba. Porque él seguía siendo de mis mejores amigos, el chico que me gustaba desde los once.

Cuando la sesión de esa noche terminó, Hermione, Ginny y yo caminábamos hacia la sala común de Gryffindor cuando alguien tocó mi hombro.

Era Melannie.

—Beth, ¿podemos hablar?

—Uh, claro —contesté extrañada.

Nos acercamos a un lado del pasillo y ella esperó a que Hermione y Ginny se alejaran para abrir la boca.

—Quería preguntarte sobre Fred.

No me extrañó su pregunta.

—¿Qué quieres saber?

—¿De verdad le gusto? Quiero decir... ya sabes cómo es, que todo el tiempo bromea, entonces es difícil saber cuándo habla en serio y cuándo no. Él dijo... dijo que yo le gustaba, y me besó —Melannie sonrió como idiota—. Pero necesito saber si sólo juega conmigo o si de verdad, ya sabes, podríamos tener algo.

No voy a mentir. La idea de decirle que Fred jugaba con ella y que lo mejor sería alejarse de él pasó por mi cabeza, pero rápidamente lo descarté. Si lo hacía, en el mejor de los casos Fred terminaría odiándome.

One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora