36.6- Draco Malfoy - FINAL

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ÚLTIMO CAPÍTULO

Un año después...

Jules sonrió mirando a Scorpius e Isabella jugando sobre la hierva. Era increíble la unión que se había formado en entre ellos; hacían prácticamente todo juntos y gracias a Scorpius Isabella era mucho más expresiva y comunicativa, incluso se atrevía a jugar con otros niños si iban al parque.

¡Mida, una flod, una flod!

Había cientos de flores en los jardines de la mansión Malfoy, pero Scorpius e Isabella se maravillaron admirando un pequeño girasol que había decidido crecer lejos de los demás, casi en medio del camino que serpenteaba por el jardín.

"Se quieren tanto. ¿Cómo voy a separarlos cuando vuelva a Francia?", pensó Jules sintiendo un nudo formándose en su garganta, "¿Cómo voy a separarme de Scorpius?".

Ciertamente ella e Isabella estaban en Inglaterra sólo para visitar a sus abuelos, pero tarde o temprano tendría que volver a París, a su casa, a... a la casa que solía ser su hogar con Antoine.

—Mira quién despertó, Juls —exclamó Draco saliendo de la mansión con un risueño bebé en sus brazos.

El pequeño Antoine tenía seis meses de edad, y sus ojos azules como zafiros y su cabello castaño revelaban su verdadera descendencia. Era un bebé muy inteligente y astuto, y le encantaba mirar a sus hermanos correr por el jardín.

¡Mama! —chilló en brazos de Draco, aunque cuando Jules quiso tomarlo, él se negó aferrándose al cuello del rubio.

—¿Ves? Le encanta estar conmigo, ¿verdad, pequeñín? —rió Draco besándole la cabeza—. Lo saqué de la cuna porque estaba llorando y decidí traerlo para que tome un poco de sol.

—Está bien, Draco. Sabes que puedes tomarlo sin ningún problema. ¿Le revisaste...?

—Sí, su pañal está limpio.

Antoine puso sus manitos sobre el rostro de Draco, que empezó a hacer muecas chistosas haciéndolo reír. Jules sonrió con ternura y se agachó para recibir con un abrazo a Scorpius e Isabella, que corrieron hacia ella.

Mida, mamá —dijo Isabella enseñándole un pétalo de rosa—. Flod.

—Sí, hija. Es una flor.

Mida mamá —dijo Scorpius enseñándole un puñado de hiervas, y tanto Draco como Jules se quedaron de piedra, pues era la primera vez que Scorpius le decía "mamá"—. No flodes.

Jules sabía la historia de cómo la maternidad había afectado a Astoria. Sabía que Scorpius nunca tuvo una figura materna positiva... hasta que la conoció a ella. Todas las noches Jules lo arropaba al igual que a Isabella, le contaba cuentos, lo peinaba y arreglaba, jugaba con él e incluso lo mimaba y regañaba. No tenía diferencias entre él y sus verdaderos hijos. Pero aún así, se sorprendió al escuchar a Scorpius llamarla mamá. Sintió su corazón derretirse de amor al ver la emoción en los ojitos del niño al pronunciar esa palabra. Él la veía como su mamá, y ella lo veía como su hijo.

—Tienes razón, Scorp, no son flores. Pero también están muy lindas —dijo Jules acariciándole la mejilla.

Ambos niños continuaron corriendo por el jardín, persiguiendo uno de los pavorreales, y Jules seguía en silencio procesando lo que acababa de ocurrir.

—No te vayas, Jules. No vuelvas a Francia.

—Draco...

—No rompas la familia que hemos formado estos últimos meses. Sé que no ha pasado nada entre nosotros, pero sí entre nuestros hijos. ¿Cómo me vas a separar de Isabella y Antoine? ¿Cómo te vas a separar de Scorpius?

One-Shots • Harry Potter saga || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora