Capítulo 13

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-¿De verdad tienes que irte, Mira-chan?-preguntó Yurika con voz triste por enésima vez ese día.

Miranda ya tenía el corazón por el piso, aunque trataba de disimularlo mientras acomodaba la ropa en su maleta, Yurika la ayudó con la de Ryonosuke minutos antes, ahora estaba sentada en la punta de la cama, haciéndole compañía... y compartiendo la misma sensación de desazón.

-Sí...

-Puedes denunciarlo, lo que está haciendo ese idiota es chantaje, puro y vil chantaje.

-Él y yo lo sabemos muy bien.-suspiró Miranda, doblando la última camiseta.-pero... siendo realista, es verdad que puede ayudar económicamente con el tratamiento de Ryo... y que eso me quitaría un gran peso de mis hombros. Entre los medicamentos y los controles que tendrá de ahora en adelante es un gasto extra que no esperaba...

-Podrías gastar del fideicomiso que Daiki le dejó...

Miranda disimuló muy bien el dolor en su corazón por ese recuerdo.

-Lo pensé en un momento, pero... él la dejó específicamente para la universidad, trabajó tanto para dejar ese dinero... y... se lo prometí, Yurika, le prometí que sólo lo tocaría cuando Ryo se decidiera por la universidad, le di a entender que con mi trabajo y la pensión sería suficiente para mantenernos hasta entonces.

-Pero te negaron la pensión, y ahora tienes dos trabajos para pagar... o los tenías.

El hecho de que le negaran la pensión por viudez era algo que decidió no darle mucha importancia... porque era inútil luchar contra la burocracia, mucho menos cuando todavía se carga con el duelo por la pérdida de un ser amado como Daiki.

-El único trabajo que voy a extrañar es el de tu tienda, Yuri-chan.-dijo con una sonrisa... a la que Yurika correspondió de manera temblorosa antes de levantarse y abrazarla.

-Los voy a extrañar mucho, de verdad, no quiero que se vayan...

Miranda también la abrazó y palmeó su espalda con suavidad para consolarla.

-Nosotros también te extrañaremos... trataré de venir en fechas especiales. Young Soo no puede prohibirnos regresar.

-Y si lo hace, yo misma iré a buscarlos y traerlos, no me importa si me persigue toda la policía de Seúl.

Eso la hizo reír con sinceridad, después apartó a su amiga para secar sus lágrimas y pedirle que la ayudara a acomodar el resto de las cosas.

Young Soo sugirió que no vendiera la casa, ya que entendía que estaba llena de recuerdos con Daiki y que sería demasiado impacto para Ryonosuke venderla y no contar con ese "segundo hogar" cuando volviera a Kyoto cada vez que quisiera... Miranda tuvo que admitir, muy a su pesar, que era un gesto muy amable viniendo del hombre que no dudó en amenazarla con deportarla si no aceptaba la mudanza a Seúl.

Con su hijo era el hombre más maravilloso y tierno del universo, con ella... bueno, se toleraban, hasta podían ponerse de acuerdo respecto a quien pasaría la noche con Ryonosuke y quien volvería a su residencia para descansar.

Podían comportarse como adultos en pos del bienestar del niño, pero cuando él no los observaba no hacían más que discutir, y, en el caso de ella, lanzarle las miradas más frías y resentidas... a las que él respondía con la misma frialdad pero con una sonrisa sardónica que la irritaba todavía más.

-Todo está aquí... no falta nada... -murmuró Ryonosuke, observando el contenido de su maleta encima de la cama, faltaba solo una hora para ir al aeropuerto, pero insistió en revisarla una última vez. Miranda lo vio como un modo de aceptar esta nueva aventura.

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora