Capítulo 21

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Por primera vez en mucho tiempo Miranda no organizó su día en base a las clases y tareas que debía dar a sus alumnos. Se podría decir que era el primer día libre, uno que ella misma decidió tener.

Uno en el que exploraría Seúl después de siete años negándose a recordar todo lo que vivió en esta ciudad.

Tenía que mentalizarse que no era la misma Miranda de ese entonces: una demasiado joven e ingenua, ahora era una mujer adulta, madre de un niño maravilloso y viuda de un hombre que fue el gran y único amor de su vida. Ahora tenía otro amor, por supuesto, amor de madre, pero dudaba que pudiera volver a amar como una mujer...

Salió de ese bucle de pensamientos, no tenía sentido reflexionar sobre eso cuando tenía todo un día libre para ella sola.

Realizó su rutina semanal de levantarse e ir a desayunar con los Park, uno donde Min So debatió un poco sobre la salud de Young Soo (por suerte, con él presente) y le solicitó que se tomara todo con calma... que si estaba tan agotado no le vendría mal descansar unos días... pero él se negó a ese pedido, asegurando que solo necesitó una noche de sueño reparador, no requería más días de descanso. Su madre decidió no insistir, y su padre le lanzó una mirada de entendimiento... pero de reproche a la vez. Won-hae se comunicaba de esa manera, y todos los cercanos a él lo entendían sin necesidad de palabras.

Después de eso ayudó a Ryonosuke a prepararse para la escuela, lo despidió con un beso y un abrazo y pasó directo a la casa anexo para buscar su bolso y un abrigo, ya que estaban pisando el otoño, y corría una brisa fría por las tardes.

De regreso a la mansión para salir por la puerta principal, debatió consigo misma si debía avisar a Won-hae o a Min So que tenía planeado salir, el primero seguro aceptaría que le contara que no estaría en todo el día... pero la segunda no podía importarle menos si ella estaba o no en la casa.

No obstante, tuvo que decidirse rápido cuando se encontró con Won-hae de camino a la puerta principal, él la miró con cierta curiosidad, pero el brillo de sus ojos era amable, Miranda a veces presentía que no la veía a ella exactamente... sino a alguien en sus recuerdos, y estos parecían ser agridulces.

-Uhmm... voy a salir un rato, señor Park. Volveré para la cena.

-Me parece bien, Miranda. Espero que pase un buen día.

Todos los nervios por enfrentar al gran patriarca de la familia se esfumaron, y le sonrió, sinceramente agradecida.

-Gracias, señor Park.

Se despidió con una educada inclinación de cabeza, igual que él, y salió de la casa a explorar la capital como una turista "normal", de esas que no escondía una historia detrás del por qué se negó por tanto tiempo a explorar dicha capital.

El vecindario donde vivían los Park era uno de los mejores, por supuesto, pero además de eso, estaba cerca de la estación y de las zonas comerciales. La parada más cercana quedaba a dos manzanas de distancia, caminó a paso tranquilo, sin prisa por cumplir ningún horario a pesar que su lado estructurado le exigía se rigiera por algún horario... pero calló esa parte de ella con todas sus fuerzas.

El autobús la dejó cerca de una de las calles principales de Seúl, Dongdaemun, fue uno de los primeros lugares a los que fue en su época de estudiante, estaba integrada por una infinidad de comercios de accesorios, ropa, comida, libros... un sinfín de posibilidades, y por eso decidió no regirse por un horario, quería explorar todo lo que no pudo en su momento.

A pesar que no quería regirse por una estructura y solo caminar sin rumbo... mentalmente registraba cada lugar para tenerlo en cuenta cuando Ryonosuke la acompañara como por ejemplo qué cafetería era más vistosa, o si había una con perros o gatos, ya que amaba interactuar con mascotas.

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora