Capítulo 4

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 Miranda Yamagawa estaba arrastrando los pies después de una larga jornada en la academia de idiomas: uno de sus alumnos se negaba a realizar las tareas que les dejaba cada semana, quería que se centrara en la conversación y no en la parte morfológica. Ese alumno tenía la ilusa ilusión de que el español no era tan complicado como ella lo hacía ver, y que solo les hacía perder el tiempo en este curso acelerado que solo duraba tres meses, con clases de dos veces por semana y que solo duraban dos horas.

Ella tenía la ilusa ilusión de renunciar, pero lo que ganaba en la academia le ayudaba a pagar las cuentas de la casa, y su trabajo de medio tiempo con su mejor amiga Yurika en la tienda de ropa servía para gastos extras de la escuela de Ryonosuke. Si con dos trabajos estaba mentalmente agotada, sumar las clases online de español, inglés y coreano era la gota que rebalsaba el vaso, no obstante, si este último resultaba ser un éxito, la ilusa ilusión de renunciar a la academia sería un hecho, no un mero deseo de huir del director que nunca estaba de su parte, aunque ella pusiera todo su sudor y lágrimas en cada clase.

-¿Yamagawa Miranda-san?

La voz ronca de un hombre desconocido viajó con la brisa, todos los instintos de supervivencia de Miranda se activaron. Dejó de caminar, sólo estaba a diez metros de la academia, si ese hombre que aún seguía detrás de ella quería hacerle algo... sólo tenía que correr de vuelta al edificio y buscar al guardia nocturno.

Giró la cabeza con más lentitud de la que era necesaria, su recelo era justificado: ya eran las ocho de la noche, y estaba en un vecindario silencioso, con poca iluminación salvo por los postes de luz de la calle.

-¿Sí?

El dueño de la voz ronca avanzó, tenía las manos en los bolsillos de un traje que parecía costoso, todo en él gritaba que se bañaba en dólares, prácticamente.

-¿Qué tal su coreano? La verdad, mi japonés está un poco oxidado, preferiría comunicarme en mi idioma original, si no le importa.

A pesar de la distancia, Miranda podía distinguir el brillo helado de sus ojos color café, era capaz de congelar todos sus huesos. Además... ¿Cómo sabía que podía hablar en coreano?

-¿Quién es usted?-preguntó en coreano, y trató de imitar su mirada helada.

Él pareció un poco perturbado, fue lindo ver a alguien tan grande perder la estabilidad por unos breves segundos.

-¿De verdad no me recuerda?

-¿Debería recordarlo?

El hombre carraspeó. ¿Por qué debería recordar a un hombre de hombros anchos, de un metro noventa de alto, y de mirada tan frívola e intimidante?

-Bueno, eso no importa ahora. Pensé que podría resultarle un poco familiar, después de todo... sólo pasaron seis semanas desde la última vez que nos vimos, Miranda-san.

Qué tipo tan odiosamente arrogante. Ella soltó un bufido y ya estaba alejándose para dar por terminado ese encuentro.

-No sé quién es usted, y si planea seguir con esta absurda conversación, hay un guardia de seguridad justo detrás, en ese edificio, iré hasta él y le pediré que llame a la policía.

-¿Seguiría considerando absurda esta conversación si le dijera que sé sobre su relación con Park Dae-hyun?

Ella esperaba no haber perdido todo el color en el rostro, pero por el modo en que el sudor frío recorrió todo su cuerpo... evidentemente, no pudo evitar empalidecer.

-No conozco a ningún Park Dae-hyun, señor. Se equivocó de persona.

-¿Ah, sí? yo creo que no.

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora