Capítulo 16

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Young Soo pudo tranquilizarse después de ese incidente observando la ceremonia de Miranda para acostar a Ryonosuke: primero iba al baño para supervisar su lavado de dientes, después elegía su pijama, que el niño insistía en que podía ponerse solo hasta que el cuello de la camiseta quedaba atorado en su cabecita, provocando risas por parte de ambos y Miranda acudiendo a su rescate, después el niño caminaba hasta la cama, dando saltitos alegres, y con la misma alegría esperaba que su madre lo arropara y le diera un tierno beso de buenas noches en la frente.

Era una ceremonia que conmovió el corazón de Young Soo, más de lo que quería admitir, ser testigo de semejante amor y devoción era algo que no veía muy seguido... por no decir que no lo veía nunca. Su vida no pasaba más allá de la oficina y de la sala de juntas... y reuniones sociales que eran innecesariamente necesarias para las relaciones públicas.

-... ¿Puede dejar de ver a mi esposa, baka-Young Soo?

-¡Yo no la estoy...!-susurró.

Daiki estaba en el umbral de la puerta, a su lado, tenía la misma expresión acusadora... que no resultaba amenazadora porque era más alto y podría pisotearlo sin problemas...

Si tan solo fuera de carne y hueso.

-¿Young Soo? ¿Está bien?

Miranda lo miraba con la misma expresión curiosa y deseosa de llamar al hospital psiquiátrico más cercano.

-Eh... sí. Es el mosquito.-agitó la mano en dirección a Daiki para reforzar sus palabras.-es muy molesto.

-El molesto es usted por decirme mosquito. ¡Soy un fantasma, maldita sea!

-Yo no veo ningún mosquito-dijo ella con suavidad.

Young Soo se apartó para dejarla salir, la siguió con paso tranquilo... no sin antes mirar por última vez al niño, que ya estaba acurrucado bajo las mantas, con los ojitos fuertemente cerrados. Eso calmó un poco sus nervios por ver e interactuar con el fantasma del esposo de Miranda.

-Es muy veloz.-contestó, retomando el paso.

-¿Lo escucha zumbar en su oído o alrededor?

-Eh... alrededor, creo.

-Uhmm... ¿Lo escucha ahora?

Daiki se adelantó para quedar de frente con una sonrisa burlona.

-No. Pero sé que está ahí, esperando para molestarme con su zumbido molesto.-dijo entre dientes.

-Primero debería descartar si no es una infección en el oído.

-¿Infección?

-Sí...-ella alzó la cabeza, tratando de mirar su oreja.-¿Podría... eh... agacharse un poco?

No supo que le perturbó más: verla avergonzada por pedirle que se agachara porque no quería perder la dignidad poniéndose de puntitas, o el brillo maternal en su mirada. Estaba acostumbrado a su odio, no a su preocupación.

-Sí.-contestó, no encontró algo más inteligente para decir y dobló las rodillas para ajustarse a su altura.

-Solo quiero ver si la zona está roja... no puedo ver la parte interna... pero si está roja, es una señal más clara para que vaya al especialista cuanto antes...

Ella cortó la distancia que los separaba, no lo tocó, pero sí estaba muy cerca, tanto que podía percibir su calor corporal y el aroma que traía con ella...

-No veo nada en este... ¿Será en el otro?

Lo rodeó para revisar la oreja derecha, seguía cerca, su aroma era más perceptible y mucho más dulce... ¿Qué era? ¿Jabón de tocador...? Sí, olía a jabón de tocador... uno suave, pero dulce al mismo tiempo, iba muy bien con ella...

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora