Young Soo podía decir que las primeras dos semanas fueron bastantes aceptables: Ryonosuke se estaba adaptando muy bien a su nueva vida en Seúl, casi no notaba el cambio en su dieta, la única comida que lamentaba no poder consumir era el chocolate, su postre favorito de toda la vida, pero entre Miranda y él lograron apaciguarlo con la promesa de que podría comer otros alimentos para sustituirlo.
Aunque Young Soo sabía que nada sustituiría semejante regalo de los dioses, no se consideraba un gran consumidor de cosas dulces, pero si tenía la oportunidad de comer un chocolate, lo hacía y lo disfrutaba, le dolía el corazón pensar que su sobrino no podría disfrutarlo nunca más.
La primera semana fue de adaptación no tan sólo para el pequeño... también para Miranda, que básicamente no salió del anexo, salvo para acompañarlos en el desayuno, almuerzo y cena de todos los días, Ryonosuke no entendía por qué ella tenía que dormir alejada de la casa principal... pero su abuela contestaba que era lo mejor, ella recibía varios invitados a lo largo del día, y ya que Miranda expresó que aprovecharía para ponerse al día con sus estudios, pensó que el anexo era el lugar perfecto para estudiar sin ser molestada por el ajetreo de la casa principal...
Lo decía con tanta elocuencia y sonriendo como si le hubiera dado a Miranda un gran regalo, que Ryonosuke no cuestionó más su decisión y sumó a su rutina diaria el ir a buscar a su madre cuando era las horas de las comidas, y pasar esos intervalos con ella.
Hasta la segunda semana, cuando su abuela decidió que ya era momento de asignarle maestros particulares para que lo prepararan para el ingreso a su nueva escuela. Miranda no pudo discutir esa decisión, ya que también sabía que el niño necesitaba reforzar su coreano para que se adaptara a la escuela sin problemas. Ella se encargó de enseñarle coreano e inglés esa semana, mientras Min So le consiguió un profesor de matemáticas, y otros de ciencias y arte, así que el niño básicamente pasaba todo su día estudiando... algo que despertó varios roces entre Miranda y Min So, roces que solo los adultos (es decir, Young Soo y su padre) presenciaron.
-Dentro de nuestro sistema, el niño perdió un año, tiene que ponerse al día para que sus nuevos compañeritos no lo hagan a menos.-decía Min So con toda la lógica y seriedad del universo, a lo que Miranda contestaba:
-Entiendo eso, solo pido no saturarlo, mi hijo merece tener un descanso entre las clases.
-Cuando ingrese a la escuela elemental no tendrá dichos descansos.
-Lo sé, pero no tiene que agobiarlo con tanta anticipación, es su segunda semana en esta ciudad, y antes de mudarnos mi hijo estaba al día con todas sus materias y le iba muy bien.
-¿Muy bien? el niño tiene potencial para ser no un buen estudiante, sino un excelente estudiante, ha sido demasiado permisiva y no está explotando su potencial...
-¡Sólo tiene siete años, señora Park!
-En edad coreana ya tiene ocho, señora Yamagawa.
Young Soo sólo podía mirar a su padre en la otra punta de la mesa del comedor, esa conversación salió justo después que su madre le informara a Miranda sobre la nueva carga horaria, su plan era que Ryonosuke ingresara a la escuela elemental en dos semanas como mínimo... y Miranda sacó su lado leonino sobreprotector sin pensarlo dos veces.
-Madre.-dijo, no le gustaba intervenir en discusiones de mujeres, pero tenía que decir algo, antes que se mataran.-tengo que estar de acuerdo con Miranda en esto, es segunda semana, aumentar su carga de estudios después de todo lo que pasó no me parece justo para el niño.
Él desvió la atención de su madre un momento... y notó que Miranda lo miraba con una mezcla de sorpresa y agradecimiento, algo totalmente distinto al brillo de odio al que estaba acostumbrado.
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Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceEl futuro parecía brillar para Miranda Ocampo tras trasladarse a Seúl para estudiar el idioma coreano en una de las universidades más prestigiosas. Sin embargo, una tormentosa relación de una noche cambió sus planes para siempre. Al descubrir que es...