Capítulo 27

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El orgullo muchas veces puede llevarte a hacer cosas demasiado estúpidas... y besar a Miranda debería ser una de ellas, pero no le estaba dando tanta importancia a ese pensamiento... no cuando decidió sentir.

Sentir la humedad y la suavidad de sus labios mientras los suyos se movían para saborearlos, eran más dulces de lo que pudo imaginar en algún momento.

Miranda soltó algo parecido a un suspiro y quejido combinado que encendió su deseo aún más, al punto que quiso invadir su boca hasta hacerla delirar...

Pero no lo hizo. Ella no correspondió el beso en ningún momento, se mantuvo rígida, quizás deseando que todo fuera un sueño... o una pesadilla.

El orgullo de Young Soo no era tan grande como para forzarla a que le correspondiera el beso, así que se apartó (aunque fue lo más difícil que hizo en mucho tiempo) y esperó el ataque leonino.

No lo hubo. Ella mantuvo la cabeza alzada y los ojos cerrados, lo que no fue una buena idea, porque tenía un primer plano de sus labios hinchados por el beso, haciéndolos más tentadores, tanto que ignoraba toda la lógica.

-¿Miranda?

Acarició su nuca con los dedos, un leve masaje para hacerla reaccionar. Lo hizo. Soltó un suspiro por la nariz y entreabrió los ojos, con sus largas y hermosas pestañas opacando el brillo que tanto deseaba ver... tenía la esperanza de vislumbrar un poco de deseo en ellos, pero en el instante que pensó eso, supo que era inútil.

Miranda lo miró con un resentimiento que desbordaba toda lógica.

Y él se sintió como el más idiota de los idiotas.

Continuó mirándolo con ese resentimiento mientras se apartaba, quizás consideró que gritarle no tenía sentido, comunicaba todo el odio que sentía por él con esos hermosos ojos marrones.

-Miranda...

-Ni una palabra.

-Pero...

-Ni-una-palabra.

De sentir su orgullo golpeado y totalmente pisoteado pasó a la preocupación al escuchar cómo pasó de respirar con pesadez a escuchar un silbido cada vez que inspiraba por la boca.

-Tenemos que ir a la enfermería. No me gusta cómo suena su respiración...

Ella lo ignoró de manera épica, sólo salió de ese pequeño rincón oculto del zoológico sin esperarlo.

-¡Ni siquiera sabe dónde está la enfermería!

La alcanzó en pocos pasos, ella continuó ignorándolo, pero no lo hizo cuando le señaló el lugar que reservaban para la enfermería para los humanos que resultaran heridos durante el recorrido o tuvieran cualquier afección que requiriese atención inmediata.

Podía percibir que Miranda debía estar pensando muchas cosas a la vez... y estaba seguro que la mitad de ellas debían ser unos insultos bien justificados a su persona. No tenía problemas en escucharlos, de hecho, deseaba que soltara toda su ira contra él y que no se la guardara.

A la enfermera le bastó mirar a Miranda una sola vez para trasladarla inmediatamente al consultorio, dejando a Young Soo en la sala de espera, la recorrió de extremo a extremo como un animal enjaulado. Tardó unos diez minutos, salió del consultorio acompañada por la misma enfermera.

-¿Cómo está? ¿Es su alergia?-preguntó llegando hasta ellas.

-Oh, ¿Él venía con usted, señorita?

Miranda no contestó, hasta ese momento Young Soo no había notado que llevaba un barbijo quirúrgico en una mano, se tomó el tiempo para ponérselo, ajustando los elásticos detrás de sus orejas.

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora