Capítulo: especial navideño.

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Ryonosuke nació en pleno invierno, un diez de diciembre a las nueve de la noche; ese día Miranda entró en trabajo de parto por la tarde, Daiki la llevó la hospital (toda una odisea para contar en otra ocasión) y parecía que el niño estaba ansioso por salir porque no se hizo esperar como otros bebés. Ambos estuvieron bajo observación por dos días antes de darles el alta, en ese momento Daiki apresuró las refacciones de la casa de sus padres en un tranquilo barrio de Kyoto, cuando se casaron y empezaron a convivir fue en su departamento de soltero, con esta promesa de que pronto se mudarían a una casa con suficiente espacio para los tres. No contó con que Ryo naciera una semana antes de la fecha prevista y tuvo que organizar la mudanza mientras mamá y el bebé recién nacido estaban en el hospital.

Así, para el veinticuatro de diciembre Miranda ya estaba instalada y más o menos acostumbrada a su nueva vida, con un esposo del que se estaba enamorando y un bebé bastante tranquilo para ser real, no es que no llorara, lo hacía, pero en horarios bien determinados, les daba tiempo para descansar antes de lanzar el chillido por comida.

Ese día por la tarde Miranda estaba con el pequeño Ryo en brazos, paseando de un lado al otro por el recibidor porque se aburrió de estar en la cuna, Daiki estaba en la cocina porque era su turno de limpiarla, hasta que soltó, casi de la nada misma:

-¿Te gustaría salir a cenar esta noche, Mira-chan?

Ella se detuvo, Ryo alzó la cabecita de su pecho para buscar la voz de su papá, cuando lo encontró hizo ruiditos de bebé.

-¿Cenar?-cuestionó, un poco sorprendida por la propuesta. La relación entre ellos hasta ese momento era más o menos de amistad, convivían en armonía, ninguno invadía el espacio del otro y ella no estaba segura si Daiki correspondía sus sentimientos, lo veía como un hombre muy bueno, noble, respetuoso con ella y sumamente cariñoso con el bebé.

-Sí... ya que es navidad... pensé que te gustaría salir un poco de casa...

-Hace mucho frío para el bebé.-comentó con suavidad, acomodó su cabecita para que se acurrucara en el pecho y restregó la mejilla en su cabecita.-aunque tiene suficiente ropa para abrigarlo... preferiría no arriesgarlo a un cambio brusco de temperatura.

Daiki sonrió, tierno, comprensivo, y cortó la distancia que los separaba, Ryo alzó la cabecita otra vez e hizo ruiditos de bebé, ruiditos de reclamo ¿Escuchó que su corazón empezó a galopar contra sus costillas por culpa de Daiki?

-Entiendo, entonces buscaré comida.

-Pero hoy me toca cocinar...

-Por eso mismo, es tu primera navidad en otro país, lo mínimo que puedo hacer es ahorrarte el trabajo de cocinar. ¡Ah, ya sé! Buscaré un restaurante argentino que haga comida para llevar, seguro hay uno por aquí, ustedes argentinos están en todas partes.-añadió con una sonrisa divertida que ella tardó en corresponder.

Básicamente porque estaba luchando con el impulso de besarlo.

-¡Aaaah!.-reclamó Ryo, con su pequeño y tierno ceño fruncido.

-¿Qué te pasa, pequeñín?-preguntó Daiki con voz tierna-¿Por qué esas cejas serias?

-No sé.-se apresuró a contestar ella, con una risita nerviosa, meció al bebé para calmarlo.-quizás quiere dormir...

-¡Ah!

-... o quizás no. ¿Vas a ir por la comida ahora? ¿Más tarde? No importa si es comida argentina o japonesa, mientras se pueda comer, no tengo ninguna queja.

Daiki soltó una risita, Dios, el corazón de Miranda no resistía su sonrisa, ya con su risita sentía que iba salir volando hasta la estratosfera, incluso con el bebé en brazos.

Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora