Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN

Capítulo 69

Miranda dio vueltas el resto de esa noche, vio a Young Soo bien sonriente en el desayuno y le faltó poco para lanzarle la comida, que eran pancakes con miel, desde su lado de la mesa; una reacción infantil, sí, pero tenía que borrarle esa sonrisa de alguna forma.

-¿Mami? ¿Por qué estás rechinando los dientes?-cuestionó Ryo, con sus enormes e inocentes ojitos llenos de preocupación, ya estaban terminando de desayunar, pero la guerra de miradas con Young Soo era más importante.

-Ah...-sacudió la cabeza, y le pareció escuchar una risita del otro lado de la mesa.-¿Estoy haciendo eso, corazón?

-Sí, y te noto muy tensa ¿Segura que estás bien?

El corazón de Miranda suspiró de amor, el único que podía calmarla de ese modo era Ryo, y por él valía la pena mantener su estabilidad emocional.

-Sí, corazón.-dijo con una sonrisa, y acarició su flequillo al estilo honguito-estoy un poco estresada, eso es todo.

Y si no liberaba ese estrés pronto, estaba segura que repercutiría en su cuerpo, ya lo estaba haciendo con el insomnio, no podía darle a Young Soo más horas de sueño y de pensamientos, no más de lo que ya le dio. Así que apenas todos se dispersaron para sus actividades diarias, con el acompañamiento de sus guardaespaldas (el de ella se quedó en la casa principal, por supuesto) fue al anexo para organizar las primeras clases de la mañana, redactaría la lista después del almuerzo, hasta que recordó que tenía otra alumna justo en ese horario. El trabajo era bien recibido, la distraía, la hacía feliz ver el progreso en sus alumnos y en ella misma cuando notaba que les gustaba cómo diagramaba las clases, esa era su profesión... era lo más importante, no más que Ryonosuke, por supuesto, pero era parte de su vida, de su identidad.

-Bueno... ¿Por dónde empiezo?

Ya era la tarde del día viernes, Young Soo no fue a cenar el jueves y Won-hae tuvo que acompañar a Ryo a su día de piscina, mandó a avisar que el viaje se extendería hasta el sábado, que trataría de estar para la cena; decir que fue un alivio no tenerlo cerca mientras organizaba sus pensamientos y sentimientos era poco. Le daba más tiempo para llenar la lista... aunque todavía no pasaba de dos hojas, por todo lo sagrado, las bufandas de jirafa, según sus cálculos, debían medir más o menos diez metros, y recién pasaba los cuarenta centímetros que era la medida estándar de dos hojas A4... diez metros... eran muchas hojas. Casi una tesis.

-La República Argentina, en qué me metí, la madre que me parió. Aaaaaghhhhh.

Estaba en su escritorio en la habitación, la mesa del comedor era la mesa de estudio, pero la de su habitación la usaba para asuntos más personales, como para escribir en la agenda o realizar las propias: tenía cuadernos y agendas hechas por ella misma hasta el año 2050, por lo menos, quizás debería considerar venderlas o regalarlas...

Escuchó tres golpes en la puerta, su corazón omitió un latido, hasta que se dio cuenta que esos no eran los golpes característicos de Young Soo, el que realizó los golpes tenía un toque más delicado... casi educado. Se levantó con un suspiro y fue hasta la puerta para abrirla.

-¡Señora Miranda! ¿No estaba trabajando, verdad? le enviaron un paquete.

El paquete era una enorme canasta de mimbre de casi sesenta centímetros de alto y de ancho, envuelta con celofán transparente y cerrado con un gran moño rosa de tela satinada; era tan grande que su guardaespaldas, el señor Choi, apenas podía verla por encima del moño.

-¿En serio?-no pudo evitar cuestionar, trató de divisar el contenido, había flores... pero no parecían reales, de ser así no estarían cubiertas por el celofán.

-Sí.-resolló un poco, abrazó más la canasta para evitar que se le resbalara.-la tarjeta está en el moño, y dice que es para usted.

-No tenía que traerlo...-dijo, y se hizo a un costado para dejarlo pasar, le indicó con la mano que lo dejara sobre la mesa del comedor, tuvo que apartar unos apuntes para darle espacio.-podía ir a buscarlo yo...