Miranda respiró profundo para tranquilizarse... pero fue una mala idea, la presión de la mano de Young Soo en su pecho no cedía... sus dedos eran inquietos... exploraba y pellizcaba. En ese punto no pudo contener otro jadeo... y percibió que él sonrió por esa reacción, todavía estaba demasiado ocupado mordiendo el lóbulo de su oreja... Lo que provocó más reacciones involuntarias de su parte, hasta que Young Soo dejó de torturar su oreja con los labios para mirarla a los ojos, quizás buscando aprobación, pero estaba demasiado aturdida y agitada como para hacer o decir algo coherente.
No sabría decir que se aprovechó de su aturdimiento para besarla... porque más o menos esperaba que hiciera eso. Lo deseaba en contra de toda lógica. Fue un beso tierno al principio, quizás quería darle la oportunidad de apartarse...
Pero estaba cansada de huir, por lo menos por unos segundos quería olvidar quienes eran y dónde estaban y ceder al deseo. Cuando entendió eso suspiró, resignada a esa verdad, y Young Soo perdió el poco autocontrol que le quedaba y la besó con un desenfreno que no dudó en corresponder.
La mano que estaba en su pecho se deslizó hasta la cintura, sumó la mano que tenía libre para levantarla y quedar a una altura más cómoda, el cambio de postura le permitió rodearlo con las piernas por la cintura, y los brazos los dejó alrededor de su cuello. Él no tenía las manos quietas precisamente... las deslizó por la espalda, hasta llegar a su trasero, ella jadeó por la sorpresa... y él se apartó unos segundos para dedicarle otra sonrisa traviesa.
Miranda deseó darle una patada, pero en vez de eso, jadeó otra vez porque él la apartó de la pared, y con un movimiento bien calculado y gentil, la recostó en la colchoneta más cercana. No supo si el cambio de posición la agitó más... o si fue el brillo salvaje en los ojos de Young Soo, todo era válido en ese momento. Volvió a atacarla con un beso abrasador, y esta vez ella se dio la oportunidad de acariciar sus brazos, la tensión en sus músculos era muy notable porque los tenía doblados sobre la colchoneta para no aplastarla con su peso.
Aunque eso no sería tan malo, ahora que por fin cedió al deseo... quería sentirlo más cerca.
Él debía tener el mismo pensamiento, porque no era capaz de mantener las manos quietas, se tomó el tiempo para delinear su silueta, porque era la primera vez que podía determinar qué tipo de silueta ocultaba bajo tanta ropa overzise. Evidentemente le gustó porque intensificó el beso, al punto que ambos fueron incapaces de respirar... pero eso no le impidió a Young Soo continuar con el ataque, deslizó los besos hasta el cuello, Miranda le facilitó el acceso arqueando la espalda, delirando por el despertar de todas las sensaciones que creía muertas hace tiempo, Young Soo la estaba ayudando a recordar que era mujer capaz de disfrutar los besos y las caricias de un hombre...
-¿Mami? ¿Tío Young Soo? ¿Dónde están?
Y Ryonosuke le recordó que era una madre casta que no dejó que otro hombre la tocara después de la muerte de Daiki.
Tenía que darle el crédito a Young Soo por escoger el rincón que no era visible desde la entrada de la habitación, y que estaban cerca de las máquinas más grandes, más aparatosas. Ambos quedaron paralizados por unos valiosos segundos, Miranda fue la primera en reaccionar, lo apartó y se levantó de un salto, rodeó la jungla de máquinas y pesas para encontrarse con Ryo, él seguía en el umbral de la puerta, un poco tímido para avanzar sin permiso.
Miranda esbozó una gran sonrisa, mostrando todos los dientes, tratando de simular que no tenía el corazón en la garganta.
-¡Ryo!
El niño sonrió con dulzura y entró, estaba despeinado y abrigado con su bata para andar en la casa.
-Estás muy agitada, mami ¿Estabas en medio de una rutina?
ESTÁS LEYENDO
Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceEl futuro parecía brillar para Miranda Ocampo tras trasladarse a Seúl para estudiar el idioma coreano en una de las universidades más prestigiosas. Sin embargo, una tormentosa relación de una noche cambió sus planes para siempre. Al descubrir que es...