La puerta del anexo estaba abierta, ingresó dando pasos largos y firmes, ni siquiera sentía que estaba agitado, Young Soo solo quería llegar a la habitación de Miranda, dobló por el pasillo y se quedó en el umbral de la puerta, contemplando la escena que Ryonosuke vio y que lo alteró tanto... y poco le faltó para que sus rodillas cedieran a la gravedad: Miranda estaba dormida de costado, totalmente destapada, casi como si el cansancio de la noche anterior la hubiera agotado tanto que no le quedaron fuerzas para cubrirse con las mantas.
-¿Miaauw?
No había notado que Princess estaba sentada en la mesa de luz, justo al lado de la cama, moviendo su larga y esponjosa cola como un péndulo; hombre y animal se vieron sin comprender nada. Miranda estaba en perfecto estado de salud (aunque muy furiosa) cuando se fue de la oficina el día anterior, era su leona de siempre, vital, no podía concebir la imagen de esa mujer con la que estaba en la cama en ese momento: ella estaba pálida, sudorosa, tenía los labios extrañamente azules y apenas movía el pecho al respirar, solo salía de ella un silbido... uno que ya había escuchado antes, el que indicaba que tenía principio de asma.
Sacudió la cabeza para despejar todos los pensamientos que venían al mismo tiempo y se acercó al borde de la cama, se sentó con cuidado y tocó su mejilla con la delicadeza de una pluma y, sí, Ryo acertó en que tenía mucha fiebre, Daiki le dijo una vez que el calor por la fiebre quemaba con un solo toque, y eso fue lo que sintió.
-Oh, Dios.-jadeó la señora Mae-hwa.
Young Soo se giró para verla, junto a ella estaba la señora Shin, la cocinera, revoloteando en el pasillo sin saber qué hacer, pero Mae-hwa, la ama de llaves, tenía más dominio de sus emociones y se acercó e hizo lo mismo que Young Soo, tocó la otra mejilla de Miranda y la apartó dando un saltito.
-La ambulancia está a quince minutos, señor, pero debemos hacer algo hasta que lleguen... ¡Min Seo!-le dijo a la cocinera- Busca un paño y mójalo en un bowl con agua fría y traelo aquí inmediatamente, señor, ayúdeme a buscar unas mantas extra para cubrirla, ¿Dónde las tendrá...?
Young Soo no se movió, solo acarició la mejilla de Miranda, rogando en silencio que abriera los ojos y lo insultara como siempre, estaba a dispuesto a ceder toda su herencia si eso significaba que despertaría y sería su leona de siempre...
-Señor Park... señor... ¡Young Soo!
Mae-hwa posó una mano firme en su hombro y lo sacudió, hizo una mueca de dolor, debía tener una expresión muy desolada en ese momento como para que la mujer que lo vio crecer hiciera esa expresión.
-Tiene que reaccionar, la condición de la señora Miranda no mejorará si solo la mira, ayúdeme a cubrirla hasta que lleguen los paramédicos, no tenemos tanto tiempo para bajar su fiebre... pero no podemos quedarnos sin hacer nada.
Asintió como respuesta, y le dio la razón, Miranda no mejoraría si solo se quedaba ahí con la impotencia dominándolo. Encontraron las mantas extras en el placard pegado a la pared, Young Soo fue el encargado de cubrirla, ella no reaccionó al movimiento, esa quietud lo asustaba más que su respiración con el silbido.
-No está recibiendo suficiente oxígeno.
El corazón de Young Soo saltó contra sus costillas, Daiki estaba detrás de él, observando todo con los brazos cruzados y el ceño fruncido por la preocupación, y cuando hicieron contacto visual, cambió a la furia extrema.
-No me mires así, acabo de llegar, ¿Cuál es su temperatura?
Young Soo deseó gruñir, Princess lo hizo en su lugar y su pelo empezó a encresparse.
-Ahora no, Princess.-dijeron ambos al unísono, mirando a la gata con expresión firme, después Young Soo y Daiki se miraron con sorpresa por la sincronía... pero los dominó el fastidio.
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Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomansEl futuro parecía brillar para Miranda Ocampo tras trasladarse a Seúl para estudiar el idioma coreano en una de las universidades más prestigiosas. Sin embargo, una tormentosa relación de una noche cambió sus planes para siempre. Al descubrir que es...