Miranda contempló el anillo de oro en su dedo, todos los recuerdos la invadieron, uno por uno, la propuesta de Daiki antes de entregarle el anillo no fue nada improvisada: fue durante la primavera, Ryo ya cumplía su segundo año de vida y estaban en su pinic anual admirando las flores de sakura, esta vez Miranda no se preocupó por su alergia porque se medicó con la nueva dosis y disfrutaría ese día sin sufrir las consecuencias.
-¿Mira-chan?
La voz de Daiki era tan suave y dulce... siempre tenía el poder de calmarla, aunque no tuviera motivos para sentir miedo en ese momento. Ryo, con dos años, estaba en medio de los dos, demasiado entretenido con sus juguetes para prestarles atención.
-¿Qué pasa, Daiki-kun?-cuestionó con una sonrisa que él no dudó en corresponder.
Dios, Daiki era el doble de arrebatador cuando sonreía.
-Hay algo que... estem... uhm. Hay algo que estuve deliberando en los últimos días.
-¿Si? ¿Qué será?
Él se removió, un poco inquieto, lo miró con más curiosidad, rara vez tenía la oportunidad de verlo nervioso, incluso tímido, era tan adorable...
-Pa... pa... papa...
Ryo se aburrió de sus juguetes y decidió trepar al regazo de Daiki, quien lo dejó subir con una tierna sonrisa y lo ayudó a sentarse mejor, cuando hizo contacto visual con Miranda, esta hacía un mohín tristón, las primeras palabras de su bebé no fueron mamá, sino papá, o papa, en este caso, y no perdía la oportunidad de reclamárselo... solo para fastidiar.
-El regazo de mamá también es muy cómodo, Ryo-chan ¿No quieres venir con mamá?-solicitó con voz dulce, los ojos de su niño eran enormes y risueños.
-Papa.
Daiki soltó una risita y le hizo cosquillas a la pancita del niño, quien dio unas pataditas felices.
Felicidad, eso es lo que defenía a Ryo... y a la vida de Miranda en general, era casi surreal... por supuesto que tenían días malos, porque no podía ser feliz todo el tiempo... pero, sí, la vida con su esposo e hijo era casi idílica.
-¿Miranda?-Daiki la llamó, porque se perdió admirando la caída de los pétalos de cerezo y a las diferentes personas que tenían sus picnis bajo cada árbol.
Volvió a verlo con curiosidad, que no la llamara por su apodo implicaba una conversación seria.
-¿Si?
-Sobre lo que estaba deliberando estos últimos días... eh...
El bebé debió percibir que estaba nervioso, porque frunció el ceño y se movió con inquietud, también hacía soniditos de reclamo, Daiki movió la pierna para que diera pequeños saltitos, y ahora esos soniditos de reclamo se convirtieron en una risita.
-Como decía... sobre lo que estaba deliberando...
Miranda alzó las cejas, indicándole que dejara de dar tantas vueltas, era su esposa y se suponía que ya tenían la confianza para hablar sobre cualquier tema.
-Compré un anillo.
-Aaaah... -tuvo que decir, porque Daiki no añadió nada por cinco segundos completos-¿En serio?
-Sí.
-Es bonito.
-Entiendo. ¿Es un regalo para una colega o amiga de tu trabajo?
-¿Por qué le regalaría un anillo a una colega?
-No sé, solo dijiste que compraste un anillo...
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Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceEl futuro parecía brillar para Miranda Ocampo tras trasladarse a Seúl para estudiar el idioma coreano en una de las universidades más prestigiosas. Sin embargo, una tormentosa relación de una noche cambió sus planes para siempre. Al descubrir que es...