Fueron a un restaurante familiar, y como quedaba solo a dos cuadras del gimnasio, optaron por ir caminando. Ryonosuke estaba emocionado porque sería su primera cena fuera de casa, Young Soo no había considerado que ninguno de los dos exploró mucho la ciudad desde que llegaron... y eso era imperdonable, no estaban confinados en la casa principal, la rutina no podía consistir en comer y trabajar, o en el caso del niño, comer y estudiar. Ambos necesitan salir de vez en cuando... y hasta ese momento no se dio cuenta de que también lo necesitaba.
-¡Umaaii!-festejó Ryonosuke después del primer bocado de ramyeon.
Young Soo y Miranda soltaron una risita y disfrutaron de la comida con más calma, escuchando el parloteo interminable del niño: hablaba sobre natación con Young Soo, de la escuela con Miranda, y elogiaba la comida, realizada por una amable mujer de sesenta años que fue a recibir los elogios cuando ya habían vaciado cada cuenco. Se mostró complacida y enternecida por Ryonosuke.
-También era el plato favorito de Dae-hyun.-comentó Young Soo mientras salían del restaurante, el niño se les adelantó y apresuraron el paso-el esposo de la dueña también cocina, y readaptó algunas comidas del menú sólo por él, por eso decidí traer al niño aquí... no corre riesgo de que la comida le haga mal.
Miranda solo asentía, Young Soo suponía que procesaba la información... y los hacía reflexionar sobre lo mucho que cambió la vida del pequeño Ryonosuke desde que diagnosticaron la enfermedad de Wilson: comía las comidas bajas en cobre, tomaba las pastillas a horario... llevaba una vida relativamente normal, adaptada para evitar todo el cobre posible tanto en comidas como en bebidas.
Pero Young Soo y Miranda sabían que eso no garantizaba del todo que el niño no sufriera otro colapso en el futuro, estaban preparados para lo mejor... pero también para lo peor.
-¿Este es el parque que decías, tío Young Soo?
A una cuadra del restaurante había un pequeño parque con juegos infantiles, Young Soo pensó que era una buena idea ir a visitarlo un rato a pesar que pasaban de las nueve de la noche y quizás ya deberían estar de camino a casa... pero era viernes, Ryonosuke no tenía escuela al día siguiente y se merecía unas horas más de diversión.
-Si, dragoncito.
-Sugoiii. ¿Puedo subir al tobogán, mami? ¿Puedo subir?
¿Cómo podía negarse a sus saltitos y sonrisa entusiasta?
-Claro que sí, corazón.... ¡Pero no corras, acabas de cenar!
Él dejó de correr pero usó sus piernas cortas para caminar con rapidez. El parque tenía una zona de juegos con un tobogán gigante con un trepador de cuerdas y uno de madera para subir a una casita para descender por el tobogán, también tenía dos columpios, sube y baja y un juego giratorio. Era un lugar bastante agradable, rodeado por árboles y postes de luz que iluminaban bien toda la zona.
-Creo que esto le ayudará a digerir la comida más rápido.
Miranda soltó una risita... y Young Soo tuvo ese pensamiento fugaz de que se veía más bonita cuando sonreía así, de hecho... esa noche se veía mucho más bonita que otras noches.
-Gracias por sugerir este lugar, Young Soo. Ryo la está pasando muy bien.
-Creo que ambos necesitaban salir un ra...
Lo interrumpió el grito alegre del niño cuando descendió por el tobogán, ambos soltaron una risita y fueron a supervisarlo más de cerca, ambos temieron que pudiera lastimarse a pesar que el juego era bastante seguro.
Young Soo lo ayudó a subir tres veces, ya que la casita quedaba a la altura de su pecho y quería ahorrarle al niño el esfuerzo de escalar por la cuerda... a él le encantó que lo subiera y soltaba más risitas divertidas.
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Destinos enlazados ┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
Lãng mạnEl futuro parecía brillar para Miranda Ocampo tras trasladarse a Seúl para estudiar el idioma coreano en una de las universidades más prestigiosas. Sin embargo, una tormentosa relación de una noche cambió sus planes para siempre. Al descubrir que es...