𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff

2.13 - No signal

Habían pasado 5 largos días, y aún nadie había recibido ni una sola llamada de los vengadores.

Habían prometido volver tres días después de su última partida, pero, no lo hicieron.

Mer estaba preocupada, al igual que Tony y Maria, quienes estaban tratando de localizarlos a cada minuto desde el complejo.

Sus rastreadores funcionaban de repente, pero luego no lo hacían.

El Quinjet parecía estar en modo sigiloso, por lo cual, no había una ubicación exacta, pero sabían que aún estaba dentro de los límites de Nigeria.

En el laboratorio de Tony, Mer mantenía toda su atención en la pantalla de su computadora, mientras el castaño volvía con la comida china que había pedido para el desayuno.

Estaba más que preocupada, si es que se puede estarlo.

Su novio, sus amigos, su familia.
Estaban ahí afuera, y nadie tenía forma de saber si estaban heridos, o algo peor.

La castaña golpeó la mesa con desesperación, al darse cuenta que por décima vez en el día, había perdido la señal de sus compañeros.

— Tranquila — murmuró Tony, sentándose a su lado

La castaña pasó sus manos por su rostro, irritada.

— Tony, de verdad, intento mantener mi mente positiva, pero, me es imposible hacerlo.

— Ya lo sé — asintió él, entregándole una pequeña caja de comida a su compañera

— ¿Y si les pasó algo?— cuestionó de repente — ¿Y si Rumlow los encontró y...

Ella no terminó de hablar, pero la expresión en su rostro fue suficiente para que Tony buscara las palabras adecuadas para tranquilizarla.

— Mer, si les hubieran hecho algo... si alguien como Rumlow les hubiera hecho algo, probablemente ya lo hubiera hecho público para jactarse de la derrota. — habló Tony con tranquilidad, pues sabía que tenía razón — Ese hombre ama ser el centro de atención

La castaña soltó un suspiro, e inconforme, devolvió su mirada a la computadora, y comenzó a teclear, buscando una forma distinta de localizarlos.

Violando algunas leyes, que podrían iniciar una guerra entre varios países, entró al registro de las cámaras de seguridad de la vía pública en distintas ciudades de Nigeria.

Tony no la detuvo, así que ella supuso que estaba de acuerdo.

— ¡Es Wanda! — exclamó Tony, observando con detalle la imágen de una gasolinera.

La sokoviana llevaba dos grandes bolsas de papel, y aunque usaba lentes negros y una gorra, la cámara captó su rostro de frente por un segundo, e inevitablemente, ambos pudieron reconocerla.

— ¿De cuándo es? — cuestionó Stark, esperanzado

— De hace dos horas — soltó Mer, con la tranquilidad volviendo a su cuerpo.

Se levantó del asiento, y buscó una libreta para apuntar la dirección en un papel.

— Si me voy ahora, seguro los encontraré pronto.

— ¿Qué? ¡No! — regañó Tony, de inmediato — Piensas ir a un país desconocido, ¿sola?

— No tengo otra opción — se encogió de hombros — No tenemos otra opción. Además, he ido a Nigeria varias veces, no es completamente desconocido para mí.

— Iré contigo — aseguró el castaño, firmemente

— No. — negó con seguridad — ¿Nunca te perdiste en el supermercado cuando eras pequeño? Alguien tiene que quedarse a esperar por si el niño vuelve, mientras alguien más lo busca. Además, mañana tienes esa cosa del MIT, no puedes faltar.

Tony rodó los ojos.
Podía ver a Mer muy decidida, y aunque esa característica en ella le agradaba, en ese momento le molestaba.

— Me van a matar cuando te vean llegar sola — suspiró Tony, tomando su celular para hacer alguna llamada.

Mer esperó pacientemente, escuchando cada cumplido que el multimillonario hacía a las personas del otro lado del teléfono, para pedirles favores.

Después de varias llamadas, Tony finalmente la observó, con una sonrisa a medias y seguro de que se arrepentiría.

— Tienes 5 minutos para hacer una maleta. Happy vendrá por ti.

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Mientras tanto, en el Quinjet, Steve piloteaba el avión, dirigiéndose a algún lugar cerca para pasar la noche, mientras intentaban arreglar los fallos tecnológicos que tenían.
Nunca había pasado algo así, al menos no bajo su mando, porque él siempre era muy cuidadoso con las revisiones matutinas para asegurarse de que el equipo estuviera completamente bien.

Natasha era experta en solucionar esas cosas, y cuando no lo lograba, era experta en comunicarse a la antigua por medio de radios y señales.

— ¡Ya te dije que no sé cómo arreglarlo, Maximoff! — rechistó la pelirroja una vez más, irritada

El ojiazul se lanzó a su asiento, y se cruzó de brazos, desesperanzado.
Había insistido mucho, y aunque sabía que no tenían los recursos suficientes, esperaba que milagrosamente sus compañeros pudieran lograr algo.

— Tiene que haber una forma — insistió, soltando un suspiro pesado

— Sí hay una forma— asintió Sam, harto de las quejas del velocista — Volviendo a Nueva York.

— No vamos a volver a Nueva York cuando estamos a punto de atrapar a Rumlow aquí — regañó Steve desde el asiento del piloto

— Hemos estado a punto de atrapar a Rumlow como 10 veces esta semana — se quejó el velocista, soltando una risa irónica — Lo único que quiero es saber si Mer está bien

— Te aseguro que ella está bien, de otra forma, alguien ya nos hubiera buscado — aseguró Wanda, jugueteando con el borde de su camiseta

El ojiazul soltó un suspiro, y rodó los ojos.

Sí, tenía que aceptarlo. No había comunicaciones, y no había forma de volver pronto, pero tenía la esperanza de que las habilidades de Natasha con la tecnología rindiera frutos pronto, o se moriría de estrés.