2.46 - Cambios

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Pietro estaba parado en la puerta del complejo, con una maleta y un boleto de avión a un destino que creía le traería comfort.

Desde la ventana de su habitación, Mer divisaba los cabellos castaños de su novio moviéndose suavemente con el aire de la mañana.

Steve se unió a él, y luego de tener una corta charla, ambos se despidieron con un abrazo cómo siempre solían hacerlo.

Un auto llegó justo frente a Pietro, y con todo el valor que le quedaba dentro del cuerpo entró por esa puerta.

Dio un último vistazo hacia la ventana donde sabía que Mer lo observaba, y aunque no pudo verla a ella, la imaginó por última vez, para luego subir a ese auto e irse de ahí.

Fue confuso para Mer procesar cómo había visto al amor de su vida tomar sus maletas e irse, y nisiquiera intentó convencerlo.

No quería culparse por no hacer nada para que se quedara, porque dentro de ella, algo la hacía creer que era lo correcto.

Dejarlo ir a buscar su tranquilidad era algo que debía hacer, y que aunque dolía, se sentía como un acto de amor.

La castaña se sentó en la orilla de su cama, y observó la esquina de su habitación, donde estaba el closet.

Aún había ropa de Pietro ahí.

Varias de sus camisas que él solía dejar ahí, y luego ella usaba como pijamas.

Una vez más, se sintió muy molesta con él, aunque quería tranquilizarse sólo porque intentaba entenderlo.

Es cierto que todos queremos huir a veces, sólo que, simplemente no lo hacemos.

Él tuvo el valor de irse. Lo hizo por su propio bien. Tal vez eso era lo correcto, pero, cómo dolía.

Mer cerró las puertas de su closet con brusquedad, y luego soltó un suspiro lleno de estrés.

Un minuto después, salió de su habitación, un poco molesta por ser ella quien se quedaba.

Bajó al gimnasio, y sin pensar mucho lo que debía hacer, se preparó para comenzar a golpear el saco de box.

Golpear algo la hacía distraerse de su mente ruidosa en momentos así.

Hace mucho tiempo que no se sentía con la necesidad de callar sus pensamientos, porque con Pietro se sentía segura para expresarse si algo no estaba bien, pero ahora, su único consuelo era ese rígido saco de box color rojo que colgaba en el techo del gimnasio.

Quería dejar de pensar en la situación, y quería dejar de sentirse egoísta por querer tenerlo a su lado. Luego se sentía culpable por dejarlo ir, y después se daba cuenta que aún cuando había hablado con él sobre eso, le hacían falta respuestas.

Varios golpes después, las gotas de sudor ya bajaban por su frente, y ella no podía detenerse.

Estaba muy concentrada en la fuerza de sus golpes y no en lo mal que se sentía después de todo eso.

Entonces, cuando menos se lo esperaba, un recuerdo de su madre vino a ella, y su fuerza se esfumó.

Recordó lo traumatico que fue tratar de reanimar el corazón de su madre después de que diera su último latido, y de inmediato comenzó a sentir ese mal sabor de boca que siempre llegaba a ella cuando algo así atacaba sus recuerdos.

Era confuso como había encontrado a su madre sólo para perderla.

No había obtenido respuestas de los mensajes que claramente había estado dejando en su mente en forma de sueños, y como si fuera arte de magia, recordó uno en específico.

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora