2.18 - Acuerdos de Sokovia

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Pietro escuchó varios pasos escabullirse torpemente por el pasillo, mientras peinaba su cabello frente al espejo.

Salió al pasillo, esperando que finalmente fuera su novia, quien lo había dejado preocupado una noche antes, y dando casi las 10 de la mañana, aún no se dignaba a salir de su habitación.

Se llevó una gran sorpresa cuando vio a Mer abriendo torpemente la puerta de su habitación con su llave.
Vestía lentes oscuros, una camiseta gris con el nombre de un gimnasio, jeans negros, botas, y un abrigo color negro atravesado en su brazo.
Su cabello estaba despeinado, y aún estando lejos, podía percibir un ligero olor a alcohol.

El ojiazul había estado toda la noche preocupado, debatiendose en sí debería ir a tocar su puerta y charlar con ella, o debería darle su espacio, pero, vaya sorpresa, Mer había encontrado una manera mejor de levantarse el ánimo.

El ojiazul carraspeo la garganta, con la intención de que ella lo escuchara, y apenas lo notó, ella dio la vuelta, asustada.

— Hola —sonrió apenada, mientras intentaba peinar su cabello, y se retiraba los lentes dejando ver su mirada avergonzada

La idea era que nadie la descubriera, y la persona que menos quería que la viera así, lo hizo.

— Buenos días —saludó el ojiazul

Se cruzó de brazos y se recargó sobre la pared, observándola cuidadosamente una vez más.

— Buenos días —murmuró ella, en un tono bajo.

La castaña agradeció infinitamente que Pietro no la hubiera visto antes de lavarse la cara en casa de Matthew, porque entonces tendría una mala imagen de ella.
Aunque probablemente ya comenzaba a hacérsela.

— ¿Puedo saber a dónde fuiste? —cuestionó él— ¿O ahora me ocultas cosas?

— Oye, tranquilo —dijo, con una mueca— Número uno, no te oculto cosas y, número dos, baja la voz

— Estoy hablando normal —rodó los ojos, seguro de que la resaca cegaba los sentidos de Mer

La castaña acomodó sus ideas, entre ese fuerte y molesto dolor de cabeza, y finalmente habló.
— Ally se escapó, bueno, creo... creo que yo la dejé ir

La castaña bajó la cabeza, culpable, y pudo sentir la mirada de Pietro sobre ella, acompañada de una ola de preocupación de su parte.

— Después de eso, fui a dar una vuelta por ahí, quería despejar la mente, y tontamente tenía la esperanza de toparme con ella —comenzó a explicar, cabizbaja—, pero, no lo hice, y una cosa llevó a la otra, y terminé en un bar

— ¿Por qué no me lo contaste?

— Pff, no sé, no se me ocurrió —balbuceó, intentando librarse de una pregunta que no sabía cómo responder

— ¿Fuiste tú sola? —inquirió, preocupado

Mer lo pensó un segundo y negó suavemente con la cabeza, observando cómo Pietro levantaba las cejas.

— ¿Por qué me interrogas? —cuestionó, apenas escuchó a Pietro pensar su siguiente pregunta

— No lo sé, tal vez porque estoy preocupado por ti —habló con obviedad

— No tienes por qué —negó suavemente, con una sonrisa falsa— Estoy completamente bien

— ¿Por eso evades los problemas con alcohol?

La castaña jadeó indignada, y negó repetidamente.

— No soy una alcohólica, Pietro, si eso es lo que piensas

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora