2.45 - Roto

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Las 7 de la mañana en el complejo de los vengadores

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Las 7 de la mañana en el complejo de los vengadores. La única persona en la cocina era Pietro, frente a un vaso medio lleno de vodka sobre la barra.

Lo había servido con intenciones de beberlo, pero, se arrepintió cuando se distrajo observando el amanecer por aquel ventanal frente a él.

Le agradaba ver los colores que se asomaban conforme el sol subía, pero, esta vez, no le subía el ánimo como siempre.

Su cabeza daba vueltas sin una respuesta certera de qué sentía en ese preciso momento.

Los segundos pasaban lentos ante sus ojos. Como siempre, el pasar del tiempo era su tortura y su veneno de cada día.

El sentimiento de confusión lo invadía desde esa extraña pesadilla que tuvo.

Estaba confundido y quería tener una respuesta a toda esa confusión antes de que Mer despertara.

Sentía la necesidad de hacer algo al respecto, porque de no ser así, se sentiría arrastrado con el peso de la culpa y la incertidumbre.

Con desesperación, llevó sus propias manos hasta su cabello, y las pasó por ahí en un intento para despojarse del estrés, pero aquello era imposible.

Soltó un suspiro, aún con la mirada al cielo, y de pronto, se sintió tan valiente como para hablar con fantasmas.

— Te extraño Mamá —susurró, cabizbajo— Te extraño a ti y a papá. Extraño Sokovia. Mi hogar.

Sonrió melancólico al pensar que podían escucharlo, y luego se dedicó a observar las formas de las nubes desde la ventana, sin alguna razón fija, simplemente con la paz que le transmitía imaginarselos escuchando.

— Mamá, ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Todo lo que he hecho es lo que creo que es lo correcto, pero, no parece ser lo indicado. Tú no estás, Papá no está, y ahora, Wanda tampoco. Y, debo admitir que me siento culpable por ello. Debí cuidar a Wanda, debí protegerla y evitar que todo esto pasara. Creería que estoy solo si no fuera por que aún tengo a Mer, aunque, comienzo a creer que algún día se aburrirá de mí y también me dejará. Ojalá la hubieras conocido. Ambas se hubieran llevado muy bien. Ella es... maravillosa, aunque, para ser honesto, a veces, sólo a veces, me siento intimidado por todo lo que ella es. Es como... aún sabiendo lo fuerte que ella es, lo imparable que puede ser, yo sigo sintiendo la necesidad de protegerla, y sé que no podré hacerlo siempre.

Se quedó en silencio por un momento, y luego soltó un gran suspiro.

— ¿Qué hago aquí hablando solo? —se reprendió a sí mismo, con una mueca de disgusto

La desesperación estaba jugando con su sistema, y ahora todo lo que hacía parecía incoherente. Como odiaba sentirse así.

Se tomó un momento para meditar la situación, mientras trataba de descubrir cuál era el siguiente paso que quería dar.

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora