1.29 - Carta

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Las flores lilas que Pietro le obsequió a Mer, comenzaban a secarse, así que tomó uno de sus libros favoritos, y dejó caer las flores entre las páginas, para asegurarse de conservarlas ahí, y tener el recuerdo de las primeras flores que alguien le regaló.
Aquel detalle era muy especial para ella, y en realidad se derretía de amor cada que pensaba en eso.

Algunos golpes delicados sonaron del otro lado de la puerta de Mer, y ella indicó que la persona detrás podía pasar, dejando entrar a Maria, quien se veía algo más tensa de lo normal.

— ¿Qué tal? — saludó la agente, acercándose a ella, tratando de fingir su tranquilidad

— ¿Cómo estás? — cuestionó Mer, mientras le dedicaba una sonrisa

— Bien, con mucho trabajo — sonrió a medias

Mer notó el sobre que la agente llevaba en sus manos, y antes de que pudiera preguntar, Maria la extendió hacia ella, con un poco de titubeo.

La agente normalmente no era así, pues siempre era muy segura de sus decisiones, pero, la situación a la que estaba a punto de enfrentarse le parecía impredecible.

— Es para ti — señaló Hill

— ¿Qué es? — la castaña frunció el ceño mientras lo aceptaba

— Una carta — respondió

Mer la observó con obviedad, y luego pasó su mirada por la dirección escrita en la carta.

— ¿Ally? — cuestionó asombrada, apenas terminó de leer

— Llegó esta mañana al buzón — explicó la agente, encogiéndose de hombros — No sé cómo consiguió la dirección

Mer mantenía su vista en el sobre, con todos sus sentimientos encontrados, porque sentía coraje y tristeza, pero al mismo tiempo no podía esperar para abrirla y descubrir su contenido.

— Puedo llamar y devolverla — sugirió Maria, notando la ligera mueca que se formó en el rostro de Mer

Mer lo pensó por un segundo, y luego negó suavemente.

— Está bien, me quedaré con ella — afirmó, sin mirar a Maria

— ¿Estás segura? — cuestionó la agente

— No, pero ya la tengo en mis manos — se encogió de hombros, con una media sonrisa — La leeré, gracias

Maria asintió y luego dejó una palmada en el hombro de Mer, para después retirarse, con una inmensa preocupación por lo que podría contener la carta y por cómo podría reaccionar Mer.

Todos sabían que el asunto con su hermana era un tema sensible, y que la castaña se empeñaba en evadirlo desde que arrestaron a Ally.

Mer se debatió unos segundos antes de abrir el sobre, pero finalmente lo hizo.

Aunque se cuestionaba si era la decisión correcta, porque algo dentro de ella sabía que una vez que empezara a leer, las heridas se abrirían de nuevo.

Lo que sea que había en esa carta, no podía destruirla, tenía que ser fuerte y leerla, tal vez sería el paso que necesitaba para dejar de culparse por su situación con Ally cada día.

"Querida Mer:

Sé que probablemente no quieres saber de mi, y sé que estás decepcionada porque no soy lo que tú esperabas.
Lo siento, no soy la niña que se quedó en tus recuerdos, con la que hacías la tarea de matemáticas mientras comíamos la deliciosa gelatina que hacía mamá.
Mi intención no era decepcionarte cuando me encontraras, pero sé que lo hice.
Cuando escuché que habías llegado a Rumania junto tus amigos vengadores, decidí que sería el día en el que te pediría lo que más quería, y lo único que me puedes dar.
Tal vez no fue la forma correcta de pedirlo, pero, a quién engaño, nunca me enseñaron modales.
Nuestra despedida no fue lo que yo esperaba, para ser honesta no creo que hayamos tenido una, así que por eso te escribo esta carta.
Una técnica de la vieja escuela, pero tampoco es como que seamos tan jóvenes.
Sé que tu cumpleaños se acerca, y pensaba enviarte esta carta como regalo, pero no soy un monstruo que intenta arruinar tu cumpleaños otra vez. Sé que te cuesta pensar que aún hay empatía en mi, pero la hay.
Espero algún día podamos perdonarnos, antes de que sea demasiado tarde.

Cómo sea, espero que hayas leído esto mientras sueltas alguna lágrima, porque, si no, quiere decir que lavé los estúpidos baños de la prisión para nada.

Atentamente:
Ally"

Mer terminó de leer, y justo cómo lo había escrito su hermana, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin parar.

El sobre incluía un trozo de papel más: una hoja arrugada, y un poco desgastada.

Mer la desenvolvió, y apenas la divisó, apretó el papel con fuerza.

Era un fragmento de uno de los libros que su mamá solía leerles para dormir.
Una historia que nunca le gustaba terminar, porque acaba de la manera más triste posible, pero su madre se rehusaba a cambiar ese final, porque no podía mentirle a sus hijas diciéndoles que todas las historias tienen un final feliz.

«Cuando la última flecha salió disparada, impactó en el pecho de Caroline, quien cayó al suelo de inmediato, con el sabor amargo de las lágrimas, y, mientras estaba en su último minuto de vida, pudo escuchar entre el ruido de la guerra a su pequeña hermana, diciéndole que la amaba.»

Abrazó el papel contra ella, como si abrazara la esencia de su hermana menor, en un llanto desconsolado de melancolía y tristeza.

Se sentó en el piso, mientras trataba de tranquilizarse, pero no había forma.

"Espero podamos perdonarnos antes de que sea demasiado tarde"

Repetía una y otra vez esas palabras, como si no existieran otras letras.

Toda la culpa que sentía, y el sentimiento que creyó que había olvidado, la atacaron de nuevo.

Alguien tocó a su puerta, pero ella no estaba en el modo para responder.

— Mer, ¿estás bien? — la voz de Pietro del otro lado la hizo querer tomar un poco de fuerza para pedirle que se fuera, pues no podía parar de llorar y no quería que él la viera así — Maria me lo dijo, déjame entrar para estar contigo, sólo quiero saber que estás bien

Mer no respondió, estaba muy concentrada mirando a la nada, mientras sujetaba con fuerza el papel entre sus manos.

La puerta se abrió de golpe, y el ojiazul apareció, observándola preocupado.

Sólo bastó con una mirada de parte de la castaña y Pietro se agachó a su altura para envolverla entre sus brazos.

Ella intentó decir algo, pero las palabras no salían, sólo había lágrimas, las lágrimas que había estado reteniendo desde que se llevaron a su hermana.

Trataba de aferrarse al confort que Pietro le brindaba, pero aún así su corazón no podía dejar de doler.

Era su hermana la que había escrito esa carta, con una disculpa a medias pero que seguramente le había costado tanto escribir.

Ally había pensado en ella, probablemente tanto como Mer lo había hecho los últimos meses.

— Ella me envió una carta — balbuceó Mer, buscando tranquilizarse

Pietro asintió, mientras la abrazaba más fuerte.

— Ya no quiero llorar — se quejó, apretando los ojos con fuerza

— Es bueno desahogarse, preciosa — admitió Pietro, acarciando su hombro

— La extraño — admitió en un suspiro, mientras se quebraba en llanto de nuevo

— Lo sé, cariño, lo sé — asintió una vez más — No voy a tratar de detener tus lágrimas porque sé que esto es lo que necesitas, lo has estado reteniendo tanto tiempo

Mer asintió entre lágrimas, y recargó su cabeza en el pecho del velocista, quien se encargaba de envolverla con sus brazos, dispuesto a no soltarla hasta que ella se lo pidiera, así fuera para siempre.

Ambos estaban ahí, en el piso, compartiendo un gran abrazo de consuelo. Él intentaba sostener cada parte de ella, viéndola romperse, y ella sólo estaba agradecida porque no la había dejado sola.

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora