2.14 - Juntos

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Después de un largo viaje desde Nueva York hasta Nigeria, Mer bajó del avión, con su mochila y el maletin plateado donde Tony se había encargado de empacar el traje.
Tan pronto como pisó el aeropuerto, se encontró con el conductor que Stark había prometido conseguir.

La llevó hasta un hotel, dónde seguramente no se quedaría mucho tiempo.

Acomodó su laptop sobre la mesita de centro en la amplia habitación, e ingresó los datos de inicio de sesión, para luego rastrear los últimos movimientos de sus amigos, esperando que algo haya mejorado desde que los revisó por última vez.

Mientras tomaba café -desobedeciendo a su doctora- descubrió que no estaba muy lejos de la última ubicación que el rastreador en el traje de Steve había marcado.

Había organizado el día siguiente para salir desde temprano, y no a esa hora.
Las doce de la noche estaban a punto de marcarse, y ella se debatía entre sí salir o no.

Sin importarle mucho, llamó al contacto de confianza que Tony le dio, y en unos minutos, un auto negro, lujoso, estaba frente al hotel.

La castaña subió, después de confirmar que ella si era la persona a la que esperaba.

Marylin era una vieja amiga de Stark, que ahora residía en Lagos, y que algunas veces volvía a Nueva York por negocios, y seguía manteniendo contacto con él.
Tenían una buena relación, y por supuesto, Stark no había dudado en pedirle el favor, con la excusa de que Mer es una turista muy despistada, y en cualquier momento necesitaría ayuda para moverse dentro de la ciudad, pero nunca pensó que a altas horas de la noche.

De cualquier forma, Marylin la llevó hasta donde se lo pidió, sin cuestionar mucho, pero entablando una cómoda conversación con ella, y recomendadole algunos de sus lugares favoritos.

Llegaron hasta un hotel de paso, que se veía bastante clandestino, a decir verdad.
La joven dudó un segundo, pero luego tomó el valor para bajar del auto, y aún con la advertencia de la preciosa y amable Marylin, no le importó.

— Muchas gracias. Nos vemos luego. — se despidió Mer

— Ten cuidado — asintió la rubia, con una sonrisa— Si necesitas algo más, no dudes en llamarme.

Una vez más, Mer agradeció, para luego darse la vuelta y adentrarse al lugar, escuchando como la rubia encendía el auto y se iba de ahí.

Mer caminó algunos pasos, hasta la que parecía ser la recepción, y se encontró con una mujer, que fumaba un cigarrillo, recargada en una pared a las fueras de esta, con un uniforme de recepcionista.

— ¿Qué tal? — saludó Mer, con una sonrisa

— ¿Quieres rentar? — cuestionó la mujer de inmediato

Mer asintió, y la mujer se apresuró a apagar su cigarro para invitarla a entrar al lugar.

— En el último piso, por favor — pidió Mer, buscando que eso le diera la oportunidad de buscar a sus amigos.

La mujer realizó el trámite rápidamente, y pronto le entregó las llaves de la única habitación libre en el último piso, y la castaña las aceptó con una sonrisa, y un pequeño gracias, para luego adentrarse al lugar.

En lugar de tomar el elevador, tomó las escaleras, y piso por piso, buscó indicios de sus compañeros, lo cual no sería fácil, porque eran muy buenos escondiéndose.

Mer pasó su vista una vez más por el pasillo del tercer piso, y pudo oír algunos murmullos al fondo de este.

Parecía una pareja discutiendo, y cada que se acercaba más, las voces se escuchaban más familiares.

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora