3.2 - Café y visitas

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El delicioso olor a café recién hecho llegó hasta Mer, quien tomaba una refrescante ducha para iniciar el día

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El delicioso olor a café recién hecho llegó hasta Mer, quien tomaba una refrescante ducha para iniciar el día.

Tan pronto como percibió ese olor, se apresuró a terminar, y de un momento a otro ya estaba dirigiéndose a la cocina.

Vestía unos jeans negros, y una sudadera cualquiera, junto a sus converse favoritos.

Llegó hasta donde Matt, y este de inmediato sonrió al percibir el aroma fresco de su perfume.

— Buenos y maravillosos días —saludó la castaña, con una gran sonrisa

— Buenos días —saludó Matt igualmente

— Siempre que haces café me pones de buen humor.

Una sonrisa se formó en el rostro de Matt, y se volvió más intensa cuando Mer se acercó a abrazarlo por la espalda.

— Gracias —murmuró ella, dejando un pequeño beso en su mejilla

— Denada. Sólo no te excedas, por favor.

La castaña rodó los ojos de inmediato, y soltó un quejido.
— Seguro.

Se alejó de él para moverse hasta el otro lado de la cocina, con la intención de servirse un vaso para llevar.

Matt de inmediato volvió a acercarse, para ahora ser él quien la abrazaba por la espalda.

Los brazos del castaño se envolvieron alrededor de la cintura de Mer, y recargó su barbilla en su hombro.

Sonrió para sí misma, sin dejar de servirse el café.

— ¿Qué harás hoy? —cuestionó él, con curiosidad

— Muchas cosas —respondió Mer, soltando un suspiro de cansancio de tan sólo pensarlo— Iré a ver un departamento cerca del centro, la renta no es tan cara, y parece espacioso. Luego, cubriré a Steve en una de sus reuniones. Iré con Tony a las clases, y si todo sale bien, volveré por la tarde. Puedo traer algo para cenar. ¿Se te antoja comida china?

Matt frunció el ceño mientras analizaba lo que la castaña acababa de decir. De todas esas cosas, sólo pudo prestarle atención a una: el hecho de que ella estuviera buscando departamento.

— ¿Por qué insistes en irte a otro lugar? —cuestionó, con un puchero— Sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

— Y te lo agradezco, pero, creo que es hora de buscar un lugar para mi —se encogió de hombros, con honestidad— Igual podemos seguir viéndonos...

De inmediato se dio cuenta de lo que acababa de decir, y sus mejillas se encendieron en un color rojizo cuando escuchó a Matt reír.

— Lo siento, no quise decir viéndonos —soltó una risita nerviosa— Quise decir... ¿Encontrándonos? ¿Sí? Agh, tú sabes a lo que me refiero.

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora