1.30 - Sólo tú

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Una fría noche en Nueva York, Mer se encontraba sentada en el sillón de la sala común, mirando una serie de bomberos, mientras se acurrucuaba entre una de las mantas que había tomado de su habitación.

La calefacción en su habitación era un desastre, y aunque había pedido que alguien fuera a revisarla, seguro tardarían años para resolverlo, así que decidió esperar en aquel cómodo sillón, frente a esa gran televisión, con una calidad de imágen y sonido de maravilla.

Su celular sonó, anunciando que tenía un mensaje.
La castaña sacó sus manos de la manta, con pesadez, y revisó sus notificaciones.
Un mensaje de Pietro preguntando dónde estaba iluminó su pantalla, y ella respondió con un simple mensaje que indicaba su ubicación.

No tuvo que esperar mucho, y en unos segundos, Pietro estaba ahí, frente a ella, observándola acurrucarse tiernamente en aquel sillón.

— ¿Qué tal, preciosa? — saludó el velocista, poniéndose frente al televisor

— Oye, me da mucho gusto verte, pero no cuando no me dejas ver como sacan a esa mujer del incendio — reclamó ella, haciendo un puchero

— Está bien, está bien — asintió divertido, y tomó asiento a su lado, haciendo que ella recogiera un poco sus pies, para darle espacio — ¿Qué estás viendo?

— Una serie de bomberos de chicago — explicó con simpleza

— ¿Y por qué no la estás viendo en tu habitación? — frunció el ceño

— Mi calefacción no sirve — gruñó, irritada de tan sólo recordarlo

— ¿Desde cuándo no sirve? — cuestionó el velocista

— Desde anoche — la castaña hizo una pequeña mueca, dirigiendo su mirada a Pietro — Ya pedí que lo arreglaran, pero mantenimiento no ha aparecido aún

— Eso es terrible — negó Pietro — Espera, ¿Anoche dormiste sin calefacción? ¿Con estas temperaturas?

— Así es, mi querido velocista — asintió ella con obviedad

— Bueno, hoy puedes dormir en mi habitación — ofreció él de inmediato

— ¿Eso te incluye a ti, durmiendo a mi lado? — cuestionó, sin timidez

— Si así lo quieres — asintió, con una sonrisa coqueta

— Síp, eso es lo que quiero — afirmó, devolviéndole una sonrisa de la misma forma — Pero ahora, quiero terminar de ver ese maratón de los bomberos, al cuál estás completamente invitado

El velocista asintió riendo, y luego la castaña se acomodó del lado del ojiazul, para recargar su cabeza en su pecho, y él de inmediato la envolvió entre sus brazos.

— Ese hombre da miedo — el velocista señaló la televisión

— ¿Verdad que sí? — lo apoyó, divertida — Su autoridad da miedo, es como si combinarlas a Steve con Visión

Pietro soltó una carcajada, haciendo que Mer riera también.

Él acariciaba su cabello, jugando con algunos mechones castaños, mientras veía la televisión igual de entretenido que ella.
Dejó un pequeño beso en su cabeza, haciendo que ella sonriera con aquel gesto.

— Pietro — lo llamó ella, levantando su vista

El ojiazul levantó las cejas, indicándole que la escuchaba.

La castaña soltó un pequeño suspiro, y luego pasó su mano por la mejilla de Pietro, con suavidad, admirando su rostro.

— Te quiero — soltó ella por fin, después de debatirlo en su mente por días, pues no sabía si era el momento correcto de decirlo — Te quiero mucho

Una sonrisa se dibujó en los labios del ojiazul, y acercó su rostro al de ella, para depositar un beso en sus labios.

— Yo también te quiero mucho — admitió él — Muchísimo, como no te lo puedes imaginar

Esta vez fue ella la que lo besó apenas terminó esas palabras.

Decirlo en voz alta se sentía muy bien, para ambos, pues era lo que en realidad habían querido decir desde mucho tiempo atrás.

Tal vez siempre lo demostraban con sus actos, pero decirlo, lo hacía real. Ambos se querían con locura.

Esa noche, en la habitación del ojiazul, Mer durmió junto a Pietro, abrazándose con fuerza para compensar el frío que la calefacción no podía cubrir, mientras ambos se cubrían con una gran manta suave.

Ambos estuvieron hasta tarde viendo las películas que tanto les gustaba ver, y perdiendo el tiempo entre conversaciones triviales que ambos disfrutaban.

Mer jugaba con algunos mechones en el cabello de Pietro, mientras él la miraba a los ojos, una mirada completamente llena de amor.

— Me gusta tu cabello castaño — admitió la joven, formando rulos en el cabello del velocista — También me agradaba el blanco, ¿Por qué lo dejaste?

— Me gusta, pero odio tener que esperar tanto tiempo para llegar a ese color — rodó los ojos, divertido — Sólo lo teñía porque Wanda se divertía haciéndolo

— Eso es muy tierno — sonrió ampliamente

— Ya lo sé — asintió él, divertido — Creo que algún día lo volveré a teñir, pero ahora quiero dejarlo crecer

— Eso suena como una buena idea — admitió, pasando sus manos por el rostro del ojiazul

— Deja de mirarme tanto o vas a encontrar mis defectos — bromeó, pero en realidad le encantaba ser el centro de atención de la castaña

— No creo que tengas defectos — negó con una risita — Eres... increíblemente guapo, y tus ojos son hermosos, y tus labios son tan suaves...

Las mejillas del ojiazul se tornaron rojizas, y luego esbozó una sonrisa

— Ya lo sé — asintió, haciendo que Mer riera ante el comentario — Y tú deberías saber que eres muy, muy hermosa

— Ahora lo sé — sonrió ampliamente, haciendo que Pietro sonriera también

A la hora de dormir, Pietro se encargaba de regalarle caricias a la castaña, haciendo que durmiera completamente tranquila a su lado, y sin frío.

El velocista no podía dejar de admirarla, durmiendo junto a su lado tan tranquilamente, en su pijama de estrellas, que aunque a ella le avergonzaba un poco, él estaba más que encantado.

El velocista no podía dejar de admirarla, durmiendo junto a su lado tan tranquilamente, en su pijama de estrellas, que aunque a ella le avergonzaba un poco, él estaba más que encantado

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𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora