3.5 - Full of surprises

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Sábado por la noche

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Sábado por la noche. Pequeñas gotas de lluvia rellenaban Nueva York. El otoño ya había comenzado, y el frío comenzaba a hacer presencia.

Pietro esperaba fuera del restaurant–bar donde tendría su cena con Mer.

Estaba parado en un lugar exacto para no mojarse. Esperaba a Mer, y mientras lo hacía, no podía dejar de sentirse nervioso.

Veía a las personas pasar, y evitaba fijar su atención en algún desconocido. Sólo la buscaba a ella.

Entre toda esa lluvia, y esa gente con paraguas, pudo observarla del otro lado de la calle, lista para cruzar en cuanto el semáforo estuviera en rojo.

Sostenía un paraguas marrón, que combinaba casi a la perfección con el color de su chaqueta.

Sus cabellos castaños caían sobre sus hombros con facilidad, y hacían que se viera realmente radiante.

Usaba maquillaje ligero, que resaltaba sus delicadas facciones.

Pietro se sintió embelesado en cuanto ella le sonrió.

Finalmente, Mer llegó frente a él, e intercambiaron saludos con amabilidad.

La castaña se encargó de cerrar su paraguas, y de inmediato, Pietro abrió la puerta para ella. Así, ambos entraron al lugar.

La señorita de la entrada los llevó hasta una mesa, y les ofreció tomar sus abrigos si así lo deseaban.

Mer se deshizo de su chaqueta marrón, y dejó ver la camiseta casual que llevaba debajo.

Inmediatamente, un mesero se acercó para dejar los menús.

Mer bajó su mirada a la cartilla, y no pudo evitar sentir sus mejillas enrojecerse cuando sintió el par de ojos azules sobre ella.

— ¿Qué? —cuestionó ella, levantando la mirada

— Te ves preciosa.

Sus mejillas se convirtieron en un par de tomates, y no pudo evitar soltar una risita llena de nervios.

Pietro sonrió de lado, bastante cautivado por esa pequeña expresión en su rostro.

— Gracias —asintió ella— También te ves muy bien

— Me esforcé —admitió el sokoviano, con una pequeña sonrisa modesta

— Pff, como si lo necesitaras —se burló ella, con una mueca de sarcasmo

Ahora, quien se sentía inexplicablemente sonrojado, era él.

El mesero llegó de nuevo a su mesa, y ambos ordenaron. Podría decirse que lo mismo de siempre.

Lo primero en llegar, fueron dos copas de vino tinto.

— Y bien... Cuéntame ¿Qué tal Edimburgo? —Mer levantó las cejas, sugiriendo que él hablara

𝗺𝗶𝗻𝗱𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗲𝗿 ⸺ pietro maximoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora