🏹06🗡️

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Llevaba puesto un vestido rosa palo que me quedaba por encima de las rodillas. Era bonito y bastante sencillo, lo justo para ir debajo de una toga. Mi cabello estaba semirecogido en una especie de coleta media que hacía que mi cabello luciera mucho más bonito. Mamá por su parte estaba utilizando uno de color azul cielo que iba en conjunto con la camisa de papá, quien estaba prácticamente de negro exceptuando aquella prenda. Se veían muy bien, sin ser demasiado elegantes ni informales.

Como la graduación y prom iban a ser celebrados el mismo día mi pareja se encontraba allí con nosotros. Había querido que fuera él por dos motivos: el primero era la confianza que le tenía y en segundo lugar era porque deseaba que él disfrutara de esa fiesta.

Mi pareja era Archie, el chico que no había asistido a su graduación ni fiesta debido a su timidez.

Que aceptara mi propuesta no había sido tarea fácil, de hecho, Delora había tenido que ayudarme a convencerlo porque de otra forma me hubiera quedado sin pareja. Desde el minuto uno pensé en ir junto a él y por lo mismo había rechazado a todos los que me habían invitado.

— Te ves muy bien, deja ya de tocarte la corbata. — Lo reñí una vez que llegamos al centro de convenciones.

— Déjame, tú y Delora son las culpables de que tenga que usar ésta cosa. — Sí, había estado enfurruñado con su novia desde ese entonces aunque a ella poco le importaba porque siempre lograba ablandarlo.

— No la culpes por querer que tengas una vida normal. — Susurré, mostrándole mi mejor sonrisa.

Lo dejé en la mesa con mis padres para ir con el resto de graduandos que se encontraban en el exterior, esperando para entrar. Era una tradición que se desfilara hasta su respectivo asiento y lo mismo iba a suceder en el prom.

— Con ustedes, nuestros graduandos. — Se escuchó desde el interior del lugar. — Abril Ackerman. — Comenzaron a llamar por orden alfabético de los nombres. — Abraham Cash.

Yo, encontrándome tan lejos en el abecedario, busqué un rincón para sentarme. Mi nombre iba a tardar bastante en llegar, no éramos pocos estudiantes y la gran mayoría tenían nombres que comenzaban con las primeras siete letras del alfabeto.

— ¿Aburrida? — Dejé de mirar mis zapatos para encontrar al dueño de la voz.

Ian, que también estaba esperando por ser llamado, se encontraba de pie a mi lado y esperando a que me moviera para él también sentarse. Se veía realmente bien, tenía una camisa de color vino, el pantalón y los zapatos eran negros y los accesorios en dorado.

— Mucho. — Me moví un poco, lo suficiente para que ambos estuviéramos cómodos sobre las tablas de un pequeño banco de madera.

Esos bancos que eran similares a los que se podían encontrar en las plazas, estaban puestos estratégicamente cerca de las entradas para que solo algunos afortunados pudieran descansar sus pies mientras esperaban.

— Estás preciosa. — Acercó su mano a la mía y entrelazó nuestros dedos para luego alzarlas y dejar un casto beso en ella.

— Ian...— Murmuré, presintiendo que algo estaba dando vueltas en su cabeza.

— ¿Qué? ¿Acaso no puedo decir lo evidente? — El brillo en su mirada era algo que deseaba ver en la persona que amara, quería que alguien por el que sintiera lo mismo me observara de aquella forma, pero que lo hiciera Ian me dolía. — Solo digo que estás mucho más preciosa de lo que ya eres.

— Ian Reynolds. — Fue llamado y como si supiera que no nos encontraríamos tan seguido allí adentro, volvió a besar mi mano.

— Después del desfile del prom me gustaría verte y hablar, podemos encontrarnos aquí mismo. — Asentí antes de recibir un beso en la mejilla.

Se alejó con una sonrisa en los labios e ingresó al salón de actividades como todo un galán. Si nos hubiéramos conocido en tiempos diferentes y no fuéramos tan buenos amigos tal vez me habría atrevido a intentarlo. Sin embargo, nos conocimos cuando niños y crecimos siendo ese tipo de amigos que se cuidaban entre sí.

Llegué a conocer a sus novias y en un par de ocasiones había hecho de hermana menor. Nosotros mismos nos habíamos encargado de subrayar una y otra vez que éramos como hermanos hasta que él cumplió dieciséis y comenzó a verme con otros ojos. Sin embargo, fue un año después cuando se atrevió a decírmelo.

Los nombres continuaron siendo escuchados y uno por uno entraron. Al final solo quedaban esperando un par de chicos y yo.

— Thabita de Edevane. — Me levanté con toda la elegancia posible y caminé hacia la puerta que dividían el exterior de la graduación.

— Es ahora o nunca. — Respiré profundo y avancé con seguridad. — Esto es algo que tendrás que hacer allá.

Era consciente de que de una forma u otra iba a tener que ser presentada como princesa de Britmongh, papá me lo había advertido. Mi cabello y ojos iban a ser un indicativo pero mi boca y actitud iban a ser las responsables de lo que allí sucediera.

Eso último no lo había entendido bien del todo pero sabía que lo comprendería después.

El salón de actividades estaba sumido en su mayoría bajo la oscuridad. Era consciente de hacia dónde debía ir gracias a la alfombra, porque no había ni un solo cartel que dijera: "cuidado con los bordes, puedes caerte". "Sigue adelante".

Cuando llegué a mi asiento y todavía escuchando la gran cantidad de aplausos, me desconecté por completo. Únicamente volví a prestar atención cuando mi nombre fue dicho y tuve que pasar a buscar mis premios.

Excelencia académica, toma ya papá, pensé para mis adentros mientras lo observaba y alzaba mi trofeo.

Ese hombre se había quejado de mis salidas e inocentes escapadas pero allí me encontraba, de pie en la tarima y sosteniendo entre mis manos uno de los cuatro trofeos que habían de excelencia académica. Éramos alrededor de setenta graduandos y que solo hubieran cuatro con notas perfectas y que una de ellas fuera yo era realmente satisfactorio.

Con una sonrisa de oreja a oreja bajé, volviendo a sentarme en mi lugar mientras era felicitada por los compañeros que se encontraban cerca. Ellos sabían perfectamente que Thabita de Edevane podía ser social y tenía la nariz metida en todos lados pero que cuando se trataba de mis notas no había nada que pudiera interponerse.

En conclusión, muy amigable y todo, pero si algo interfería con mis estudios me deshacía de ello sin pensarlo.

El resto de chicos fueron recibiendo sus respectivos premios y diplomas aunque en todo ese tiempo mi mente había estado en otro planeta. Me moví con el resto cuando comenzaron a irse y es que había llegado el momento de brillar. A la distancia pude ver a mi madre corriendo a buscar el vestido y no pude evitar sonreír.

¿Qué haría sin ella? ¿Cómo iba a ser capaz de estar en otro lugar sin que ese par de tórtolos estuviera a mi lado?

No lo sabía y no estaba muy segura de quererlo averiguar. 

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora