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El banquete era enorme pero sabía que a comparación con otros momentos no era nada. La escasez de alimento era algo que me preocupaba día y noche y agradecía cada vez que Alaric se acordaba de mis palabras, evitando que se desperdiciara la comida.

Era suficiente para que todos se alimentaran y fueran a sus viviendas con los estómagos llenos, pero no demasiada para ser tirada. La justa y necesaria, tal y como me gustaba.

La gente comía, bebía, cantaba y danzaba sin parar. Eran como muñecos a los que se les daba cuerda, solo que ellos no parecían querer detenerse. En general la celebración había sido divertida, más aún cuando a mi lado llegaron un par de ebrios que comenzaron a contarme algunas de sus vivencias. Los escuchaba atentamente y reía cuando estos hacían comentarios graciosos o se empujaban entre sí mientras insinuaban que el otro había iniciado todo.

Mi atención pasó de estar en los dos ebrios a estar en Alaric, quien observaba a todos como si se trataran de sus mayores enemigos. Serio, con la quijada fuertemente apretada y la mirada llena de severidad, de eso estaba compuesta la gran masa de negatividad que se encontraba a mi lado.

— ¿Qué? — Preguntó al notar mi insistente mirada sobre su perfil.

Con sutileza y lentitud me acerqué a su cuerpo, lo suficiente para que mis palabras fueran escuchadas por él sin necesidad de gritar.

— Debería sonreír. — Murmuré cerca de su oreja.

Al alejarme esperaba que se mantuviera como una piedra, tal y como lo había estado hasta ese momento, pero no. Aunque fue algo forzado y lleno de falsedad, en sus labios apareció una sonrisa efímera.

— Me sirve. — Di un leve asentimiento mientras intentaba que mis comisuras no me delataran.

No había sido algo sincero pero que cumpliera mi pequeño capricho era algo que me alegraba. Me estaba volviendo caprichosa y tenía el presentimiento de que aunque se quejara, Alaric iba a cumplir con la mayoría de mis peticiones, eso hasta que se cansara de mí.

Pensar que en algún momento se aburriría de mi compañía resultaba bastante doloroso, sobre todo porque mis sentimientos seguían creciendo a pasos agigantados. Sin embargo, cuando él decidiera que era suficiente iba a alejarme con la frente en alto porque habré dado lo mejor de mí.

— Majestad. — Escuché que alguien hablaba cerca de mí pero creí que intentaba llamar la atención de Alaric.

Eso hasta que sentí un codazo de parte de él y recordé que yo también era majestad.

Que tonta...

— Lo lamento. — Sonreí con notable nerviosismo. — No estoy acostumbrada a ser llamada así.

— No se preocupe. — Una mujer joven, tal vez de algunos veinte años y con un vientre realmente abultado, hizo una leve reverencia antes de continuar hablando.

Ese era sin duda alguna el momento en el que estábamos más cerca de la gente. Había estado visitándolos constantemente y asegurándome de que estuvieran bien pero no era lo mismo. Allí, en medio de un gran banquete, el pueblo se sentía con más confianza para acercarse y hablar con nosotros.

— Em... Deseaba saber si usted podría...— Estaba nerviosa pero no entendía el motivo si hacía escasos segundos se encontraba sonriente y calmada.

— ¿Sí? — Ella sonrió un poco.

— Deseaba saber si usted podría darle un nombre a mi hijo. — Murmuré con timidez. —Comprendería si no quisiera hacerlo, sé que su deber como reina es pesado p...

— Me encantaría. — Sus ojos parecieron iluminarse al escuchar que no me estaba negando a su petición. — ¿Es un varón? — Asintió de inmediato. — Mm... Veamos, un nombre para un varón fuerte y saludable... ¿Qué le parece Darek? — Ambas nos observamos durante lo que pareció ser una eternidad. — Aunque si no le agrada podría pensar otro nombre. Am...

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora