Flecha de Fuego© EE #6

🏹07🗡️

Me encontraba en los baños del centro de convenciones colocándome el vestido de fiesta. En realidad ya estaba y de hecho, mi madre y un par de señoras más estaban mirándome con una gran sonrisa como si todas fueran familiares.

Mi vestido era de color verde esmeralda, largo y bastante pegado en la parte superior del cuerpo. El corte era en forma de corazón aunque tenía unas mangas un poco anchas que caían con elegancia y coquetería. La parte de la falda era todo un espectáculo. Era larga y con un buen escote que dejaba parte de mi pierna derecha al descubierto.

Era más que evidente que a papá no le había agradado del todo pero mi madre lo amaba tanto o más de lo que yo lo hacía.

— Te ves tan hermosa... — Susurró mamá mientras me acomodaba un poco el cabello.

Solo pude sonreír ante sus palabras. Me sentía tan bonita que temía hablar y escucharme como una egocéntrica.

Me sentía como toda persona debería hacerlo, empoderada y realmente bonita. Por extraño que pareciera o se pudiera escuchar, utilizando aquel vestido me sentía como una verdadera princesa.

Podía llevármelo y correr el riesgo de ser ejecutada. Sería la primera persona en fallecer de forma sensual e incluso podría crear una especie de tendencia en la época medieval.

Brujas asesinadas con sus mejores galas...

— Vamos, Archie te está esperando. — Asentí, tomándola del brazo para salir juntas del baño de mujeres.

Cuando dijo que me esperaba creía que se refería a que estaba esperándome afuera del baño pero no. El muchachote me estaba sonriendo desde la otra punta del lugar como si esperara algo de mí.

¿Acaso...?

No, él no...

Sí, ese desgraciado me estaba haciendo señas para que caminara hacia él. Tenía una corazonada, una tan fuerte que era imposible de ignorar.

Caminé hacia mi amigo con confianza, llevándome más de una mirada y alago en el camino. Aceleré el paso cuando vi que comenzaba a moverse hacia atrás aunque sin dejar de mirarme. Era evidente que se estaba burlando de mí pero sus motivos solo eran suposiciones para mí.

— ¿Quién hubiera pensado que podrías correr con semejantes zancos? — Golpeé su brazo con algo de fuerza, causando su risa. — ¿Y bien? ¿Cómo se sintió modelar frente a todos?

Lo sabía, sabía que lo había hecho para que "luciera" el vestido sin compañía.

— Eres tan tonto. — Continué golpeándolo con menos fuerza. — Le diré a Delora lo que hiciste para que te de tu respectivo castigo.

— ¿Delora? ¿Castigarme a mí? — Bufó con cierta burla. — Tu cercanía con mi chica es peligrosa. Aléjate, ser maligno. No necesito que inyectes tu veneno en el corazón de mi dulce e inocente Delora.

— Qué ser maligno ni qué nada. — Mientras hablaba, Ian pasó frente a nosotros y se le quedó mirando fijamente a Archie por un par de segundos. — Ella me agrada, eso es todo.

— Por lo visto sigo sin agradarle a tu amigo el friendzoneado. — A veces extrañaba al tímido y cauteloso Archie. — Un año y sigue en el mismo punto... Que suerte que Delora sí me quiere.

— Eres muy malo. — Golpeé levemente su costilla con mi codo para que dejara de hablar sobre ese tema. — Procura no tropezar porque si te caes no voy a levantarte.

Sonrió pero no dijo nada debido a que estaban comenzando a entrar nuevamente al salón. Estando en el interior nos sentamos en la mesa para comer y después arrastré a Archie a la pista de baile de donde no permití que se alejara hasta haber bailado lo suficiente.

Él estaba disfrutando de ese momento conmigo como si fuera su propio prom y eso era lo que había deseado desde un principio.

Cuando me dolieron los pies y vi que Ian me dedicaba un par de miradas antes de salir, dejé a Archie compartiendo con mis amigos con los cuales se había llevado bastante bien y salí en su búsqueda. Tal y como lo había dicho antes de que comenzara la graduación, se encontraba sentado en aquel banco esperando a que me le uniera.

— Parece que te estás divirtiendo. — Fue lo primero que dijo cuando estuve a su lado. — Con él...

— Así es, es mi amigo. — Asintió levemente antes de ponerse de pie y tenderme la mano.

— Demos un paseo, no quiero que nadie escuche lo que hablemos. — ¿Qué iba a decirme entonces? ¿Por qué tanto secretismo?

Me puse de pie gracias a su ayuda y salimos a fuera del centro de convenciones. En el exterior no habían demasiados árboles y tampoco habían bancos en los que podíamos sentarnos así que nos quedamos de pie cerca de la escalera.

— Verás...— Hacía un frescor potente allí, tanto que se me estaban congelando hasta las pestañas postizas. — Lo siento, lo olvidé. — Pareció notar que estaba pasando mis manos por los brazos porque se quitó el saco y me lo colocó sobre los hombros.

— Gracias. — Le sonreí, realmente agradecida por su gesto.

— ¿Te dije lo perfecta que te ves con ese vestido? — Negué lentamente mientras era testigo de la sonrisa que aparecía en sus labios. — Me disculpo entonces por mi falta, espero que no sea muy tarde para decirle lo preciosa que se ve en estos momentos, Srta. De Edevane.

Sin darme tiempo a responder, Ian acercó su rostro al mío y me besó. No supe que hacer, no tenía idea si empujarlo o devolverle el beso. Como si supiera lo que estaba pensando, llevó sus manos a mi cintura para acercarme a su cuerpo.

Besa bien y eso no se podía negar pero aquello estaba mal.

— Te amo. — Susurró cuando se separó de mí. — Te amo aunque sé perfectamente que el amor que sientes hacia mí no es el mismo que el que siento por ti.

— Ian...— Unió su frente a la mía y negó.

— Toma este beso como una especie de despedida. No sé a dónde irás pero éste será nuestro adiós o hasta luego, todo dependerá del futuro. — Llevó sus manos hacia mis mejillas y las mantuvo allí mientras besaba mi frente con delicadeza.

— Estoy segura de que encontrarás a alguien que te merezca y corresponda como es debido. — Susurré con un pequeño nudo en la garganta.

— ¿Alguien mejor que tú? La vara está muy alta Thabita, pero esperaré a ver si tienes razón o si al final terminaré solo y martirizándome porque debí besarte hasta que dejaras de verme como amigo. — Ambos nos reímos como si hubiéramos imaginado lo mismo.

Nos mantuvimos en esa misma posición por algún tiempo. El suficiente para que mis labios dejaran de sentir el calor que habían dejado los suyos.