🏹31🗡️

222 30 4
                                    

— ¡Lo siento! — Grité cuando por fin mi cuerpo decidió hacer caso a mis ruegos.

De un salto pegué la espalda a la pared de tierra y piedras más cercana y cubrí mis labios. Alaric por su parte continuaba en la misma posición en que lo había dejado. Tenía la cabeza levemente agachada y hacia donde mi hombro había estado hacía escasos segundos, se encontraba sentado pero utilizando su brazo derecho como apoyo para que su cuerpo no se cayera a un lado.

La había cagado en grande. ¿Cómo diablos se me ocurría besar al rey? Pero aún, ¿cómo coño decidía atreverme a tanto y en esa situación?

Cuando su cabeza se fue girando lentamente hacia mí me sentí morir. Alaric iba a matarme tan cruelmente que se me iban a olvidar todas las cosas buenas que había pensado de él.

— Le juro que...— Mi voz se cortó cuando fui testigo de la seriedad en su rostro.

Mis mejillas ardían, mis manos sudaban y había dejado de sentir frío gracias a ese momento. Me sentía tan indefensa y nerviosa bajo aquella mirada que preferí dejar de mirar y apoyar la cabeza contra la tierra.

— No volverá a ocurrir. — Murmuré, cubriéndome la cara con mi cabello como la gran y esplendida cobarde que era. — No quise faltarle el respeto pero por favor no me mate porque mi mamá me está esperando y si no llego no sabe... Y ni hablar de mi pap...

— Habla demasiado. — La cortina formada por mi cabello fue echada a un lado, dejándome nuevamente expuesta a su mirada. — No la veía como una cobarde.

Cobarde. Se atrevía a llamarme cobarde cuando me estaba disculpando por haberme metido en su espacio personal.

— ¿Cobarde? — Mi pregunta salió llena de incredulidad. — No se equivoque, no soy ninguna cob...— Sentí su mano sujetar mi mandíbula con decisión y fui girando mi cabeza hacia él.

Mis ojos volvieron a abrirse pero en esa ocasión no fue por mi culpa, sino porque ahora era yo quien estaba siendo besada.

Por mi cabeza no pasaba absolutamente nada, era como si no pudiera pensar mientras lo tenía tan cerca. Era lo más parecido que había a las hojas de papel para sacar copias, solo que yo había sido coloreada de rojo con unos crayones.

— Descanse, vigilaré que no haya peligro. — Fue lo primero que dijo al alejarse.

¿Cómo era posible que un beso tan dulce me hubiera dejado un sabor amargo en la boca?

No entendía si su actitud era igual de distante que siempre porque el beso solo había surgido efectos en mí o porque Alaric en general era así. No sabía si algo iba a cambiar entre nosotros o si por el contrario, todo iba a seguir como hasta ese momento.

Con la cabeza hecha un caos y sintiéndome más confundida que nunca me acomodé para quedar un poco más resguardada del frío.

— No puedo dormir. — Murmuré con cierta timidez. — No estoy cansada.

Sabía que no me estaba observando pero aun así prefería mantenerme con la mirada entre mis manos.

— Si lo está pero su temor por la bruja es mayor. — Mordí mi labio inferior al sentirme expuesta. — Venga.

Con el rabillo del ojo lo observé, notando que se echaba a un lado para que me sentara junto a él. Con lentitud y sin que se notara que me movía por gusto y no porque me lo hubiera ordenado, me acerqué hasta llegar junto a su cuerpo.

— ¿Qué? — Pregunté, queriendo saber por qué me tuve que acercarme a él.

— Usted no desea descansar y yo no debo. — Recalcó lo evidente. — Hábleme sobre usted.

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora