Tan pronto cruzamos la muralla cientos de personas aparecieron frente a nosotros, nos daban la mano, reverenciaban e incluso abrazaban. El pueblo estaba eufórico porque su rey estuviera de vuelta, lo sabía aunque no se atrevían a hacer otra cosa más que reverenciarlo.
Frente al castillo fuimos abordados por un par de sirvientes que de inmediato colocaron sobre los hombros de Alaric una capa para que se resguardara del frío. Objeto que no se mantuvo sobre su cuerpo demasiado tiempo porque casi de inmediato se la quitó y la colocó sobre mí.
— Preparen el agua para que la princesa limpie su cuerpo. — Ordenó sin dejar de mirarme. — Habrá un gran banquete por la hazaña y lealtad de los soldados.
— Sí majestad. — Los sirvientes reverenciaron y se dispersaron para comenzar a ejecutar las órdenes recibidas.
— Soldados, vuelvan con sus familias y descansen. — Sus manos dejaron de sujetar la capa para que ésta no cayera al suelo cuando Alaric se posicionó detrás de mí.
— Sí majestad. — Respondieron todos.
— Camine o enfermará. — Volvió a colocar sus manos en mi cuerpo, esa vez en mi espalda para comenzar a guiarme hacia el interior del castillo.
Al rey no le habían importado las miradas indiscretas y llenas de confusión que le dirigían sus servidores. Al parecer nunca lo habían visto siendo amable con alguien y que estuvieran presenciando cómo prefería darme su capa y acompañarme a mi aposento era una primicia.
— Puedo ir sola. — Sugerí cuando la atención de los servidores sobre nosotros fue sofocante. — Sé el camino.
De su boca no salió ni una sola palabra en respuesta y tampoco fui capaz de escuchar algún tipo de sonido que se asemejara a una queja. El rey Alaric mantuvo sus manos en mi espalda hasta que llegamos frente a mi aposento, en donde abrió la puerta pero no ingresó.
— Después de limpiar su cuerpo vaya a alimentarse. — Hice el ademán de quitarme la capa pero rápidamente sujetó ambos extremos para que no lo hiciera.
— ¿Por qué siempre tiene que darme órdenes? — Alaric se mantuvo en silencio mientras les dirigía una mirada a las servidoras, quienes de inmediato entendieron el mensaje.
— ¿Por qué nunca obedece sin quejarse? — Colocó detrás de mi oreja un par de mechones que cubrían gran parte de mi perfil. — Vendré a buscarla si no va.
— ¿Acaso va a acompañarme? — Asintió. — ¿Por qué?
— Porque así lo deseo y ordeno. — Con un leve movimiento de cabeza señaló el interior del aposento, uno que se encontraba vacío y esperando por mí. — Obedezca.
— Ibidizci. — Murmuré, entrando y cerrando la puerta frente a sus ojos. — Dictador.
Prácticamente sin pensarlo me deshice de la armadura y la ropa que llevaba debajo de ésta. Tan pronto mi cuerpo tocó el agua sentí cono si tocara el cielo con la punta de los dedos.
De-li-cio-so.
— Mm...— Emití mientras me sumergía hasta la barbilla.
El agua estaba calentita, en la temperatura perfecta para devolverme la relajación y el calor que había perdido después de tantos días de sufrimiento. En el baño había un aroma dulce y suave que se impregnaba en mi piel con cada segundo que pasaba sumergida.
Lavé mi cuerpo con calma, intentando memorizar las sensaciones que me recorrían por si algo parecido volvía a suceder. Solo cuando mis dedos estuvieron arrugados y me sentí completamente limpia y renovada salí de la bañera.
Vestirme era algo que podía hacer rápido porque solo era necesario colocarme la ropa interior y un vestido suelto o eso creí. Cuando salí a colocarme las vestimentas caí en cuenta de que los vestidos ligeros y formales se habían terminado con la llegada del frío.
— Oh, no...— Capas y capas de tela me esperaban.
El vestido era tan grueso y pesado que me costaba sujetarlo. Ponérmelo fue un completo circo e intentar caminar con él, una completa tortura. Era tan pesado que me costaba avanzar aunque eso se lo atribuía a la pérdida de peso y la debilidad que enfrentaba mi cuerpo debido a la falta de alimentos y agua.
— ¿Por qué me dieron una capa? — Murmuré al percatarme de que no solo tenía un vestido que pesaba el doble que yo sino que también tenía una capa a juego.
Me la puse aun cuando tenía el ceño fruncido y cientos de preguntas dando vueltas por mi cabeza. Tal vez se debía al frío que estaba haciendo pero entonces, ¿para qué tantas capas de tela en el vestido?
— Olvídalo Thabita, debe ser porque estuviste mucho tiempo expuesta. — Asentí repetidas veces para que la idea se me quedara en la cabeza. — Sí, eso es. Solo están teniendo precaución para evitar que me enferme.
Estando ya vestida y después de haber caminado por la habitación para acostumbrarme a los ropajes, bajé las grandes e imponentes escaleras para dirigirme al comedor. Algo olía muy bien y con cada paso que daba mi estómago se manifestaba.
— Vaaaya...— Mascullé cuando frente a mis ojos apareció una gran mesa repleta de comida. — Creí que el banquete para los soldados sería después, al día siguiente.
Alaric se encontraba sentado al otro lado de la mesa, justo donde debía sentarse el rey. Su plato estaba completamente limpio y su copa parecía vacía.
— Este no es un banquete. — Ah caray, ¿cómo que no? Pero si había tanta comida que era capaz de alimentar a todos los soldados y al pueblo. — Aliméntese.
— Alaric, es demasiada comida para nosotros dos. Podría decirle a Jiram o a Ka... — Antes de que pudiera terminar de hablar fui fulminada con la mirada. — Olvídelo. — Negué con la cabeza mientras me sentaba. — Tiene serios problemas, mire que molestarse por tan solo escuchar un nombre...
— Entonces no lo haga y no me causará malestar. — Pronto las mujeres se encontraron sirviendo la comida y el vino en nuestras respectivas copas.
— Es familia. — Murmuré por lo bajo para que ninguna de las mujeres me escucharan.
Le había dicho a Kamal que no le diría a nadie y podía ser bastante chismosa, pero siempre procuraba cumplir con mis promesas.
— No sé cómo lo haré pero Alaric, te juro que lograré que ustedes dos sean unidos. — Continué murmurando con la mirada fija en él. — Una familia de verdad.
— ¿Ha dicho algo? — Sonreí ante su pregunta.
Había estado atento a su comida hasta poco después, cuando alzó la mirada y me atrapó observándolo fijamente.
— No, nada. — Resté importancia sin borrar la sonrisa de mis labios.
Él no era consciente de la cantidad de cosas que estaban pasando por mi cabeza y era mejor así. Al menos por ese momento era mejor que no supiera lo que estaba planeando para que no lo arruinara.
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Flecha de Fuego© EE #6
Фэнтези💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe la copia o adaptación.💫 •Sexto libro de la saga EE.• •Es necesario leer todos los libros para comprender lo que sucede en la historia y conocer a los personasjes.• Aquellas tierra...
