Limpié mis manos con una manta, quitando la sangre de aquella mujer. Había liberado parte de mi malestar torturándola pero no era suficiente. Sentía que me estaba muriendo por el dolor que sentía en mi interior.
Nunca me había sentido tan solo y vacío como en ese momento.
Desde que Thabita llegó a mis tierras me enloqueció, probando mi paciencia y tolerancia, llevándome a un lugar que desconocía. Ella se había vuelto alguien importante y Kail... Kail había sido y seguía siendo mi vida entera. Su perdida quemaba, no escuchar sus llantos o a su madre hablándole era una tortura que jamás pensé que llegaría a vivir.
Sin saber lo que hacía fui a mi aposento para lavar mi cuerpo. Luego de salir y colocarme los ropajes me dirigía a aquel silencioso lugar en donde debía estar mi mujer. Hasta ese momento no me había atrevido a verla para no causarle malestar, ver su dolor y odio, pero ya no podía más. La necesitaba, necesitaba a la mujer osada que había rechazado ser mi mujer en tantas ocasiones.
Toqué un par de veces pero en ninguna recibí respuesta así que temiendo lo peor, decidí ingresar. Si esa mujer se había quitado la vida yo no sabría qué hacer.
El aposento estaba en penumbras, las mantas se encontraban tiradas por el suelo y una mujer con ropajes oscuros yacía en el lecho como si estuviera muerta. Hubiera temido de no ser porque su cuerpo se movió para acercar algo a su pecho.
Teniendo cuidado de no asustarla caminé con lentitud hacia el lecho para poder verla. Frente a mis ojos no estaba la que había sido la madre de mi hijo. Sentí algo extraño en mi garganta cuando vi su rostro demacrado. Lucía agotada, pálida, delgada y estaba seguro de que no había descansado desde que había despertado después del ataque. Su rostro no tenía aquello que hacía que todos la miraran y la quisieran, frente a mí se encontraba un recipiente vacío.
Le había fallado otra vez. La había dejado sola, sufriendo en silencio y torturándose por la muerte de Kail.
La mujer se tensó cuando el lecho cedió bajo mi cuerpo al acostarme a su lado. Temiendo por su reacción pasé mi brazo por su cintura, notando que necesitaba alimentarse porque podía sentir sus huesos como si no hubiera piel que los cubriera.
— Thabita...— Se alejó.
Al escuchar mi voz ella se alejó y aunque su rechazo dolía no iba a alejarme de ella, no una vez más.
— Lo lamento. — Hablé por lo bajo cerca de su oreja mientras volvía a poner mi brazo alrededor suyo. — Lo lamento...
— Debe odiarme, ¿no es así? — Su voz salió baja y no parecía ser ella quien hablaba. — Debería matarme...
— ¿Qué está diciendo? — La tomé por los hombros, obligándola a mirarme. — ¿Matarla? ¿Eso es lo que cree?
— Es lo que merezco...— Las lágrimas fueron bajando por su rostro. — Lo maté, lo maté... Merezco morir. Yo lo maté.
Entonces comprendí lo que estaba sucediendo. Había llegado demasiado tarde, Thabita se estaba culpando así misma por la muerte de nuestro hijo.
— No, usted no lo mató. — Entre sus manos y contra su pecho tenía la manta de Kail. — Yo debí protegerlos, usted estaba débil y Kail era incapaz de defenderse. Yo debí estar con ustedes, es mi culpa, no la suya. — Llevé una de mis manos a su alborotado cabello. — Lo lamento. Debí protegerlos y debí estar junto a usted en estos momentos pero he fallado en ambos.
Intentaba controlar su llanto con mis disculpas y caricias pero hubo algo que me impidió continuar. Parecía una picadura y temí que algo le hubiera sucedido a mi reina, sin embargo, no esperaba que al apartar parte de los ropajes que cubrían sus brazos fuera a encontrar aquello que rápidamente ella intentó cubrir.
— Déjeme ver. — No deseaba lastimarla pero si continuaba luchando contra mí no iba a poder medir mi fuerza.
— No. — A pesar de su resistencia pude ver lo que tanto ocultaba.
— ¿Qué...?— No pude seguir hablando. — ¿Se ha estado lastimando?
Mis ojos no me engañaban, aquello en sus muñecas eran arañazos y nadie más había ingresado a su aposento.
— Escúcheme. — Volví a tomarla de los hombros. —No vuelva a lastimarse, Thabita. Comprendo su dolor porque es el mismo que el mío, pero no voy a permitir que vuelva a causarse daño. ¿Ha entendido?
— Máteme por favor. — Que lo pidiera así, sin temor y con voz cansina no hizo más que quemarme por dentro. — No quiero vivir...
— No puedo hacer eso. No puedo permitir su muerte porque entonces mi vida no tendría sentido. — Su llanto silencioso no había parado en ningún momento. — Soy un mal hombre al no dejarla ir, lo sé, pero usted lo es más al pedirme que viva sin mi familia.
— Duele...— Asentí repetidas veces.
— Lo sé pero necesito que se recupere, se alimente y se cuide porque solo no podré vengar la muerte de nuestro primogénito. — Sus ojos me observaron como si hubiera entendido lo que deseaba decirle. — Vamos a matar a esa bruja, usted lo hará, me encargaré de tenerla débil para que usted pueda quitarle la vida. Pero debe alimentarse.
— ¿Lo jura? — Asentí sin dudarlo.
— Tomaremos venganza por nuestro hijo, lo juro. — Llevé mis dedos a su rostro para secar sus lágrimas. — En los calabozos se encuentra Mara, podrá bajar y practicar con ella lo que le hará a la bruja. Lo único que le pido es que deje de culparse porque usted no tuvo la culpa de nada.
— Quiero sacarle hasta la última gota de sangre. — Habló con rencor.
— Se hará lo que mi reina desee. — Besé su nariz y la abracé, permitiendo que el fuego en mi interior mermara un poco.
Lo que mi reina deseara para mí era ley. Si ella me pedía tierras, riquezas y ropajes, no dudaría en entregárselo. Si Thabita deseaba la muerte o tortura de alguien era mejor que temieran porque haría todo por complacerla.
Esa bruja iba a morir. Si en antaño su fin estaba cerca, en ese momento lo estaba todavía más, sobre todo después de haber destrozado a la familia real Bathornshire.
Era momento de demostrarles a todos que con Britmongh nadie debía luchar porque no saldrían con vida.
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Flecha de Fuego© EE #6
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe la copia o adaptación.💫 •Sexto libro de la saga EE.• •Es necesario leer todos los libros para comprender lo que sucede en la historia y conocer a los personasjes.• Aquellas tierra...