🏹98🗡️

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Tenía la espada pero no podía dejar el arco porque entonces nuestras posibilidades de lograr matarla se reducirían drásticamente. Por eso y siendo consciente de que me volvería una presa, me puse de pie y comencé a correr a pesar del dolor que me recorría por el cuerpo.

A la distancia era capaz de escuchar las pisadas de los soldados y las voces de las hechiceras, sin embargo, si me desviaba hacia donde se escuchaban porque posiblemente sería atrapada por la cosa que me seguía de cerca. La bruja corría, saltaba y se impulsaba con las ramas de los arboles hasta que en cierto punto no fui capaz de escuchar sus pisadas. En ese momento las ramas de las cosas secas y quemadas comenzaron a caer sobre mí o a mi alrededor, advirtiéndome de que no solo se encontraba arriba de los árboles, sino que estaba prácticamente sobre mí.

Corría como lo que era, la única manera de sobrevivir al ser salvaje que me perseguía para matarme.

— No podrás huir de mí. — Se burló. — Tu destino es morir porque nunca debiste nacer.

— Y tú...— Me sentía fatigada. — Tampoco debiste existir, zorra de mierda.

De repente algo se escuchó a mis espaldas y a mi nariz llegó el olor de algo quemándose. Al girarme pude ver que había una gran línea de fuego que estaba tratando de alcanzarme. No sabía si lo que quería era encerrarme con sus llamas o acabar conmigo como lo había hecho con muchas otras personas pero no lo permitiría. Mientras mis piernas sirvieran, a mí nadie me iba a cocinar.

— Tss. —Chisté, acelerando aún más mis pisadas a pesar de que sentía que mis piernas me fallaban.

No supe cuándo o cómo pero en cuestión de segundos unos galopes se acercaron a mí a una velocidad alarmante y en un pestañear fui sujetada y alzada. Pronto la mancha oscura y la línea de fuego fueron quedando atrás pero no demasiado, lo suficiente para poder respirar un poco pero no para confiarnos.

— Sujétese, voy a llevarla a donde se encuentra su mezcla y fuego. — Me informó mi salvador.

En ese momento desee sujetar su rostro y besar sus mejillas hasta que éstas dolieran. Mi salvaron, Einar Fracci, estaba cabalgando a gran velocidad para ganar algo de tiempo.

— Cuando vea a sus padres y a su versión enana, voy a decirles lo que hizo por mí. — A mis oídos llegó el sonido de su risa.

— Con que le diga a mi madre que soy un caballero me basta, reina. — A la distancia comenzamos a ver a un gran grupo de soldados en los que se encontraba Alaric y el rey de Udnan. — Prepárese para saltar.

Mi mente se fue completamente en blanco.

¿Eh?

¿Saltar?

¿Eh?

¿Había escuchado bien?

No tuve tiempo para pensar en nada más, simplemente alargué los brazos hacia Alaric y salté, pidiendo ser atrapada por él. Por suerte mi amorcito no me falló y logró sujetar mi cintura.

— Maldición. — Se notaba que la persecución, atrapada y todas las emociones que había estaba sintiendo no eran de su agrado. — Protejan a la reina. — Ordenó mientras me dejaba ir. — Tenga cuidado.

Pobrecito, se notaba que estaba a punto de desfallecer. Luego lo recompensaría por su gran y maravilloso esfuerzo.

— Usted también. — Grité, dejándolo atrás con el resto de hombres que se posicionaban como una barrera humana.

Rápidamente corría hacia donde se encontraba mi combustible improvisado y encendí otra flecha para apuntar a la gran mancha que había aparecido nuevamente. Se acercaba a gran velocidad, tanto que parecía una bestia hambrienta.

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora