🏹95🗡️

211 25 0
                                    

Alaric... Ese hombre podía ser un caso perdido cuando se lo proponía.

Unos días después de nuestra pequeña discusión, se levantó antes que yo para prepararse pues el día había llegado. Cuando estuvo listo me despertó y salió de aposento para minutos después regresar con una armadura casi completa. No era como la que había utilizado para luchar contra Prifac, no se trataba de solo una armadura en el área del torso y un casco.

En sus manos tenía un escudo, una especie de armadura extraña que se supone que cubriera el área que iba desde la rodilla hasta el tobillo y un casco que protegía mucho más que el anterior.

— ¿Qué es todo eso? — Sonreí levemente al ver tanto caos sobre el lecho.

Si él pensaba ponerse eso era porque el resto de reyes iba a estar igual o más protegido.

— Una armadura. Su armadura. — Mis comisuras cayeron rápidamente bajo su atenta mirada. — No la obligaré pero, lucharía mejor si supiera que mi mujer se encuentra protegida.

— Es muy sobreprotector. — Moví la cabeza de arriba abajo. — Está bien, si con eso está tranquilo, la usaré. — No podia ver su cuerpo pues llevaba puerto parte d esu unifirme, pero por la forma en la que su rostro se había relajado supuse que había estado tenso ante una posible negativa. — ¿Me ayuda?

— Venga. — Me di la vuelta para que él pudiera ponerme ese caos de cosas pesadas. — Haga lo que haga, manténgase lejos. Si debe lanzar flechas adelante, pero no se acerque demasiado.

— ¿Y si va a por mí? — Murmuré con preocupación.

Deseaba estar allí para darle caza, captura y ejecutarla, pero era un hecho que posiblemente fuera detrás de mí.

— Huya. — Su mano tomó la mía y la alzó hasta llevarla a sus labios, en donde mi piel fue recibida con besos suaves. — Si debe huir hágalo, me encargaré de encontrarla.

— Eso se escuchó como una amenaza. — Bromeé.

— Es una advertencia, no podrá huir de su rey. — Mi mano quedó en el aire cuando fue soltada. — Usted me pertenece.

— ¿Puede responderme algo? —Por el rabillo del ojo lo vi asentir. — ¿Qué soy para usted?

— ¿Sentimientos nuevamente? — Asentí sonriente. —Le encanta hablar sobre eso...— Murmuró. — Sabe que es mi reina.

— Lo sé...— Sabía que no era el mejor momento para hablar pero si algo sucedía yo...

Era mejor no decirlo.

— Sabe que mataría por usted. — Ahí estaba, intentando escabullirse en las palabras más románticas que conocía.

— Mjm... Pero eso no fue lo que pregunté. —Y él lo sabía, lo confirmó cuando su risa nasal llegó a mis oídos.

— ¿Por qué no me lo pregunta cuando mate a la bruja? — Terminó de colocarme la armadura y me giró. — Luce majestuosa incluso cuando utiliza ropajes de hombre. — Su ceño se frunció pues aquellas palabras no eran de su agrado. — Debemos luchar lo antes posible para no tener que verla más con ropajes de soldado.

— Sé que le encant...— Mi cuerpo fue jalado hacia el suyo e inmediatamente mi boca fue tomada con brutalidad y exigencia.

Era un beso rudo y desesperado que exigía más y más. Era tan poco cuidadoso que nuestros dientes llegaron a chocar en un par de ocasiones pero ni siquiera así dejamos de besarnos.

— Te amo. — Susurré contra sus labios. — No te despidas de mí de esa forma, volveremos juntos y por fin podremos vivir tranquilos.

— Vamos. — Susurró con dificultad antes de besar mis labios por última vez.

Todavía se encontraba oscuro cuando salimos tomados de las manos y nos detuvimos frente al ejército. Todos estaban allí, hombres, mujeres, ancianos y niños, cada persona se aseguraba de ver a su familiar antes de que partieran para enfrentar un peligro inminente.

— Andando. — Fue lo único que dijo antes de ayudarme a subir al lomo de Hera e irse con Tzar. — ¡Por Britmongh!

— ¡Por Britmongh! — Repetimos todos, incluso los soldados de Sdon, Suram y Rafgli, pues ellos juntos no lograban igualar la cantidad alarmante de soldados que tenía nuestro hogar.

— Diosito, si estás ahí...— Quise golpearme debido a lo hipócrita que debía estar viéndome en esos momentos. — No volveré a hacer chistes sobre tu hijo y tampoco de ti, solo te pido que nos protejas. Nadita más, porfis.

Los caballos comenzaron a avanzar a través del gran, espeso y quemado bosque, con la intención de llegar a nuestro punto de encuentro.

Después de que Anya se presentara ante nosotros anunciando el momento exacto en el que debíamos atacar, se enviaron mensajeros a todos los aliados para que estuvieran al tanto. El punto en el que rodearíamos a la bruja seria en Suram, lugar que estaba desalojado desde hacía bastante tiempo y que quedaba en el centro de prácticamente todos los reinos aliados.

Cada tanto observaba a Alaric, quien tenía una mirada impasible y se dedicaba a observar hacia todas partes para asegurarse de que no estuviéramos siendo emboscados. Su temor era alimentado por lo sucedido con Prifac y el naciente interés de Ankra por formar parte de los aliados. Sin embargo, prefería no externar sus preocupaciones pues si la traición llegaba a darse, quería ser quien le cortara el cuello al traidor.

Cuando llegamos a un punto que me era totalmente desconocido, Alaric sujetó la rienda de ambos caballos y comenzó a guiarme para evitar que me perdiera antes de siquiera ser perseguida.

— Tranquilo. — Le dije mientras llevaba mi mano hacia la suya y la acariciaba suavemente. — Somos muchos, fuertes y estamos preparados.

— ¿Lo cree? — Asentí sin dudarlo.

— Estoy segura. — Una sensación espantosa subió de mi estómago a mi garganta cuando un olor fétido se instaló en mi nariz.

— No vea. — Alaric se apresuró a cubrir mis ojos con su mano libre.

Debía estar torcido, posiblemente a nada de caerse.

— ¿Qué sucede? — Las arcadas no tardaron en aparecer.

— Cadáveres. — Informó. — Thabita, por lo que más desee no abra los ojos. Debo alejar mi mano pero mantenga los ojos cerrados y la cabeza hacia abajo.

— Mjm. — No quería ver lo que nos rodeaba, el olor era tan fuerte que no era necesario abrir los ojos para saber que allí habían más de tres fallecidos pasando por su descomposición.

Esa maldita ya había hecho demasiado daño, era momento de terminar con ella de una vez y por todas para que nadie más tuviera que pasar por eso. 

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora