Aquí está el resultado de la decisión que ustedes tomaron.
— Cariño, cálmate. — Susurré, meciéndolo insistentemente. — Tranquilo mi amor, tranquilo.
Escuchaba sus susurros y pasos cada vez más cerca mientras a la distancia la voz de Alaric gritando mi nombre me erizaba la piel. Se escuchaba desesperado pero yo no podía responderle si quería tener una mínima posibilidad de no ser encontrada. Lastimosamente mis esperanzas se fueron por el caño cuando la puerta del aposento en donde nos escondía comenzó a abrirse con lentitud.
— Te encontré. — Canturreó antes de comenzar a reír.
— Por favor. — Susurré aunque sabía perfectamente que ese ser no conocía otra cosa que no fuera la maldad. — Por favor... No voy a huir, tampoco gritaré pero...
— Silencio. — En dos pasos la esquelética bruja se encontró frente a mí.
— No. — Susurré, viendo sus intenciones. — ¡No! — Mi cuerpo fue lanzado con fuerza hacia la pared contraria justo cuando mi hijo se me fue arrebatado de los brazos. — ¡Por favor!
— ¡Thabita! — El grito desesperado de Alaric pareció causarle satisfacción.
— Déjalo. — Susurré con la voz quebrada por el llanto. — Haz lo que quieras conmigo pero déjalo. No voy a gritar, lo juro.
— Esta noche no he venido por ti, reina de Britmongh. — Susurró, mirando a Kail, quien se retorcía y lloraba a todo pulmón.
— Por favor, mátame a mí pero déjalo en paz. — Supliqué. — Por favor... Mátame, no voy a intentar huir. — Mi corazón se terminó de encoger cuando con su afilado y esquelético dedo índice comenzó a acariciar en vientre de mi niño. — ¡Mátame a mí!
— La reina de Britmongh suplicando, pidiendo que la mate para salvar la vida de... Un crío...— Los pasos en el exterior fueron escuchándose cada vez más alto, avisándonos de que había personas acercándose. — No.
— ¡No! — Me puse de pie como pude e intenté llegar a ella, únicamente queriendo alejar a mi niño de sus garras pero me fue imposible.
Mi bebé, mi pequeño...
— ¡Kail! — Grité con todas mis fuerzas mientras mi cuerpo era lanzado nuevamente hacia la pared.
Frente a mis ojos el filoso índice de la bruja se hundió en la piel de mi hijo, causando que su llanto se hiciera mucho más fuerte y que la sangre comenzara a brotar de su cuerpecito. Apenas podía moverme para intentar llegar a él. Con el primer golpe había quedado aturdida pero el segundo me había dejado entre la inconciencia y la cruel realidad.
Podía ver la sangre cayendo al suelo y escuchaba sus llantos pero no podía moverme. Intenté ponerme de pie, quitar los escombros que había sobre mi cuerpo e ir a alejar a mi hijo de las garras de la bruja pero no pude hacerlo.
— Kail. — Mis piernas no tenían fuerza y no era capaz de arrastrarme. — Alaric, Kail...
Frente a mis ojos, la bruja estaba desgarrando la piel de mi hijo, abriéndolo a la mitad y sacando de él algo que no podía identificar, algo que no dudó en llevarse a la boca.
— Kail...— Susurré, viendo cómo todo comenzaba a tornarse negro mientras el llanto de mi hijo era lo único que podía escuchar. — Mi bebé...
— No... ¡No! — Fue lo último que pude escuchar antes de caer en la inconsciencia.
No quería abrir los ojos, ni siquiera quería vivir. No era necesario preguntar pasa saber lo que había sucedido. No era necesario preguntar por mi hijo cuando ya se le había realizado un funeral.
Habían pasado... No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde la muerte de mi niño pero tampoco importaba. Nada tenía sentido, nada valía la pena.
Desde que mis ojos se habían abierto y fui consciente de que todo lo ocurrido no fue una pesadilla no había comido o hablado con alguien. Además, después del funeral no había salido del aposento o de la cama. No tenía fuerzas, ni ánimos y mucho menos razones para levantarme.
Las voces de las damas se ahogaban detrás de la puertas y pese a que muchos me hablaban nadie se atrevía a entrar.
De Alaric no había sabido nada desde el funeral de nuestro pequeño y tal vez era mejor así. Yo no había podido protegerlo, había sido una inútil que había dejado a su hijo morir y que no merecía vivir. Alaric no debía querer ver el rostro de la asesina de su primogénito y lo entendía porque yo tampoco querría hacerlo.
Lo había matado.
Lo había matado.
Había matado a mi bebé...
Apreté los ojos con fuerza mientras nuevamente las lágrimas se deslizaban por mis mejillas como lo habían estado haciendo todo ese tiempo. No podía dormir, no comía, tampoco bebía agua o me movía porque no me lo merecía.
Mi niño no podía comer por mi culpa.
Mi bebé no podía reír por mi incompetencia.
Mi bebé no respiraba por que le había tocado una madre débil.
Llevé la almohada a mi rostro y la apreté con fuerza, intentando de una forma inútil y cobarde de privarme del oxígeno. Sabía que no iba a poder terminar con mi vida de esa manera aunque ganas no me faltaban.
Dejé la almohada a un lado y me centré en sujetar con fuerza la manta con la que mi niño había dormido desde su nacimiento. Olía a él, a mi pequeño príncipe de hermosas sonrisas...
— Perdóname mi amor, perdóname. — Susurré con la voz quebrada por el llanto.
Alaric Pov
Britmongh estaba en silencio. Los pueblerinos lloraban las muertes de los hombres y mujeres que habían sido asesinados por la bruja. Pero pese al dolor de sus pérdidas, era otra la que mantenía nuestras tierras en silencio.
El príncipe había sido asesinado... Kail Bathornshire, primogénito y quien apenas había nacido hacía poco, había sido asesinado frente a su madre.
El castillo estaba en silencio y de Thabita no se había escuchado nada. Ni un solo llanto, ni un lamento, nada. Parecía que en aquel aposento no había nadie aunque en su interior estuviera una mujer.
Desde el fallecimiento de mi hijo no había podido verla, no tenía las fuerzas para hacerlo. Alimentarme y descansar era algo que intentaba pero no lograba hacerlo. La culpa estaba acabando conmigo. Debí haberlo protegido pero no lo hice, los dejé solos y desprotegidos y Thabita...
No podía verla, no podía encontrarme con la mirada de aquella madre que sufría en silencio la pérdida de su hijo. No podía porque yo les había fallado...
Escribía y enviaba pergaminos a nuestros aliados desde que el alba salía hasta que la oscuridad se apoderaba del exterior. Trataba de dejar de pensar en lo que había sido mi familia pero no podía, por más que lo intentaba no lo lograba.
— ¿Se ha alimentado? — Le pregunté a una de las mujeres que se encontraban frente a mí.
— No majestad. — Apreté los labios.
No se había alimentado... Otra vez había dejado los alimentos como se los habían llevado.
— Está bien. — Si ella no deseaba alimentarse no podía obligarla. — Estaré en los calabozos.
La bruja había atacado, asesinado a mi hijo y lastimado a mi mujer pero se había olvidado de algo. Había olvidado llevarse a la bastarda que la había ayudado a lastimarnos y yo iba a encargarme de que pagara con su sangre por la vida de mi hijo y la alegría de mi reina.
—Mara... Es momento de despertar y hablar. — Hablé cuando dejé de caminar frenteal calabozo en donde se encontraba atada.
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Flecha de Fuego© EE #6
Fantasia💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe la copia o adaptación.💫 •Sexto libro de la saga EE.• •Es necesario leer todos los libros para comprender lo que sucede en la historia y conocer a los personasjes.• Aquellas tierra...