🏹52🗡️

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Seguía entre los brazos de Alaric, lo único diferente era que ya no estábamos frente a nadie. Él me había cargado hasta su aposento como si mi peso no fuera nada, ni siquiera se había quejado al subir las escaleras.

En ese momento me encontraba ayudándolo a quitarse todo ese caos de armaduras y vestimentas de guerra. Hubiera sido algo mucho más fácil si estuviera de pie frente a él pero por ahí íbamos. Mis piernas estaban rodeándolo aunque no era realmente necesario porque sus manos estaban sujetando firmemente mi cintura.

— Listo. — Murmuré cuando terminé de quitar su armadura.

Durante unos pocos segundos nos quedamos mirándonos fijamente. Me sentía expuesta bajo la insistencia de aquellos ojos que siempre me hacían sentir como si no llevara nada, ni en el cuerpo ni en el alma.

— ¿Por qué me mira así? — Decidí girar un poco la cabeza con la esperanza de que dejara de mirarme.

ERROR.

Era una tonta e ingenia chica que creyó que el rey iba a dejar de observarla.

Mi perfil estaba a su merced y la única en desventaja era yo. Para empezar no podía apreciar otra cosa que no fuera la puerta y en segundo lugar estaba un simple e inofensivo detallito y ese era que seguía estando entre sus brazos.

— ¿Por qué saltó sobre mí? — Me mordí los labios mientras buscaba algo que pudiera justificarme pero como no lo encontré comencé a moverme para que me bajara. — No la soltaré.

— Claro que lo hará, usted debe limpiar su cuerpo y alimentarse. — Levanté mis dedos corazón e índice para hacer énfasis. — Y yo debo descansar.

— ¿No ha descansado? — Oh, no. La buena cara que tenía se había esfumado.

— ¿Me veo como si lo hubiera hecho? Tenía mucho que hacer mientras usted no estaba. — Su cara me decía que no importaba cuántas cosas le dijera, no iba a creerme. — Vamos, tiene que...

Mi cabello fue sujetado con firmeza, obligándome a mirarlo.

— ¿Por qué siempre hace lo mismo con mi cabello? — Comenzaba a creer que tenía algún tipo de fetiche con eso, era esa opción o que quería causarme alopecia por tracción.

— Porque soy el rey. — Que excusa tan...— Es largo y exótico.

— Podría decir que le agrada mi cabello y no hacer esto. — Llevé mi mano a la raíz del suyo y tiré.

— Nunca he dicho que no me agrade. — Por culpa de tenerlo tan cerca volvió a mi cabeza aquel sueño interesante que había tenido con él. — ¿Se encuentra bien?

— ¡Sí! — Mostré mis pulgares. — Perfectamente bien.

Un Alaric visiblemente ceñudo me dejó sentada en el borde de su lecho. Él podía estar pensando en que había sucedido algo mientras no estaba pero yo solo podía ver a un hombre que se molestaba cuando le ocultaban las cosas.

Porque sí, estaba molesto y podía notarlo incluso cuando la ropa estorbaba.

...

¿Qué?

— ¿Ya se molestó? — Silencio absoluto. — Ah, me encanta la ley del hielo... Me invita a ser desposaba.

— No utilice eso para manipularme. — Gruñó, cosa que me hizo reír.

— Entonces no se moleste. Acaba de llegar y ya parece querer discutir conmigo. — Como no había dejado que nadie más ingresara a su aposento había tenido que buscar la ropa que usaría después de bañarse. — Lo esperaré en el comedor para que se alimente. — Me había acercado lo suficiente a la puerta como para poder abrirla.

— No me ha dado una respuesta. — La cerré antes de que alguien más pudiera escuchar nuestra conversación aunque ni siquiera yo había entendido a lo que se refería. — No me ha dicho si será una Bathornshire.

— Nunca me lo preguntó. No puedo responder algo que jamás se me fue preguntado. — No me había dado la vuelta para verlo cara a cara, pero estaba atenta a cualquier movimiento que hiciera.

— Le pregunto, ¿será mi esposa? — Por mi rostro pasó una mueca de desagrado.

— ¿Dónde está el anillo? — Pude escuchar una sutil risa nasal proveniente de atrás.

— Lo tendré con el alba. — Aseguró y podía jurar que ya no estaba molesto.

— Entonces pregúnteme con el alba y hágalo mejor, un poco de romanticismo no le vendría mal. ¿De acuerdo? No quiero escuchar de nuevo eso de "¿será mi esposa?", esfuércese. — Alaric no podía verme y gracias a Dios que no era así porque me hubiera reído en su cara. — Si se va a casar haga una propuesta como debe ser, bonita, con detalle e inolvidable. Lo espero.

— Thabita...— Abrí y cerré la puerta rápidamente, lo suficiente para salir y no ser atrapada. — Maldición. — Lo escuché murmurar muy cerca de la madera que nos separaba.

Comencé a caminar hacia mi aposento para ponerme zapatos porque no lo había hecho cuando salí para ver si realmente había llegado. Ya con mis pies resguardados del frío suelo y después de darle tiempo para que se bañara, salí de allí.

— Soy genial. — Murmuré para mí cuando lo vi caminar a unos cuantos metros detrás de mí.

Toda mi alegría se esfumó cuando algo más llamó mi atención. Tuve que dar un par de pasos hacia atrás porque si no lo hubiera hecho habría creído que estaba enloqueciendo.

— No. — Susurré mientras llevaba mi temblorosa mano hacia aquella piedra con un color diferente al resto. — No...

— ¿Qué sucede? — No respondí a su pregunta.

Comencé a caminar tal y como lo había hecho en mi sueño mientras me imaginaba el pasillo poco iluminado y silencioso.

— ¿Qué sucede? — Volvió a preguntar.

— Antes de su llegada recorrí este lugar pero estaba descansando. — Expliqué vagamente. — Aquí habían dos personas.

— No la comprendo. — Me giré para observarlo.

— Había dos personas aquí. Las vi como veo a la bruja cuando descanso. —Entonces pareció entender a lo que me refería. — Creo que... Creo que hay traidores...

— Pudo haberlo visto antes mientras caminaba. — Negué rápidamente.

— No. Estoy segura de lo que vi. Observé la piedra diferente y llegué aquí siguiendo las voces... Tiene que creerme, estoy segura de que no fue algo que vi en la vida real y luego lo soñé. — ¿Podía ser que todo eso estuviera arruinando mi cabeza?

— Le creo. — Dos simples palabras lograron adormecerme hasta el alma.

Podía escucharse disparatado pero me creía, Alaric creía en mi palabra.

— Si hay traidores los encontraremos. — Aseguró, volteándose un poco para observar la fila de soldados que custodiaban ese pasillo. — No lograrán dañarla.

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora