🏹43🗡️

207 28 1
                                    

Mis piernas dolían después de estar todo un día caminando sin descanso y el frío no ayudaba en absoluto. Sentía que en cualquier momento mi cuerpo se iba a partir en mil pedazos y no iba a haber ni una sola posibilidad de que pudiera ser rearmada.

Mi estómago seguía estando satisfecho después del ave que habíamos comido pero mi garganta suplicaba por un poco de agua. Con cada paso que daba me sentía tentada a enterrar mi cara en la nieve para poder saciarme.

— Alteza...— Levanté la mano para que no se acercara.

— Va a tener problemas con el rey. — Jiram, quien había estado caminando a mi lado, dio un par de pasos hacia atrás como si hubiera entendido a lo que me refería.

"Procure que mis soldados no vuelvan a alzar su espada en mi contra".

Esas palabras habían sido una clara advertencia. Había visto que Kamal, ese soldado por el que siempre estaba de mal humor y me discutía cada vez que podía, se había puesto frente a mí para defenderme de los soldados que lo protegían a él.

Por eso mismo debía tener mucho cuidado con lo que hacía y decía, porque un movimiento en falso y Alaric podía deshacerse de aquel que se había atrevido a proteger a su atacante.

Era mejor mantenerlos distantes por algún tiempo mientras al rey se le olvidaba lo que sea que estuviera dando vueltas por su cabeza.

Según había escuchado de algunos de los soldados que caminaban detrás de nosotros, Britmongh se encontraba a dos o tres días de caminata. Durante gran parte de nuestro viaje me estuve preguntando el motivo por el cual no habíamos dado con la muralla hasta que me puse a pensar que tal vez habíamos estado subiendo demasiado o caminando hacia adelante, no a Britmongh. Dos o tres días a comparación con la cantidad que llevábamos fuera de esas tierras no eran nada.

— Descansen. — Ordenó el rey y como si mi cuerpo lo obedeciera, caí de rodillas en la nieve.

No me importaba que estuviera helada, que me fuera a enfermar o que se mojara mi ropa, lo único que quería era descansar.

Agua... Agua...

Había tanta agua a mi alrededor y no podía tomarla...

Cerré los ojos mientras echaba mi cabeza hacia atrás, apoyándola en el troco quemado que se encontraba a mis espaldas. Sin darme cuenta de lo que hacía había comenzado a tomar entre mi mano izquierda un pequeño puñado de nieve y me disponía a llevarlo a mi boca.

Lo podía jurar, no era consciente de lo que estaba haciendo hasta que mi mano fue echada a un lado con cierto salvajismo. Solo entonces abrí los ojos y me encontré con los de Alaric, quien llevó su mano libre a mi mandíbula y con la otra alzó la copa con agua.

— Beba. — Ordenó con un tono de voz bajo, casi como si lo pidiera.

Tan pronto aquel líquido tocó mi labio superior, mis manos se aferraron a la suya. Me sentía desesperada y él parecía comprender mi situación porque no se quejaba de mi actitud, sino todo lo contrario. Tan pronto el líquido que se encontraba en la copa se acabó, ordenó que le sirvieran más.

— ¿Se encuentra bien? — Asentí a su pregunta mientras liberaba su mano.

— Sí...— Por la forma en la que me miró creí que se había molestado por la informalidad de mi respuesta. — Sí, señor. — Corregí con la mirada fija en su hombro.

Mi mandíbula seguía siendo sujetada por él y aunque podía alejarme porque no estaba ejerciendo ningún tipo de fuerza, preferí no hacerlo.

— Usted nunca me había llamado señor o majestad... ¿Se encuentra molesta? — Un leve bufido se me escapó. — Si se encuentra molesta por haberle gritado...

— Olvídelo. — Su ceño se frunció profundamente.

Alaric miró hacia todas partes, asegurándose de que no había nadie cerca.

— Le dije que se alejara de los soldados. — Mis comisuras se elevaron con fastidio.

— Y yo le había dicho que usted no tenía poder sobre mí. Es rey, puede controlar a todo el mundo menos a mí, pero parece querer someter a todos. — Con un movimiento bruco logré que su mano liberara mi mandíbula. — Esta es la última vez que le permito que me alce la voz.

— No me amenace, Thabita. — La mano que había estado sujetándome fue llevada al tronco en el que estaba recostaba para que el espacio entre nosotros fuera menor.

— No es una amenaza, es una advertencia. Un grito, insulto o una insinuación más y puede ir pidiéndole a la madre que lo parió que lo ayude porque yo volveré con mi familia. — Sus labios se volvieron una línea fina.

— No puede irse. — Murmuró.

— Cuando entienda que no tiene poder sobre mí entonces comprenderá que puedo irme cuando quiera y sin llamar la atención. Usted ni siquiera lo notaría, no hasta un tiempo después. — Llevé mi mano a su mandíbula, la sujeté con firmeza y acerqué su rostro un poco más al mío. — No soy uno de sus soldados ni sirvientes Alaric, no lo olvide.

Me alejé por completo de él e incluso logré escabullirme de la pequeña jaula que formaba su cuerpo y el tronco del árbol.

— Debería tener cuidado, su corona es pesada. — Murmuró sin alzar la mirada.

— Debería tener cuidado, puede que la lance al fuego si acaba con mi paciencia. — Respondí con falsa calma antes de continuar mi camino.

Necesitabaencontrar un lugar mejor para descansar, uno cerca de los soldados pero alejadodel hombre al que quería estrangular.

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora