El silencio en aquella pequeña vivienda era sofocante, aún más su mirada penetrante estaba fija en mí. Alaric tenía una habilidad impresionante por hacerme sentir expuesta, era como si con solo mirarme a los ojos pudiera saber todos mis secretos. Tal vez por eso era considerado uno de los reyes más temerosos, porque con una sola mirada lograba sacar toda la información que deseaba y luego dejaba un rastro de sangre a su paso.
— ¿Qué va a hacer? — Pregunté atropelladamente cuando se sentó en la cama y tomó los bordes de su camisa entre sus manos.
— Le diré. — Con eso, su espalda quedó expuesta.
Era terrible. Espantoso.
Alargabas cicatrices se encontraban por todas partes, ya fuera de forma vertical, horizontal o cruzadas. Lo que había visto en el entrenamiento o cuando él dormía n era nada a comparación con lo que me estaba mostrando.
— ¿Cómo...?— Susurré con voz baja y ronca.
— Hosmad, el pueblo más cercano a Britmongh. — Comenzó a explicar. — Fue poco después de convertirme en rey. Ellos habían destruido el tratado de paz que teníamos y comenzaron una guerra. Vencimos pero yo era un rey débil... Fui capturado y torturado durante mucho...
— Suficiente. — Susurré, intentando que el nudo en mi garganta desapareciera. — No necesita decírmelo.
— Me golpeaban hasta el cansancio. — Continuó como si no me hubiera escuchado. — Mi espalda era azotada y no tan solo con látigos. No solo mi espalda...
A mi cabeza llegó un par de materiales que quise borrar de inmediato.
Barras de algún tipo de metal y madera. Las sogas con gruesos nudos, las dagas, el fuego...
Lo mismo que había visto en las torturas de Arch.
— Pude huir gracias a los soldados de Britmongh pero no he podido olvidar. — Murmuró entre dientes. — Cuando descanso...
— Basta. — Mi dedo índice tocó con precaución una de las tantas cicatrices que adornaban la piel bronceada de su espalda.
Tan pronto sintió mi tacto su cuerpo entero se tensó y aunque pensé en alejar mi dedo de ahí, no lo hice. Temía que sintiera algún tipo de dolor o que el solo hecho de que alguien más estuviera viendo y tocando aquello que le recordaba lo "débil que era" pudiera descontrolarlo.
— Yo también tengo mis cicatrices, Alaric. — Murmuré por lo bajo mientras comenzaba a recorrer una de sus marcas. — Tal vez no ocurrieron por lo mismo pero ahí están y no por eso soy débil. Usted no lo es.
— No lo sabe. — Mis comisuras se elevaron un poco.
— Claro que lo sé. Llevo aquí bastante tiempo y lo conocí desde el primer día así que sí, creo poder decir que usted no es débil ni cobarde. Era inexperto en ese momento pero ya no. Debería dejar de ver las cicatrices como una marca de debilidad y comenzar a verlas como aprendizaje. Tal vez no las deseaba y el proceso debió ser realmente doloroso pero forman parte de usted. — Con lentitud alejé mi dedo indicé para dejar un pequeño beso en el centro de su espalda, justo sobre aquella cicatriz que era la peor de todas. — Donde usted ve debilidad, yo veo una belleza exótica.
— Porque usted es extraña. — Volví a besar la misma zona y aunque hizo el ademán de alejarse por completo, se mantuvo sentado y sujetando la camisa con fuerza.
— Todos tenemos algo de extraños, algunos más y otros menos, pero siempre hay locura y extrañeza. Eso forma parte de lo que nos hace especiales. Por ejemplo, usted cambia de humor con cada pestañear y eso no es muy normal que digamos. — Por primera vez desde que se había despojado de su camisa, Alaric volteó a verme con sus comisuras elevadas.
Con el torso desnudo y ya sin rastro de vergüenza o dolor por los recuerdos, Alaric se acercó a mí. Sin dejar de mirarme a los ojos fue invadiendo mi espacio personal hasta que me encontré acostada y con él sobre mi cuerpo. Sus brazos se encargaban de mantenerlo a una altura prudente, la exacta para poder continuar mirándome sin perderse ni un solo detalle de mi rostro.
Había visto otra cicatriz que no se encontraba en su espalda pero preferí no continuar hablando de ese tema.
— ¿Cambio de humor con cada pestañear? — Cuestionó de forma juguetona.
— ¿Qué hace? — Me sentía muy nerviosa, incluso llegué a mirar la fogata para asegurarme de que la calor que sentía no fuera porque la vivienda se estuviera incendiando.
Su rostro descendió lo suficiente como para tenerlo a escasos centímetros del mío.
Para ese momento el crepitar del fuego se había enmudecido y ni siquiera era capaz de sentir el calor de la fogata. Solo era capaz de mirarlo a los ojos mientras era abrazada por la calidez que desprendía su cuerpo.
Con aquello, por extraño que pudiera parecer, me daba la sensación de que estaba pidiendo permiso para algo. La forma en la que se mantenía sobre mí sin aplastarme, la manera en la que me miraba o el ambiente tan íntimo que había entre nosotros, no dejaba de parecerme una petición.
Lentamente llevé mi mano izquierda a su rostro y acaricié su cicatriz sin dejar de mirarlo a los ojos. Entonces y como si mi cuerpo se manejara solo, llevé mis labios a aquella marca que iba desde su quijada hasta su pómulo. Cuando mis labios se alejaron de su piel giró su cabeza hacia la mía, logrando que nuestras narices se rozaran.
Todo pasó muy rápido, en un segundo lo comenzaba a besar y en otro mis piernas eran llevadas a sus caderas. Nuestros labios se movían contra los del otro con lentitud mientras una de sus manos acariciaba con descaro mi pierna, llegaba a mi muslo y volvía a recorrer el mismo camino de vuelta, así una y otra vez.
Las cosas estaban tomando un color rojo picante bastante peligroso y atrayente.
Cuando me percaté de ello fue debido a un ruido en el exterior que hizo que nos separáramos. Con lentitud un Alaric con los labios hinchados y el cabello desordenado, fue girando la cabeza hacia la entrada y sin decir nada se puso de pie. De inmediato se colocó la camisa y los zapatos, dispuesto a salir para ver qué había sido aquello.
— Silencio. — Formuló mientras llevaba el dedo índice a sus labios.
Después de que la puerta hubiera sido abierta y que Alaric desapareciera por ésta, todo quedó sumido en un silencio tenso y angustiante. Estaba lista para correr en su ayuda pero a mis oídos jamás llegó algún ruido que volviera a alarmarme.
Soloéramos el silencio, una puerta entreabierta y yo.
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Flecha de Fuego© EE #6
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe la copia o adaptación.💫 •Sexto libro de la saga EE.• •Es necesario leer todos los libros para comprender lo que sucede en la historia y conocer a los personasjes.• Aquellas tierra...